febrero 28, 2013

Retazos V

XLIV

Planto ambos pies en el pedestal
de aquello que se ha visto perdido
por ese instante soez y efímero
en que resulta la vida y lo vivido;
subo al barco con rumbo
a la agónica desesperanza
de aquel retazo de mundo
que duerme entre añoranzas,
y sin embargo,
entre luces
y tragos de diario,
no han de ser mis ganas
recorriendo tus piernas
las que se cansan.

XLV

Hubieron nubes grises
que descargaron su llanto
donde miles de perdices
perdieron su temor a los gatos;
mi alma también me ha traicionado,
se ha lanzado a la búsqueda
de tus labios en rojos
y más de una vez
he despertado sólo.

XLVI

A pesar de la inconsciencia
de esta conciencia mantenida
en ebriedad por negros ratos,
vuelvo en soledad a ser el gato
que corrompe en su concupiscencia
las ganas más letales y prohibidas.

XLVII

Algunas noches amanezco
temblando de frío y desnudo,
entre sudores y espasmos cristalinos
radicando en la garganta
y en su espeso nudo.

XLVIII

Habrá que tomar asiento
entre las fauces del lobo,
beber de la misma copa
en que lo hace el vagabundo,
embadurnarse los pies de lodo,
dormirse en la Luna sin ropas,
sentirse la piel del moribundo.

No habrá otra forma
más leal y más sensata
de vivir que aquella que ronda
la Muerte en serenata.

XLIX

Mar adentro una hormiga
ondea la bandera del latido
nunca perdido entre sus espigas,
incurre en la fatalidad del verso
cada vez que el corazón intuye
alboradas entre fuegos tersos.

Gracias.

L

De sobra lo sé, cuando bebo
y he de armarme de tabaco
a la espera de un cáncer etéreo,
cuando mis anclas pretenden noches
que en tus ojos nunca terminen
esta escasa virtud de veneno;
cuando en la misma silla  me siento
a mirar el pasar de los años
en los que a lo lejos te presiento.

Nunca fui un pescador
de belleza,
tan sólo mi red lanzaba
a la mar como oración
buscando entre tus pies
la grandeza;
pero nunca hubo un después.

LI

María se ha tatuado en los hombros
un par de flores silvestres, 
se ha sentado a platicar con los gatos
en medio de tejados agrestes.

Y cierto es que no pierde su encanto
ni una pizca del brillo en los ojos
a pesar de saber el infierno en rojo
y su alma en veintiún gramos.

Y sin embargo a su hora duerme
ajena a la noche y su arrebato.

febrero 26, 2013

Somos tantos esqueletos

Entre el tumulto de cabezas
que van y vienen de ningún
lugar con dirección a ninguna
parte; ha de crecer ese musgo
verdoso al rocío de la tristeza
olorosa a pétalos de Luna.

Y somos tantos esqueletos
los que viajamos a costillas
de la muerte en tren expreso,
viajando en la común soledad
sin tocarnos, sin a los ojos
siquiera mirarnos,
con la simple consigna
de sabernos tan próximos
a la mirada repleta de sal.

Esta noche resopla un febril
verso a manera de epitafio,
una estrofa surge a manera flores
blancas dentro de una corona
y una gris lápida sirve de peldaño
para apoyar mis claroscuros colores
de aquellos que sólo caminan
ajenos al camino y a los daños.

Somos tantos esqueletos
hallados en la espesura
de los caminos de la nada,
que no ha de importar
si no hallamos más que luz
entre las propias hondonadas.


febrero 23, 2013

Intentaré esta noche una poesía distinta

Intentaré esta noche una poesía distinta
cuadrada entre endecasílabos versos,
un soneto que me resulte terso
a la vieja costumbre de la tinta.

No hablaré de demonios ni de putas,
ni de vicios ni de andares de Lunas,
no hablaré de las caderas de ninguna
Mujer ni de mis ganas absolutas.

Y de la espesura de la métrica
saldrá la belleza aunque nada diga
y sonría con su boca tétrica.

