junio 28, 2011

Petición

No soy de los que piden mucho,
a caso me conforme con la nada
que se me anida entre las manos,
con la tinta negra en los puños
de la camisa, con el eterno vaso
en el que bebo y después me rehago
apagando la voz entre humo y tabaco.

Pero hoy pido de la noche la misma Luna,
las nubes en gris que se alejan
rumbo al mar, y de él su blanca espuma.

junio 27, 2011

Ustedes

Ustedes, los que despiertan serenos
ante el albor sin nocturna fatiga,
sin sentir el alma llena de hormigas
huyendo de la sombra y el cieno.

Ustedes, ciegos ante la mortandad
de la belleza, sordos ante el clamor
del pecho que busca solo resplandor
en esa herida abierta de la verdad.

Ustedes, los títeres amoldados
en la rutina de un calcinante sol
que no les quema, sin dosis de formol
en la almohada por la noche inhalados.

Ustedes, los que apagáronse el alma
sin saber siquiera de su grandeza,
los que acudieron siempre con presteza
a la vera donde reina la calma.

Ustedes, los locos que tienen cura
y no sabrán nunca de cuartos blancos
ni de la Luna y sus varios flancos
nacarados, de su hermosa tersura.

Ustedes, los que no ven a los cuervos
aproximarse entre el sueño silente
y la conciencia propia, decadente
y sumisa, cobardes como siervos.

Ustedes, los que no hallarán matices
desteñidos bajo sus salvas ropas,
ni trasfondo alguno tras de la copa
que beberán sin saberse infelices.

A la memoria de un perro

Bien es cierto que he llegado
hecho un guiñapo,
que la lluvia que no cesa
me mantiene siempre alerta
cuando es más frío el verano.

Y estoy inmerso en el torrente
de las luces artificiales,
en estas manos mías indecentes,
con sus ganas que no son frías
pero que siempre embriagadas de ausencia,
se me hacen presentes.

Hoy vi como era despedazado
el cadáver de un perro
en la indiferente calle,
bajo las ruedas de los automóviles
le salía el alma a borbotones,
mientras seguía pensando
en la mía hecha jirones.

junio 24, 2011

De ti y de la lluvia

Busco una grieta entre nubes oscuras
que avecinan lluvia, desesperado,
sin más que éste par de ojos calcinados
y estas manos carentes de cura.

Miro el reloj, que a estas horas predice
que no habrá siquiera luna esta noche
de diablos haciendo letal derroche,
cuando es tu boca quien mi nombre dice.

Me envuelvo en la sombra que quita el frío
de la piel, pero me tirita el alma
al sentir tu cuerpo asido al vacío

de mi latir ignorante de calma,
a mis ganas y a su andar bravío
cuando tu pecho me provee de talma.

junio 22, 2011

Y así de pronto

Y así de pronto, gota a gota
termina por romperse el cielo,
la luz por completo se agota
pinceles grisáceos dibujan nubes
que se difuminan a lo lejos,
cuando te aguardo despierto
entre mi vaso y mis reflejos.

En la oscuridad, tropiezo con raíces
de árboles tristes y coléricos,
con desgajados pedazos de rocas
que siempre vienen a mi encuentro,
cuando la sal se mezcla con la arena
que palpita en mi desierto.

Y así, se me viene encima un trago
y en mis labios se posa ardiendo el tabaco,
por que te busco a toda costa
en el limbo de la lágrima que reposa
en tus ojos y encalla en tus manos.

En la ebriedad, pesa más el deseo
que a la sombra de tus senos
me mantiene oscuro y sediento,
y me matan tiernamente las ganas
de ser quien soy desde adentro,
desde la ausencia tan bella y tirana.

