noviembre 29, 2010

La Voz del Gato

Estos pies sin clavos sangran al paso,
sendas sin triunfo, sin ramos de flores,
escaparate cruel sin compradores
de estos mismos pies claros, sin descanso.

El siglo empezado viene cebado,
viene ajeno a dogmas, a pretensiones
valoradas en añejas pasiones;
viene carente, todo ensimismado.

Y sin cicuta yo dulce en la alacena
para mezclar los besos que no he dado,
para enlutar ya del todo el tejado;
¡Muerte mía, tan bella y obscena!

Mi mano si placeres ya, la diestra
es inmune al frío de la navaja,
se ha cansado de recoger migajas,
ha andado muda, triste, viva muestra

de esta Luna por la mitad partida
a vil fuerza de clamores de antaño,
que han de cimbrar los latidos de hogaño
y me dejan la piel enardecida.

Y sin red yo para atajar auroras
cristalinas gotas de audaz rocío
que me despierten de pronto del frío
!Qué soledad la mía tan cruel ahora!

Mis trazos se quedan cortos y tardos,
se empecinan en raídos pasados
disueltos en mares muertos, salados;
que arremeten contra mis ojos pardos,

que sin quererlo sin más envejecen
al compás de mi pecho calcinado,
sediento de manantiales bañados
de climas donde las brisas perecen.

¡Y yo sin sueños que alcancen la gloria,
los tonos dorados que me inculcaron,
que desde chico me dilapidaron
la alegría, la risa y la euforia!

noviembre 26, 2010

Fotografía

Hay un árbol podrido y castaño
plagado de gusanos, carcomido,
sediento, ante la noche enardecido
vomitando pajarillos huraños.

Un columpio arcaico desvencijado,
un charco con colillas de cigarro,
sangre seca, una bota ahogada en barro
ya sin pie, y dos clavos oxidados.

Un abanico que flores mantuvo
entre sus hojas, sorteando los vientos,
un tronco que hace la función de asiento
y la vida que un día gris contuvo.

Decenas de botellas transparentes
ya vacías y por el sol quemadas,
alguna lágrima en piedra tallada,
también, dos pensamientos disidentes

amordazados de forma inclemente;
un talón con dardos envenenados,
el último deseo del condenado
y en el cielo un sol indiferente.

noviembre 21, 2010

Pensándolo Bien

Aunque pensándolo bien, después de haber malandado
por caminos y valles asustando a las palomas,
embriagándome de húmeda tierra y sus aromas,
dilapidando letras, amores desenterrados,

dejando la humareda tras de mis pasos gastados,
cantando canciones, mirando esa vida latente
que de pronto da y de pronto me deja carente
puedo decir que aún ando, sutil y embriagado

de lo mismo y por lo mismo, feliz y jodido
con los años que me pasan en vano, destilando
los vicios, las noches de Luna tan sólo mirando,
suspirando un clamor inhumano y desmedido.

noviembre 18, 2010

Aquí hay Lugar

Aquí hay lugar para un estallido,
para un grito, para una mano helada
empuñando la navaja, del hada
de corazón pérfido y tullido.

Aquí mi espalda erizada te espera,
aquí hay lugar ¡bebamos tristeza!
Y ya después, un tiro en la cabeza;
vayamos al cielo en loca carrera.

Aquí hay lugar para ser lo que se es
a media noche, a plena luz de día
sin reparo ante la bisutería
de la palabra ni su razón de ser.

Aquí hay lugar, calores de infierno,
silencios sepulcrales, mil badajos
sin campanas ahogándose de tajo,
palabras quemándose en frío invierno.

También hay caña y tal vez cebada,
malta, almíbares, empañadas copas
observando la caída de las ropas,
de las propias caras desencajadas.

Aquí hay lugar para el humo denso,
para deshacerse de pretensiones,
de antifaces, de capas y faldones.
Aquí hay lugar, ¡Y es tan inmenso!

que en este sitio dios ya no se para,
ni protesta; no se opone, no indaga.
Aquí hay lugar, purulentas llagas
nimbando los futuros que depara.