Intentaré trazos que no maldigan
a fuerza de la letra simétrica
ni hallan de secar mis negras espigas.

febrero 22, 2013

Primeras impresiones

Se ha hecho un silencio
de navajas en la garganta,
una hecatombe de deseos
insostenibles en las ganas,
un estertor, una blasfemia,
un rezo, un pagano sacrificio,
una oración, un río de humedad
a los pies de tanto vicio.

febrero 21, 2013

Retazos IV

XXXIV

El catalejo ha quedado
ensimismado en las auroras
que revisten de sal el levante,
sin nada que mirar advierte
un par de sombras danzando
entre sus llamas quemantes.

Nada sabe la luz
de los secretos
de nuestra cruz. 

XXXV

Sobre la línea imaginaria
que divide nuestros cuerpos,
apuesto lo poco que tengo:
mis demonios y mi suerte;
los primeros, insomnes a la muerte
te buscan los pechos,
la segunda así, a quemarropa
desnuda y certera te pretende,
una noche triste y cualquiera,
con el corazón en salmuera.

XXXVI

Desde la misma silla
en la que espero el bostezo
empedernido el amanecer
con sus naranjas y sus rojos,
te escribo un par de versos
al pie del candor de las vísceras
que embriagadas palpitan
cuando no me miran tus ojos.

XXXVII

Y así, imperfectos y grisáceos
traspasamos los burdos espacios
en los que se estaciona la Muerte
para mirarnos a los pies de la Luna
tendidos, con el pecho esperanzado
de que algún dios de su sueño despierte.

XXXVIII

De sobra tengo estas ganas
a estas horas inciviles
en las que soy un alma pagana,
de más está esta voz
que ha de cantar sin guitarra
y este pecho perpetrado
en tu rotunda desgana.

XXXIX

Como el fantasma que recorre
de noche los pasillos oscuros
de las oficinas y los hospitales,
como el cuervo que resiste la sed
a pesar del sol inclemente del desierto.

He de buscar ser entre tus males
prioridad y un beso por demás cruento
cuando arrojo todo mi mal y su red
sobre tus pies anunciando mi beso.

XL

A través de la espesa marea
de los días en los que a mi pesar soy
aquel tipo de corbata carmesí
y traje siempre oscuro y planchado,
puedo esbozar que sin duda estoy
desbaratando una flor en frenesí
a costa de sobrevivir emancipado
del brillo de cualquier presea.

XLI

Después de tomar mi mano,
la noche al mismo vicio conmigo
recostada, al diablo ha enamorado;
y entre las rodillas y el ombligo
palpitaciones nacaradas
me han venido destrozando.

Encántame un halo de estrellas,
noche despiadada,
y con él un genio en mi botella.

 XLII

Pero mi necesidad de seducción
no radica en la intervención del falo,
me basta con tener pendientes tus ojos
y algunas veces, sin más, tu abrazo.

XLIII

Pudiera yo, con la etiqueta en la frente
de aquellos llamados poetastros
anclarte a mi pecho y a la cama de un hotel
en el que lo efímero no traiga trastos
que lavar sujeta al frío del amanecer;
pudiera yo, en mi espesa simiente
arrastrarte al sendero de la sal
donde los pétalos marchitan disidentes
del amor y su eterna amoralidad.

Pero me duele el saber,
que a pesar de tus formas
tan finas y acordes a tu mirada,
contigo, lascivamente nada haré.

febrero 20, 2013

De tu vientre y sus adentros

Tengo dos motivos arraigados
a mitad de la garganta,
el uno es la vida atragantada
y el dos es el humo inveterado.

Pero soy un simple mortal
que cuando yace medio borracho,
sufre del recuerdo empacho
y de las manos lo letal.

Peor sería ser feliz, amor,
a pesar de tenerte cuando no te tengo
agitando en la noche un clamor
que ha de ser hierro al rojo vivo,
cuando de las letras que escribo
me sostengo y me entretengo.