Y así de pronto, se me escapa la voz
cuando florece en el claro de tu nombre,
mientras a tientas busco, atroz
entre este tejado de rojizo adobe,
la razón de tus piernas envueltas
en la suave condescendencia
en las que dios quiera que muera.

junio 20, 2011

Disculpa

En el cielo, el rumor de las olas
viene desgajando el consuelo
de una boca que resuena
alzándose entre las sombras,
que marca ritmo en el silencio
albergando a estas deshoras
su nítida humedad y su belleza
enmarcada, a lo lejos, en una caracola.

Disculpa mi sinceridad,
estos versos no pretendidos
plagados de un vulgar final.

Afuera levemente llueve,
y aquí algo más
que el alma se me abulta.

junio 19, 2011

Lo que queda

Nos queda la voz, dispuesta a llamar
siempre al dios de manos cobrizas,
aquel de corazón sereno y humeante,
el de barba canosa y lacia
que arremete contra ríos desbordantes
vueltos desordenadas letras
y plegarias insidiosas y paganas,
nos quedan las ganas, rebosantes
de acabar rendidos frente a una escopeta.

Nos queda, el apéndice por extirpar
un buen día, el sollozo tendido ante un regazo
sujeto a las sales y la misma mar
que nos aborda encadenada a la noche,
entre la levedad y la ebriedad de cada cual,
haciendo gala de vicios y derroches;
nos queda el pecho, el latido en desparpajo
que deviene entre un cielo grisáceo.

Bien podría decir,
a esta maldita y media luz
que el destino incipiente
enhebra el secreto de la cruz
que nadie entiende,
cuando se vive a hurtadillas,
en secreto, queriendo morir.

Disposición

Dispongo algunas veces
de lo que soy vuelto en sombras,
de la voz que anida en mi andar
siempre aprisa, siempre callado
en la eterna búsqueda de un mar
de colores ambarinos y pardos,
donde el alma pueda reposar.

Y todo esto es un dato estadístico.

Hoy amanecí dispuesto y radiante
a la luz, al aire que me embriaga
de noche, a la Luna constante
y a escuchar la voz de tu ombligo.

junio 13, 2011

Hay un ruidito

Hay un ruidito inmerso entre mi sien
y el torrente de sangre que llega a mi cabeza,
un rugido, un aleteo, un voraz zumbido
calentando las vías ante el paso del tren
que se mezcla indiferente en el silencio
auspiciado entre mis manos y la ausencia.

Y canto, en eterno afán de confundir
la sombra que hace mella y tritura
sin demora, el tambaleante pecho
desde la primer luz malsano, febril
y tan de noche oscuro y malvado.

Se me llena el aliento de patrias ajenas,
los pulmones de alquitrán y talio
y los ojos, de letras cargando sus penas
por siglos ligados como castigo
al lienzo más propicio para el desamparo.

Hay un gato, que en paz no me deja
cuando más pretendo un sueño soñar,
un tejado funesto a horas desiertas,
un trago siempre dispuesto a mis labios
y uno más al terminar, un enorme caudal
de lágrimas que antes de nacer han secado,
y la proximidad del albor reseco y bestial.

En mis adentros leo, en esa voz alta
que tanto repara por que no la tengo,
algunas veces empuño la guitarra
y la hago entonar los mismos torpes arpegios,
sin poder decir más nada.

Un mundo duerme y no le importa
el insomnio del que trasnocha y se asfixia,
por que la Luna no es espejo de avaricia
ni se hallara siquiera, rotunda cura
para quien por los puños sangra
cada noche esperando largas
piernas, salvos pechos para renacer,
relojes marchando sin filo ni espesura.

Hay frío y días nublados,
las ganas de volverse mercader
de objetos mundanos,
un cuaderno siempre espabilado,
la firma dispuesta a la renuncia
hacia el papel y al conforte del secreter
que garabatos sin razón anida,
cuando la muerte su beso anuncia.