Aquí hay lugar, piedras totémicas
para olvidarnos que fuimos humanos,
para mutar las patas por las manos,
para tener una patria endémica.

noviembre 17, 2010

Carta a Ninguna Parte II

Esta debe ser la enésima ocasión que a la luz del ordenador intento esgrimir un par de palabras, unas líneas que pudieran convertirse en algunos versos ó en una metódica prosa, esperando una benigna metamorfosis que les traiga siquiera alas; esas alas que sólo emplean la libertad como propulsión para surcar los cielos y no piden más.
Puedo presumir, aunque dicha presunción no espete conmiseración ni aplauso alguno, hablar siempre con la verdad. Con esa verdad que siempre es mía por más terrible y vana que parezca, esa que ha de ser por el tiempo carcomida, picoteada por los cuervos una vez de haberle sacado los ojos. Esa verdad que una vez dicha, sin mayor reparo se evapora. Hoy no es la excepción de la regla.
Me siento bastante extraño. Miro la noche con sus estrellas brillando, siento el correr del viento, tan fresco y tan nítido alojándose en mis huesos, siento a leguas la mar apoderándose dentro de mi. ¿Y cómo se hace aquello de llorar? ¿Dónde se halla la compuerta que hace las veces de tope contra el agua salina? ¿Cómo se opera tan compleja maquinaria? No lo se, no miento. ¡Hace tanto que el llanto no barre las arrugas de mi rostro! ¡Hace tanto que no encuentro un regazo tibio y encantado que haga de su calor el lugar perfecto para desembocar mi cause! No miento cuando digo, no miento cuando siento, cuando me siento así, cuando el todo duele como si hubiera antes sido sometido a la piedra y al mortero.
Aquí la gente siempre pasa y rara vez se detiene. Todos corren, miran sus relojes y automáticamente apresuran sus pasos. Yo también lo hago y los pies siempre me duelen. Ya no hay tiempo para más; un saludo haciendo alarde de cortesía y en seguida un hasta luego. Son estos tiempos tiranos quizás el mayor mal del hombre. Quizás, por más que así lo requiera no tengo tiempo de llorar.
Ahora mismo veo la hora. ¡Cómo demonios avanza el minutero receloso de la luz y de su científicamente probada velocidad! Pero aquí estoy, con un café que no me impide dormir sutilmente endulzado con licor de anís; aquí, con esta luz artificial que ha cambiado las bombillas por los leds, escuchando una trompeta en un reproductor musical que ha cambiado los discos de vinil por el formato mp3. Todo ha cambiado. Menos yo. Me pregunto entonces ¿Qué demonios hago aquí?
Y en la misma pregunta noto la respuesta. ¡Eureka! Los demonios, sea el primero o el segundo, el siguiente o el último. ¿Cómo es que uno no puede en estos tiempos de tecnologías tan avanzadas, lograr engancharlos al closet de una forma civilizada y moderna, para seguido echarle llave y olvidarlos tras la puerta? Estúpida es la ciencia entonces, con sus androides y sus incontables métodos para potabilizar el agua, con su experimentación en busca de una vida ecológicamente sustentable. ¿Quién a caso sustenta al hombre? ¿Quién a caso se acuerda del orfebre de la palabra, del pintor de la verdad, del que sin remedio siente y siente cada vez más y así escribe como única salida mientras la vida se le va? ¿Qué rama de la medicina se ocuparía del poeta y su demencia, para proceder a hacer legal la droga que le mantenga lúcido y aceptablemente cuerdo sin necesidad de mostrar receta? ¿Por qué suena tan descabellado el hablar de un sindicato dedicado a cuidar del rapsoda de las relaciones y del despotismo que lo hacen presa de sus propias e innatas pasiones?
Mientras tanto se hace tarde y yo empiezo a escribir estas naderías más aprisa. Pienso en el trabajo que me espera mañana, en la resaca que se acrecienta con la luz del alba, en la necesidad de ir a dormir con la mente en blanco, en los años que pasan y pasan mientras de mis labios no se aleja el tabaco. ¡Qué demonios! No será la primera vez que llegué ocultando los ojos detrás de unas oscuras gafas, ni tampoco aunque me pese, la última. Apuro el trago y siento entonces cierta calma.
¡Ay, ésta mala cabeza mía a donde me lleva! ¡Éste corazón que se pudre con la noche y con sus sombras, con su silencio que no ha de hacer más que derroche de sincero patetismo, sin saber hacia que dirección moverse, sin saber si el vicio debe ser llamado antes de serlo cáncer! Sí, un cáncer que incluso ha de ser el más inhumano y terrible, el más abyecto, el más sutilmente encantador, el más letal y el más indigno de ser heredado.
Pobre de mi hijo, que aún no sabe el padre que le ha tocado tener, el alcohólico, el fumador, el que escribe y se maldice, el que con todos los poros siente, el que dice por las noches lo que no puede de día, el que no se atreve a vomitar su propio mal por ser, absurdamente su mayor cualidad. Pobre de él y de sus días que se le van entre aventuras y alegrías, si es que éste legado le llega en calidad de mortal.
Yo no puedo hacer más, eso lo he comprobado. He intentado inmiscuirme en la vida del hombre normal, he intentado dormirme a sus horas, hacerme un nudo ingles en la corbata y respetar ese ciclo tan monótono de sus días. Ese horario de oficina no me va, como tampoco lo de pasar los fines de semana visitando a la familia, aunque a uno cuando se marcha les saquen figuradamente los ojos. A mí me gusta trabajar cuando hay trabajo, los días feriados, los festivos, cuando todo el mundo descansa; a mí me importa un bledo hacer de la Luna llena una parranda aún siendo entre semana.
Pero me he alejado del punto central. Los rodeos como veréis, son la punta de la navaja que ha de presionar mi cuello para salir enmarañados a chocar contra el papel. Te decía pues, que tengo ganas de llorar, aunque ahora inexplicablemente, ya no las tenga.