Tengo un sueño encallado
en la bahía que recubre tus senos,
tengo un corazón emancipado
de tu vientre y sus adentros,

febrero 12, 2013

Tenme

Salpicados de ese brillo de estrellas
tus ojos,
recorres los pasillos, las puertas
vírgenes aún del diestro cerrojo,
el dintel y las jambas de las ventanas
totalmente embadurnada de mis ganas.

Ten mi boca, el muñón que tengo
ahora mismo por alma,
los cuatro ratones que han muerto
esta noche a costa de mi mano,
esta ebriedad pretendiendo
llegar con vida al alba,
la acumulación de la sangre
en la efímera gloria de mi falo.

Tenme entre garras y dientes,
entre la oración y la blasfemia,
pero tenme de noche presente.

febrero 11, 2013

Sentado frente a frente

Sentado frente a frente con la ausencia,
escuchando este canto, que brota de las manos
perdido, cobardemente inhumano,
mirando en el vaso remolinos de demencia.

El viento corre a través de mis sueños,
disipa la humareda,
envuelve las sombras con luz y seda
y su aliento es trasueño.

Pero el espejo es cruel y pronto muere,
las volutas crecen temibles, la noche surcan
predispuestas, entre el siempre y el nunca,
en la agudeza de la hoja de un poema que hiere.

Sentado frente a frente con la ausencia,
en mis papeles te pienso invivible,
junto a mi, inequívoca, irreprochable
como el viento, rozando la vehemencia.

Retazos III

XXIV

De entre los muertos sedientos
que en el armario habitan,
siempre hay uno más blanco
y más cruelmente desierto,
aquel que me recuerda
con una sonrisa marchita.

XXV

Aún en el dulce bochorno
característico de la ebriedad,
entre la elipse de un doble fondo,
me da por pensar,
por pensarte a quemarropa
esperando una calma fatalidad.

XXVI

Afuera no hay gatos
mientras la noche
muestra un cielo estrellado,
insulsa es la vida del hombre
que sólo espera recibir zapatazos.

XXVII

Mis años me recorren ya los ojos,
estos pies a pesar del corto camino
sujetos al lodo y tedio del cansancio,
han de ser portadores de vulgares
pasos dados sin norte ni rumbo,
esperando en el amor un descanso.

XXVIII

Me causa una cierta aversión,
un revoltijo en las entrañas,
un temblor, un intempestivo mareo,
cuando me llaman señor.

XXIX

Sin embargo me acuso
de ser ese paupérrimo
postor de tantas Lunas
sumergidas en el vaso,
de ser el mismo tipo
ensimismado ante el candor
vuelto en mis dedos
el palpitar en arrebato.

XXX

La mayoría de las veces
despierto con la boca seca
y los sueños,
recubiertos de espesas heces.

XXXI

Una hoja llevada a cuestas
por la impiedad del viento
suele ser el designio del cielo
como metáfora del sentimiento.

XXXII

Como la sangre en el pecho,
como el poema buscando dueño,
esta noche, como las aves
pretendo largarme muy lejos
con un polvorín en la maleta
y la pobreza cual divisa
de esta abyecta calavera. 

XXXIII

Quizás antes de morir
logre del todo confesarme,
hablarle de tu a los diablos
mientras en estertor
pueda atragantarme con mis labios.

febrero 10, 2013

El alma envuelta en tiza

Los buenos modales, esta corbata,
el lustre del calzado, la sonrisa,
los pasos marcados, esta camisa,
mi voz sin peroratas.

Las manos siempre sueltas, estos ojos,
los oídos dispuestos, la empatía,
la justicia prendida, mi osadía,
mi latir y su arrojo.

La más dulce mentira, la dualidad,
el ser que no puede ser, la cornisa,
las feroces alturas, la gravedad,
el alma envuelta en tiza.

febrero 08, 2013

Retazos II

XVIII

Aquel dios sabe de los clavos
con los que alma se mantiene
sangrando pero a salvo,
con un ladrón a cada lado.