En mi piel acechan gustosos vicios,
malas pasadas, menguantes sumisos,
siluetas de cuerpos de tajo arrancadas,
mi caligrafía que no ha servido de nada
y el pecho que brota, sin pedir permiso.

junio 11, 2011

No me ha matado

No me ha matado este insomnio vil y recurrente,
ni siquiera el verso, a pesar del dolo marcado
entre las manos y el latido maniatado
de este pecho maltrecho, enajenado e inclemente.

Sigo bebiendo del vaso, en busca de aquel cantar
que halle el eco en el blanco, en la cima de tus montes,
en tus caderas a la distancia de horizontes
expuestas, al sol que te hará hermosa despertar.

Te atrapé un buen día de Luna en lo alto, clara,
radiante entre tu sombra febril y nacarada,
empuñando belleza en mi espalda como vara

que a media noche me deja el alma flagelada
siempre dispuesta a ti, a tu vientre empeñado en aras
del que soy pagano, de alma sutil, consagrada

a libaciones que entre tus muslos militaran
si la mar corriera mansa, tenue, embelesada
si mi verso un amor a lo lejos no trazara.

junio 08, 2011

A Bukowski

A Bukowski lo conocí demasiado tarde,
pues ya estaba yo triste, tan viejo y viciado
ante la noche y su ronda, ante el demacrado
fuego donde la letra me consume y arde.

Y yo, que imbécil siempre sin excusa lo he sido
preferí el fuete propio, la lengua lasciva
que nacida en mi boca, de diablos abortiva
busca luz en el cielo recién anochecido.

Recaen sobre mi, siglos de maldición, de muerte
a cuentagotas, de un cuerpo carente de boca
que besar, de brazos de Sísifo y su roca
cayendo una y otra vez, sin la menor suerte.

Siendo todo penumbras, invoco a mi locura
de huesos rotos, de labios tenues, ennegrecidos
por el vicio más letal y más empedernido,
del que nunca, lo se, se hallará bendita cura.

junio 07, 2011

Háblame de ti

Háblame de ti, de tu voz a oscuras
esquivando la fina hoz del menguante,
de tus ojos al mirar el levante
ahogado entre bruma y espesuras.

Háblame de tu sombra, consagrada
a la penumbra que se haya en mi boca
cuando te nombra, y la luz estoca
la pared que te requiere enamorada.

Cuéntame tu misterio, la dirección
de tus pasos, tu catedral y tus montes
perdidos entre mar y horizontes,
en la cuenca donde reina tu razón.

Cuéntame del dios que araña tu pecho
y hace de ti belleza conjugada
en mis deshoras tristes y viciadas,
tú, que jamás llegarás a mi lecho.

Háblame, esta noche con oídos sordos
de tus labios, de la espera marcada
por relojes y agujas prendadas
a la ausencia mientras estoy abordo.

junio 05, 2011

No creas

No creas que no me duele
ser un pelanás sin sitio
donde caerse muerto,
un mortal sin visa
ni pasaporte al cielo.

No creas que me basta
este ser sin ser,
este estar sin estar
desnudo y con ganas
del mismo océano nadar.

No creas lo que soy
después de un trago de Ron,
ni de mis manos la retórica
por que ellas no te tocan,
cuando les duele la razón.

Y mucho menos creas
que de tus labios pretendo
su beso, sino de su marea
salir a flote, febril e ileso
si es que mi boca roza
alguna vez tu Luna y tu cielo.

junio 02, 2011

Al despertar

Este día recién amanecido,
la luz que a todos colma menos a mi,
dos blancas nubes preguntando por ti
mientras se cuelgan del viento afligido.

Afligido y errado, sin razón
mayor que encontrar el nácar de tu piel
y el recoveco de lluvia y miel
donde arremoline, y vuelva ciclón.

Este cigarro antes del desayuno,
la mirada perdida y cansada
después de una noche fría en cascada
sin abrigo ni versos oportunos.

Oportunos y nunca transitados,
como la gloria que el levante asoma
sin saber de tus labios el aroma,
sin sentirlos en mi pecho afilados.