noviembre 10, 2010

Olvidé

Maldito gato...
*habla
*todo lo que ve de noche
*no se calla *
y no me deja vivir en fantasía
*me cuenta de Sabina
*yo le ofrendo dos frascos de ron
*al flaco que dejo de ser rockero
*para ser un gato...
Rodolfo Sandoval.
Compañero y amigo poeta.
¡Cuánto le debo!





Olvidé un neceser camino al mar
que dos puñados de sal contenía,
el nácar de la Luna, su agonía
y el furor de una vida sin azar.


¡Ah, la humareda entraba a los pulmones
saliendo por las fauces tan agrestes
en espesas bocanadas, so peste
mientras el diablo cantaba canciones!

Y olvidé con él la tibia brisa
surcando mi mejilla tras tu beso
los espasmos, los huecos en los huesos,
y el reloj corriendo a toda prisa.

¡El alma pintada con negro tizne,
como nocturno y boreal arco iris
ensayando el precioso harakiri,
entre miles de ennegrecidos cisnes!

La olvidé también, la cálida hoguera
que encendida, atiza lacios clamores
del pecho, con tintes inquisidores,
quemando sangre, en la tierra sin guerra.

¡Cuantas banderas habrán abdicado
tras mirar su recio mástil en llamas,
tras el fuego consumiendo sus ramas,
sangrando, el frío metal calcinado!

Ya después me olvidé de mi recato,
de mis ojos, de mis lágrimas de sal
bajo mis pasos, de mi frío glacial,
me quité la piel y nació el gato.

Cada noche, gato, tu aquí, conmigo
saliendo en tinta negra, sobre la hoja
trayendo hasta mi necias paradojas,
¡Y yo aquí, sin olvidarte, contigo!

noviembre 07, 2010

A la Distancia

A la distancia, siempre a la distancia.
Reumática el alma, los intestinos
desembocando en el mismo camino,
con la misma mierda; alejada infancia

que ahora como perro su furia gruñe,
con la viva locura atada al cuello,
con su blanco y su negro, ¡Qué sello
el de sus ojos sin mayor acuse!

Y ladra a la Luna y al sol diurno,
a los muertos, a los vivos, a todos,
al demonio, al dios, a la huella en el lodo,
a la inercia ya después, taciturno.

