Voy y vengo,
me detengo en la flor
cuando a pétalos cae
entre textuales silencios
y rancios albores,
en mitad de la calle
o en el gusano que carcome
la manzana podrida
en que acontece el recuerdo.
Poco es lo que tengo
y la palabra se anida
como un murcielago
extendiendo sus alas
sobre la malva longitud
donde se avistan los estragos.
He vuelto entonces
de las sombras
y hacia las sombras
que precisan un trago
sobre los mares terribles
con sus afiladas olas.
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