XIX

A petición del más vulgar
de los demonios, del latido
más embadurnado de arrabal,
de lo más abyecto en mis ganas,
te mostraré el deseo vencido,
los muñones donde otrora alas
crecieron y habitaron mi espalda.

XX

Y es en tus labios, vuelto par
entreabierto sin temores,
donde pretendo poner mi estigma,
mi sudor, mis más crueles temblores.

XXI

Quizás, el más sublime sentimiento
del hombre sea aquel que nace
bajo las fauces de un "no me importa".
He visto gente morir ajustándose la soga
mientras sonríen, y al cielo satisfacen.

XXII

Algunas veces bebo hasta el amanecer,
hasta que las sombras en las paredes crecen
y poco a poco recobro conciencia del ser;
antes de él, mis sueños tibios se mecen
sin esa resaca del miedo a perecer.

XXIII

Mis manos, siempre son ellas,
las que se empeñan a soñar
con levantes llenos de estrellas,
a empuñar la pluma o el vaso
como aquel que quiere rozar
el espejismo de un cielo raso;
mis manos, las de siempre,
buscando a dios en tu vientre.

febrero 05, 2013

Retazos

I

No miento, a leguas se me nota
esta incomprensible vocación
de andar cantando en un rincón
con la boca rota...

II

Con la nada entre las manos
me hago de lleno a la noche,
para comerme a puñados
los retazos invernales
del más soez de los silencios.

 III

Siempre he estado dispuesto
al amor y a las cosas gratas,
y he puesto la boca también,
si me quieres echar de tu pecho
a fuerza de trompadas.

IV

Algunas veces conviene
darle la razón al imbécil,
otras tantas más conviene,
así, a secas, serlo.

V

Se regocijan mis ganas
mirando la letra que me refleja
intacto al pie del lodazal,
en el que del fondo emerge
latiendo entre ombligo y caderas,
el cielo buscando a la mar.

VI

Puedo ser totalmente franco
con la imagen incivil
que me muestra el espejo,
puedo ser lo que quieras
que sea, pero no puedo
dejar de sentirme en juventud
etiquetado como añejo.

VII

La cofradía del artista
es la razón de la sangre,
la lucha entre el alma y la carne,
una brillante corona de aristas.

VIII

Y cuando miro la botella vacía
he de pensar: ¡Diablos, que corta
y que exquisita es lo que llaman vida!

IX

Podría mirar el horizonte
con un tono aún tibio e inocente
si recostará mi cabeza
un momento entre tus montes;
pero tan sólo en la mejilla te beso
mientras con calma me alejo.

X

Te imagino los pies desnudos
en una habitación blanca y acolchada,
lo ojos mascarados de una belleza
y en las venas mi alma aún escarlata;
te imagino guardada en un después
a sabiendas de la imposibilidad del ser.

XI

Usted tiene unos grandes ojos
y los muestra al mundo con arrojo,
tiene ese extraño don del talento
ajeno a cualquier razonamiento,
y sin embargo siquiera me mira
cuando borracho ardo en la pira.

XII

La hormiga del rincón se empeña
en dilucidar el punto más próximo
al puerto de la sonrisa que desdeña,
llevando a cuestas el rojo del óxido;
y yo le brindo mi mirar cual abrazo
envuelto entre en tragos de ron y tabaco.

XIII

Alicia se ha cortado el cabello
y ha dejado intactos sus sueños,
ha tenido el cuidado de no hablar
con los gatos en las crueles noches
en los que mueren los ojos risueños;
y con ello, me doy por satisfecho.

XIV

Si alguna vez se posa sobre tu boca
el ingenuo aleteo de una mariposa,
no le marques el alto, por que ambiciona
aquel beso que en ebriedad no traiciona;
los gatos sabemos en soledad de ello,
como sabemos a la Muerte como algo bello.

XV

Mi borrachera no es más
que el canto de un loco
que se reviste de sal,
mientras se muere poco a poco;
es la forma en la que el pecho
insiste en tu puerta al golpear.