Y corre ya el tren de las once treinta
a la distancia, a la misma, lo mira
lo huele, su aliento oxidado respira
y se le llena el hocico de ausencia

que no es blanca ni negra, tampoco azul
rompiendo en noche, ni plata de estrella
recatada de esa luz de doncella;
lejana la ausencia vestida de tul.

noviembre 05, 2010

Tengo Sueño

Tengo sueño.
¿Ó, tengo sueños?
¿Ó, te tengo a ti, en mis sueños?
¿Ó, lo que tengo son ensueños de tus sueños?
¡Qué va!
Si sólo tengo sueño.
¿Ó, tengo un solitario sueño?
¿Ó, sólo, sin tener nada, en soledad sueño?
¿Ó, solitariamente te sueño en tus ensueños?
!Como quiera que sea!
Tengo sueño.

noviembre 03, 2010

Sincera Carta Lacónica II

No pretendo al cerrar los ojos, con la cabeza sobre la almohada soñar. No, mis sueños viven mientras el sol en lo alto reverdece las flores que al parecer, han sido aroma de antaño. Yo vivo sobrevivo entre algodonadas nubes que dan descanso a mis pies, entre el sopor que solo puede ser resultante de la ebriedad del ron, de un beso que entre lencería de oscuro encaje, logré quitar la plusvalía que el hombre contemporáneo ha logrado darle a ese mal llamado razón, que aunque nadie, en realidad la tiene, ha venido a ser ese utópico pan que aparentemente puede acrecentar en la misma proporción los peces. Un beso, dime tú ¿Quién no lo tiene?
Tenemos los labios, articulados que una veces dicen y otras veces callan, que algunas veces sugieren y otras relatan ó preguntan, sea al atardecer ó sea en su mayor momento al alba; y sin embargo, cuando más conveniente debería ser, la palabra no los dilata. Cuestión de enfoques podría ser, y aunque tampoco me cierro, un susurro escapado de ellos, a media noche, con las luces bajas no me haría mal si lograrán parir lo que escuchar en realidad quiero. Pero ¿Qué te ha de importar, a ti, con tus ideas tan alejadas de las mías, con tus propias preocupaciones características de la vida? Pero los tienes, dos pares de ellos y eso, a estas horas, a mi me pesa.
Lo grillos, que han venido a mi rescate, me cantan sus sonatas. Me invitan a permanecer insomne hasta la ya tan próxima mañana. Me invitan y me incitan y tu no dices nada. Y no es que pretenda tampoco, sentirte toda mía a plena luz ni enajenada, ni meditabunda como yo por la caña embriagada; tal vez sea solo cosa de los días que transcurren, así, sin que uno lo quiera, sin someterse siquiera un segundo al sentimiento que estanca, sin la ofuscación de las letras, sin esperar el mismo mañana. Por que mi vicio principal consiste en vivir un rato, sobrevivir al rayo de sol y después revivir enfrascado en tabaco y alcohol: No es lo mejor, bien lo se. Pero ¿Cómo demonios sobrevivir ante dicho horror?
Lo ves, no hay siquiera respuesta. Tus labios sin más, teniendo yo el corazón en la mano se cierran y el silencio nos hace presa; y ya después de todo se apodera.

Sincera Carta Lacónica I

Debería decirte que me muero por dentro, que mis bolsillos están hambrientos y que esta facha de hombre de bien, me está dejando el corazón en los huesos. Pero sabes bien, que no lo haré.
Sigue feliz, sigue contenta, que no pasa nada, que yo seguiré siendo el loco con el alma infecta.

Noviembre 02

No veo en la mesa el ardiente tabaco
ni huele a copal el ambiente, trágico
como las letras que me dan trabajo
de vida y de Muerte, caos mágico
entre flores moradas, amarillas
recién cortadas, benditas, extintas
como las almas al ver la bombilla
encendida, un tintero ya sin tinta,
un muerto sin querer resucitado
que viene con sed de los pasos dados,
con hambre de sentirse recordado,
tal como fue, con el pecho abultado.
Pero no veo nada de eso en la mesa,
las velas de a poco se han apagado
sin traer consigo ninguna sorpresa
sin panteones ni ceniza, olvidado.

noviembre 01, 2010

Hoy (Fragmento #5)

Hoy hubiera preferido dormir
pero ya es demasiado tarde,
las sombras silentes me envuelven,
la métrica no me acompaña
y las rimas no me obedecen.
El trago en la mano no da razón
de vida, ni a caso de Muerte.
El vicio no se me vuelve virtud
y las letras se vuelven al hormigón...