diciembre 30, 2014

Bien, aquí, ahora

Bien, aquí, ahora,
se ha contraído la fumarola
y algo nos baila entre los pies
como un gato castrado
o el albor más reciente
entrando por la ventana,
aún nocturno y borracho
o como la muerte
raspando las alfombras
del cuarto más inmundo
de un hotel, donde sonríen
humedecidas prostitutas.

Sin embargo, todo es azul
y es un cáncer sumergido
en el éter de una atmósfera gris
que bebemos y ya después
en soledad regurgitamos
para volverla a beber.

Entonces se vuelve común
jugar a recoger pájaros muertos
que -sin notarlo de pronto-
cayeron de nuestros de ojos
mientras nos anidaban el pecho,
cansados de las olas de un mar
recubierto de cenizas blancas
y de esta contemporánea
y muy mala poesía
en las paredes pardas
de los sanitarios de los bares
conjugando la utópica verdad
de la palabra
con el hedor
a verdadera mierda.

Estoy aquí, ahora mismo
y soy un débil remolino
o un ovillo de tripas
latiendo a media noche
mientras todos duermen
o pulen sus negras calaveras
del alquitrán vuelto costra
cuando el dintel
sobre las jambas
y las espinas bajo los pies
no dan cuenta de la sangre
que corre aún enamorada.

En el reflejo del agua
de los inmundos retretes
es posible mirar a dios
saltando entre los charcos
de la mano de un prostituta
que siempre llora sonriente,
siempre, aquí,
como ahora mismo
fumando un cigarrillo
nunca encendido por el sol.

diciembre 28, 2014

Te pienso y después te beso

Tan franco, como el filo de la daga
o aquel de la cuchilla de afeitar
presionando apasionadamente
sobre las venas, de un cadaver rígido
y mortalmente agusanado bajo la sal
que elucubra los labios de la muerte.
Me da entonces por cantar a lo perdido,
a lo borracho, como hacen los solitarios
cuando se les encrispa a media noche
el deseo posado bajo el vientre; sin embargo,
esta voz también hubo de ser muerta alguna vez
bajo la hoz de la utopía de para mi tenerte,
rondando junto mí los acordes del después.
Extraño tanto, y no han de ser los años
la censura de mi franqueza ni mi verso
mayor signo de flaqueza, cuando a solas,
entre navajas finas, te pienso y después te beso.

Poco puedo yo hacer

La brújula es más certera
cuando apunta de lleno al norte
y no al oriente, por el que la luz
me nace apagada y encalada
de paredes con un tiro en la frente.

Hoy, inmerso en la tersura de la noche
que me repite al oído malvas letanías
de soledades y atávicas ausencias,
vuelvo la vista al cielo para mirar el pétalo
de la rosa nacida en el excelso blanco
de un páramo donde la luna, pretende
su belleza en la letra y su querencia.

Poco puedo yo hacer, mientras tan sólo miro
sin aprender siquiera el aroma de la flor
maestra de la destilación en nácar del ser,
y sin embargo, enciendo mis ambarinas velas
sin importar el vendaval o el aliento mismo
del diablo que atiza prematuramente la sombra
y el esbozo trágico de mi verso y secuelas.

Estoy aquí, recolectando mis vicios y mis años
en este pozo desierto que te brinda leal y febril
este pecho ahogado entre el abrazo jamás dado.

                                                       A Montserrat Martinez.

diciembre 27, 2014

De tu sexo

De tu sexo, la calma y las flores
tendidas entre mares de ceniza;
de tu alma, copas y copas de licores.

Debes ponerte al día

Debes ponerte al día
saberme un remedo de poeta
que prefiere a Bukowski sobre los grandes
renacentistas, sobre la nitidez del barroco
y que a pesar de mi nada vuelta mi todo
aún conjugo el mismo verso en las aristas
de los dioses con máscara de proxenetas.

Nos hace falta un café y una copiosa charla
lo sabes y lo sé, hablar de la esperanza en los críos
o del peso de las luces después de apagadas;
nos hace falta sabernos cuando nos mata el frío
y cuando nos halla despiertos la razón versada.

Yo, que casi he perdido todo, divago en carmesí
y en el nácar de los huesos tendidos ante el lodo
extasiado entre las noches de perorata febril,
cuando no soy más, que un abyecto conductor
estacionado por siempre en el mes de abril
y en el sol intermitente cual embriagado estrobo.