XVI

Es esta resequedad fálica
la que a menudo atenta
contra la retórica cefálica,
es esta soledad entre tus pechos
la que logra abrirme cuenta
en el bar que me tiene deshecho;
mientras tú duermes tranquila
son mis ganas las que palpitan.

XVII

Pero no pido mucho,
un abrazo, una sonrisa,
un "te quiero" con prisa,
una soga en el cuello, un serrucho... 

febrero 04, 2013

Memorias a oscuras II

XI

Llevar a cabo eso que pienso
con tanto ahínco, antes de dormir
o justo recién al despertar,
sería la prueba inequívoca
de que la ola llevada a la piedra
es cuestión del destino y no de la mar.

Un trago de ron blanco acaricia
mi pelaje y mis espesas ganas,
elucubra en mí la voz y la guitarra
que a través del reloj se desperdician.

Mi destino luce mejor, bien lo sé,
entreteniendo mis mansas garras
entre tus pechos y tu espalda,
a la espera de un sospechoso "tal vez"... 

XII

"Yo, caminaré entre las piedras
hasta sentir el temblor, en mis piernas
a veces tengo temor, lo sé
a veces vergüenza..."

Gustavo Ceratti.

Para aquel que escribe
no es en estos tiempos fácil
decirle al mundo: miradme,
soy de aquellos que viven
mientras ustedes duermen,
no os pido más que miradme

Para aquel que vive
no es en estos tiempos fácil
decirle al mundo: miradme, 
soy de aquellos que supervive
mientras ustedes a solas recrean,
una propia realidad infame.

Yo no sé, si es el vendaval
o la propia e incivil locura 
nacida bajo la puerta del arrabal,
o la nariz del totémico demonio
la que espera a toca costa el temblor
en el que todos esperamos el amonio.

XIII

La diestra mano se ha cansado
de poner la esperanza en el alba.

Tú, con la misma en alto
te disponías a matar a tu Mujer
con un machete suciamente afilado.

Y ahora has muerto sin la gloria
coronando las paredes de tu frente,
sin rozar por un momento la grandeza
de aquel que de bien se vuelve demente,

La diestra mano se ha cansado
de poner esperanza en el alma.

XIV

Siempre fui aquel mismo chaval
enaltecido con el juego de pelota,
el que tambaleaba entre lo peor
de lo que a todas luces, es mejor
cuando la lluvia del todo azota
la espalda metido de lleno el huracán.

Siempre fui un tenue resplandor
revestido de áureas penumbras,
y de las brazas el último ardor.

Siempre fui el brillo cobarde
de la última opción en la que la mirada, 
despega una solución
en medio de un cielo cobarde. 

febrero 01, 2013

Memorias a oscuras

I

Es mi penúltimo cigarrillo,
el que hace mutis
y a cada fumada
enciende su etiqueta de mártir.

He dejado la pluma
en esa bolsa oculta
dentro del saco,
junto a la maraña de papeles
que van conmigo
y por doquier me acompañan,
esos papeles
que no han de servir,
o lo hacen justo en el fatídico
día en que me topo contigo.

Afuera el frío se ha estancado
en el viento que se quedó jugueteando
entre las cortinas
que oscurecen las ventanas.
Sinatra suena al radio,
levemente,
y hace un estrepitoso eco
en las olas que de cuando
en cuando se forman en mi vaso,
en la serenidad del trago
que me lleva a escucharte respirar
a intervalos de tiempo
en los que el mundo
halla su efímera calma
y amordaza su deseo
de despertar.

Y todo es nada.
El mismo y viejo estribillo.

El humo se eleva
y siguiéndolo con la vista
me lleva a mirar un par grietas
en el techo que empieza
a embadurnarse de un triste amarillo.
Sinatra por fin se calla
mientras a lo lejos
los perros ladran
y los minutos
sin temor a tropezar
consigo mismo, corren
y tras mis hombros pasan.

Mis manos, pienso,
y en el cenicero la muerte
descansa cuando despojo
de los dedos ambarinos
ese penúltimo cigarrillo.

Son mis manos
las que resienten el frío.

