junio 26, 2014

No puedo ser objetivo

Entre la fiebre de mi propio cuerpo
deambulo por las calles desiertas,
bebo un trago igual que yo, deshecho
y entonces mi sonrisa resulta cierta.

Muy a menudo olvido las letras
y el camino de espinas malvas
que a hasta ti de lleno me llevan,
poco a menudo tu dios me salva
de este latido que me violenta.

Y es entonces cuando digo
y al término del trago me maldigo
si es que no estoy contigo.

No puedo ser objetivo cuando te amo
ni mucho menos, cuando tu nombre
fundido entre mis copas reclamo.

junio 20, 2014

Ideas

Imagino entonces, las ideas
que en el silencio se pierden,
el destino final de la humareda,
el tic tac del reloj si enmudece
al encontrar la hora perfecta.

Miles de cigarrillos vueltos ceniza
reposan su osamenta en el cenicero
y luego callo, exclamo un ¡Ay!
y nace con sangre de mi, el verso
que sostiene mi alma del perchero.

Nada más conveniente para la idea
que el silencio copulando febril
con la nada hallada en el candor
cristalino del exilir de una botella.

Imagino un despertar sin resaca
de letras y charlas con amigos
que ya he olvidado, imagino nubes
de semblante distinto, tres luces
en lo alto y me abandono entonces
en la idea que te quedes conmigo.

junio 19, 2014

Eyaculación

Podemos partir la tierra en dos,
secar los mares, desdentar de un golpe
a dios y eyacular nuestra muerte
en los lagos; podemos agigantar
el tiro de gracia en la penosa frente
del ciervo que nació azul y torpe.
Podemos cargar con los estragos
de una inocencia gria y malhabida,
desenfundar el ego a quemarropa
entre nuestros más podridos matices
y aún sin razón, podemos ser felices.

junio 17, 2014

Baile de sombras

Y entonces un remolino
de sombras reverdece y el frío
amaina los costados donde la lanza,
me hubo hace tantas noches
perforado; voy hacia el río
a beber agua y multiplicar
los esqueletos tristes de mis peces.

He ahí la espiral de los grises
y la cimiente de la voz de caracolas,
los nudos que se desnudan a solas
a mitad de un grito cualquiera
atorado en la garganta, en los ojos
cuando nada miran, en la mano
y la caricia ardiente de quimeras.

Recuerdo todo esto y lo anoto
en la libreta de mis últimos días
aunque no lo sean y a menudo
lo parezcan, o acaso lo sepan,
lo presientan como lo hace el metal
que vibra pronosticando el tranvía.

El mundo gira,
y es un hermoso
baile de sombras.

junio 05, 2014

Acabo de llegar

Acabo de llegar y traigo la lengua
descalza de tanto andar, nocturno
y con la voz colgada por el cuello
del más fino de los nítidos hilos.

Acabo de llegar y el gusano es patria
en la utópica manzana que no cae
donde esperan hambrientas mis manos.

Sin embargo a lo lejos hay verdes
y los pajaros cantan enamorados
con su pico oxidado; hay también
un par de sueños y café por la mañana
servido caliente de boca a boca.

Y ahí mismo la vida vence a la muerte
y los pétalos alumbran ciudades
sin sol ni sudores en la frente.

Acabo de llegar y es este el mundo
de los que nada tienen sino el albor
y la maña de vivir al despertar
sin estandarte o alguna canción.

No tengo luz, no obstante las sombras
me toman noche a noche de la mano
y se guarecen en mi pecho gris
del rayo de la letra, de la mía voz
apagada y disidente de la cruz
de un dios que no me asombra.

Tengo un botón y una amapola
aguardando pacientes dentro
del féretro que aún nadie carga
y un par de versos azules y funestos
en los que doy pie al bramido
de los cirios y al aroma del copal
inundando este restos de vida
a lo poeta con sueños cenicientos.

Acabo de llegar y en las paredes
que te nombran llora blanca la cal
y este temor de espinas en los ojos
y putas infelices en las esquinas
me llevan deshecho dentro del mar
al que mi alma, le echó ya el cerrojo.

Acabo de llegar y son mi pecho
y mis manos, las que se caen a pedazos
cuando esta nada es la que amo.

junio 04, 2014

Un par de tibias serpientes

No se bien, estoy cansado.
A mi costado reposa sereno
el primero y nunca el último
de mis tragos; en mis manos
no hay más que un tufo
de tabaco impregnado.
Todo ha venido girando al revés como siempre, sólo que esta vez no es el demonio quien me carcome,
sino un par de tibias serpientes. No tengo mucho que decir
y sin embargo es mi boca
y son mis manos las que inquietas, cuando en tu cuerpo vuelto encantador espectro piensan;
tal vez, no sé, aún te recuerdan.
Y es verdad todo aquello
que antes dije.
Hoy lo confieso, desnudo
frente al espejo ambarino que refleja
mi ceño que amordazado
busca anclar un pedacito de cielo. Tienes los años que yo ya tuve
y seguramente una mejor suerte, pero alguna vez tendrás los años que ahora tengo y todo girará, para bien o para mal
esperando el giro siguiente.
Y estoy cansado
y creo que la ya lo dije antes también y empecé a escribir
de los giros y los años,
los años que ahora tienes
y que yo ya tuve y demás inquietudes concebidas
en el fondo del pozo.
Ojalá pudieras verme ahora
que bebo a solas, tan tétrico
y enmohecido mientras la luz
de esta vela tambalea y llora
por la voz de las caracolas.
En realidad no ha cambiado nada sino que poco a poco
ha ido aumentando en mí
la fatalidad, aunque sonrío enfrascado en el disfraz de diario
y maullo una terrible elegía
ya sin corbata y vuelto un gato.
Es eso lo que me cansa
y estoy cansado,
no obstante algunas noches cuando las masas duermen,
soy feliz y miro al cielo,
por que en él
han de hallarse siempre tus ojos,
y no en los míos
mirando a cada paso el suelo. Ciertamente, sigo siendo
sin serlo completamente,
el bardo que pone a tus pies
su cantar que nadie conoce
y la invitación para que mires
mi cuerpo devorado por gusanos. He venido siendo desde hace años, mi propia y más incivil perdición
y el despertar de una mañana
sin dios y con una violenta resaca, de la incógnita en la piedra
de la verdad que nada dice cuando espero saber si aún te tengo
o si alguna vez a quemarropa te tuve.
Y no es nada, si no la sombra dibujada en la pared de este gato en hondonadas y de este hombre en calidad de flaco. Y te confieso, amor, estoy cansado.

junio 03, 2014

Faltantes

Los faltantes son evidentes
la luz del día, las plácidas charlas
el abrazo de los cipreses
y las nubes de algodón que bajan.

Pongo un pie y luego el otro
en mis andares surcados por tu nombre.

La suavidad en la voz
el buenos días por la mañana
embriagado de ti y sin resaca
colgado del filo de la hoz.

A tientas mis manos recogen el vaso
que me ilumina en la penumbra
donde renacen azul el diablo.

Cualquiera de los dioses
las paredes de sangre desmanchadas
la vida, la mariposa sin poses
y el levante a mitad de la tarde.

Soy ese dios cadavérico y seco
presentado entre montañas
de alquitrán y ron añejo.

La otra cara de la luna
el cristo en la pared, la lumbre
las bragas de muchacha alguna
y una vela duradera que me alumbre.

Una mota de polvo ennegrece
la porción intacta de lo que llaman alma
y bebo mucho y la mar escucho.