Me hace falta un café y una charla
dispuesta en tu cadera, tus pechos
para recostar mi cabeza en soledad
y mostrarme deshecho y la temible tasca
donde alguna vez, te pensé inmersa en mi mar.

Tarjeta de presentación

Mi tarjeta de presentación habla de mí
y sin decirlo, dice que soy un gustoso extraño
que gusta de las amargas mieles del poeta,
de la retórica escrita en las puertas de los baños
en las que nunca, ilusamente, te he escrito,
pues soy un hombre de papel y tinta negra
que se juega su última vida en la guerra
de los crueles versos a la me he adscrito.

Habla de soledades encajadas en la sonrisa
que profeso para quienes la formalidad es razón
de bienestar, aún metidos hasta los huesos
en los vicios más banales que contemplan un dios
manuscrito sorteaando el terrible mar.

Para ti, tan sólo soy y puedo ser Gabriel
si es de día, o Gato si me permites ronronear
discreta y tibiamente entre el andar de tus pies.

Mi tarjeta de presentación omite también la noche
por ser aquella, quien me permite el derroche.

diciembre 26, 2014

En mi bitácora de diario

En mi bitácora de diario, en tinta negra
y desolada letra, marco los besos que perdí
a la deriva en esta barca carmesí y dadora
de semblantes nacidos a mitad de la guerra,
de un cierto odio acumulado al garabato
que esbozan los feroces poetas, frente al fuego
de una pasión tornasol con el vientre en cinta.

Anoto las fechas y las horas donde la rosa
se pudre antes de hacerse el harakiri terrible
una vez culminado su rosa y su fresco aroma.

Duro es seguir con el timón emancipado
de levantes que ignoran el sol y la costa
donde los faros, emiten su luz y el calor
de su ojo avisor en las saladas veredas
en las que pone un pie tanto sin embargo.

En mi bitácora de diario, dibujo de tus ojos
el recuerdo de su brillo y de sus mansos lagos.

Envuelto en tu dicha

Me gusta llevarte de la mano, pasearte
por los rincones donde la hormiga febril
se juega la vida en los dados y verte por ahí
sonreir sin causa aparente ni mayores males
que el de mi abrazo si pretende abrazarte.

Me gusta el racimo de desdicha que destilo
esperanzado a tu paso y envuelto en tu dicha.

Las asfaltadas calles

Poco que hacer y en las banquetas
yacen muertas botellas de whisky
y colillas de cigarrillos destripados.

Nada han cambiado las asfaltadas calles
ni la gente que en ellas bebe y a veces vive
sonriendo con los pechos desangelados.

diciembre 24, 2014

Carta irremediablemente versada

Triste es la lluvia de esta tarde y el cielo
amarillento y gris, si se nos viene encima
cuando el chacal se aleja de prisa con un trozo
entre las fauces de nuestra propia carne,
por la vereda del ayer embalsamado en sofismas.

Nada sabe entonces el mundo del perdón
ni de la caducidad de una docena de besos
guardados del polvo en solitarios anaqueles
añorando por la mañana los rayos del sol.

Han pasado tras de mí los años de mirada
lozana y ahora recae sobre mis hombros,
el punto medio en el que el hombre enlaza
el pasado y el presente a pesar de la espuma
por la boca derramada; y entonces no soy más
que este fakir de la embriagada palabra
y un certero loco, un alimentador de quimeras
que me viven dentro del mar por los rincones
que habito a solas para ser quien soy.

Ya no me cabe en las manos la lágrima vegetal
de aquello que entre las sombras me sonríe
y me muestra la fiereza de mis propios deseos
sujetos a tanto mal, a tantas noches a solas
en las que bebo la sangre carmesí de los días
que sólo ocasionan porosidad en los huesos
y tragedia desde la lengua, que te predice
hilvanando despertares con voz de caracolas
con los pies desnudos entre ríspidas alfombras.

Ya sabrás entonces de mi egoísmo, de mi cantar
atolondrado, de mi querer desde el cinismo
radicado en la rotunda necesidad de amar,
de beber ambrosías de una boca y de un pecho
que me irradie entre tanta maldad lo bueno
de vivir entre la letra que me mantiene nocturno
y la sal de las paredes haciéndome versos.

Pero tu, en tu belleza eres febril y rosa certera,
y un adorable conductor de noche a mis letras
que mendigan miradas y pechos desangelados
en los que el silencio es una mancha azul
de inacabados tormentos, cuando no te tengo
ni te sé colgada del suspiro de la luna
que esta tarde me arremete en un gris sentimiento.