II

Hubo una bóveda,
totalmente alejada de tu boca
llamándola celestial.

Hubo un poeta,
una Luna nacarada
y la demente celeridad.

Y nunca fue el ensueño,
ni el tiempo en la distancia,
fueron las propias alas.

III

Recordará Usted las botellas
de vino tinto, las groserías
de la yerba para conmigo,
las largas charlas, las letras,
las pinturas, el disco de Sabina
en la pared sonriendo cínico.

Los demonios revoloteando
por doquier en cualquier clima,
la cerveza, los malos estigmas,
la guitarra con "las cuatro y diez",
la incoherencia de Chava Flores
y la borrachera en plena cima.

Pero Usted, sigue siendo el mismo,
después de tantos y tantos años,
y yo, soy sólo aquel que reescribe
su memoria envuelta en cinismo.

IV

Ella se encargaba de regar
cada día,
las flores que pensé
alguna vez,
decorando el epitafio
escrito sobre mi tumba.

Pero aquello de la Muerte
cansa,
como se han de cansar
la flores al embadurnar,
al muerto que cada noche
sin avisar se derrumba.

Ella se encargaba de dios
y del diablo,
yo, de mi propia Muerte
inmerso en sus labios.


 
Háblame del rosedal
por donde los gatos
andan en fiero caudal,
libres de todo arrebato
maullando entre aromas
y gorjear de palomas.

Dime de las verdades inciertas
que el tiempo cuajó en tu boca,
de las certeras mentiras abyectas
que acumulan su peso en mi roca.

Estrófame un par de latidos
prendidos sobre la hoguera
en la que me debato, perdido.

VI

Puede tratarse de un asunto
burdamente anacrónico.
hereditario hasta los huesos,
o quizás de un guión cómico.

Pero cada vez que bebo
y he de hallarme tambaleante,
de pronto aparece el "debo"
con su moralidad quemante.

El único deber del hombre,
bien podría ser la Muerte
y olvidarse que tiene nombre.

VII

No es el candor de tus senos
acurrucados como febriles ciervos
en el rincón más frío de mi pecho,
no es tu sonrisa vilmente escondida
bajo un pasado que te dejó dolorida
de esto que se empeñan en llamar vida.

Algunas veces te sueño
princesa de un bar
donde al borracho
no le da por pensar.

Y es en la imposibilidad misma,
con sus tragos a oscuras
revistiendo una noble locura,
el lugar en el que te hago mía.

Aquí no hay campos de fresas
ni quiméricas princesas...

VIII

En tu sonrisa encuentro los caminos
en los que nunca pude hallar a Roma,
y tus abrazos han de volar tras de mí
cual parvada de blancas palomas
siempre queriendo un poco más
de vértigo, en este demente arrabal.

Y duermes mientras mi mano tomas,
con la certeza de llevarme a los días
en los que la felicidad era compañía
de mi latir sin conocer los axiomas.

Y yo tan sólo
la frente te beso.

IX


 Foto de Eric Marvaz.

Es entre tus pechos, el cigarrillo
la cereza del inveterado pastel,
la Luna alumbrando tus pies
mientras suena un triste estribillo.

En tus amarras la noche pernocta
el cantar de un loco peregrino,
las mismas ganas que denotan
con sangre fresca al asesino.

Debiste ser Mujer, dijo el tiempo,
debiste ser mía, dijo la lente
presintiendo tu halo inclemente
de luz arraigando un voraz sentimiento.

X

Se me revuelven las ganas,
el sentir enclaustrado en la caña,
los dioses vueltos infantes,
los meses en los instantes.

Algunas veces después de mirarte,
me viene la imagen del labio
profesando la Muerte del arte,
enraizado al pensar de los sabios
y la conveniencia en  matarte.

Pero tu boca sin más
a quemarropa me detiene,
y es mi alma de rapaz
la que en tu vientre se adhiere

Sé mi Musa, mis pulmones,
mis ansias recién cargadas,
mi pluma, mi verso entre canciones,
mi luz de tantas Lunas enamorada.