Cae un nido de golondrinas
apolillado por el vendaval
y por el tiempo,
también la noche cae y con ella
el llanto pesaroso de la ausencia
y algunas veces se opaca
en el brillo de una estrella.
Son mis manos
designio de escafandras
y de blancas caracolas
si con su voz mineral
tibiamente te llaman
entre el viento y el tiempo
donde las aves vuelven
al alba irradiando la mar.
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