Y entonces te escribo un te amo sin pretensión
de grandreza ni proeza en estos terribles versos,
cuando los tragos me calientan las tripas
y en soledad me han de sobrar los blancos huesos
plagados del nácar todos aquellos espectros
que cuando te nombro, se me vienen encima
para cubrir mi sueño de besos sublimes y tersos,
por que has sido y eres la razón contrapuesta
de un funeral y un estas ganas mías de amar
aún, cuando dudo de tener un puñado de corazón
blandiendo el blanco mis días y de su sal.

Pero empieza a oscurecer en estos lares
y no es que quiera creer en mejores levantes
ni en esta barca mía tan siempre a la deriva,
sino que requiero un abrazo cierto del sol
en el albor maloliente de lo que requiere dicha,
inmerso entre luces de neón y ganas de amante
que nunca fueron ni son, más que retrato del hoy
germimando en el asfalto de aquello faltante.

No sé por qué tanta palabrería me hace alarde
de sombras insumisas y ciertamente cobardes,
cuando me tiembla terrible entre los labios:
un te necesito cuando no estás y un duro te amo
que se aloje entre tus nítidas costillas
dadoras de amor lácteo en bandeja para un gato
embriagado en su maullar de ron y nicotina,
de aquellos besos mascarados dentro de un barril
en el que el eco, no hacía más que hablarme de ti.

diciembre 23, 2014

Solitario

Suena una música de fondo
en los oídos sordos de la levedad
que me trae hasta aquí y de noche,
el susurro de la ausencia y del mar.

He sido descubierto un solitario
tras la cortina de humo y luces ambarinas
en el trajín desangelado de diario,
y yo que poco puedo, pienso en ti
mientras revuelvo en el cenicero diez mil colillas.

diciembre 22, 2014

Mientras ríes

Sabes, esperaba verte sin hacerlo
y en las cumbres de mis volcanes nevados,
no es más que el sol de la tarde quien me adolece
entre tus manos frías entre las mías, entre el beso
que  después de tanto tiempo nos come cual gusano
en la manzana del sinsabor que nos acontece.

Tanto me han dicho tus ojos de ti, al mirarlos
tristes y sin embargo encantadores de un poeta
que te muestra su cara más febril, ante la cara
que le besa las costillas de noche por tu ausencia.

Yo, por tanto tiempo perseguidor de la belleza
enaltecida en una copa a solas, tuve que partir
sin maletas ni mayor equipaje que la vela
de una barca con rumbo a penosas caracolas;
yo, que por tanto tiempo empredí la búsqueda
de aquel dios con el rostro de terribles estragos
y di de frente, con aquella gracia suprema
de todos los diablos que se pierden, distantes,
si te dejo habitarme de noche la mente
para callar el negro y encender un silencio
volcado en la certeza de este pecho en azul.

Sabes, tanto me han dicho tus ojos de ti
y mientras ríes tan sólo sé que eres tu.

diciembre 21, 2014

Nunca será suficiente

Tanta es la gente que a diario muere
y sin embargo, nunca será suficiente;
ya tengo demasiados muertos en las gavetas
contemplando sombríos mi presente
y apostando para mí por una patria oscura
sin mayor suerte, y en los recodos de la palabra
dicha a solas, igual que el viento decembrino,
se aloja a flor de piel y en el alma duele.

Afuera hay fiesta y luces brillando multicolores
y en el cementerio millones de olvidadas cruces
deterioradas por el tiempo y por el llanto seco
de un caduco sentimiento, de una corona
carcomida en soledad por los sonrientes gusanos;
y afuera todo es pétalo y dentro hay una espina
que se me gesta entre el pecho y las manos.

Todo me duele y más la muerte que crece
a mi lado, hombro a hombro, sin tocarme del todo
mientras bajo el vientre me besa y me acaricia
y me abraza en su brasa de nácar, en su blanco
afilado, en el albor de los condenados a la vida
que sueñan aún con ser de ella disidentes.

Y en mi terrible perorata sale un puño cerrado
directamente desde el corazón de la noche
tratando de tumbarme los dientes, de extirparme
la lengua, el naufragado par de riñones y el sol
que en los bolsillos fieramente me guardo
para derrochar, cuando la muerte no es suficiente.

diciembre 20, 2014

El poema

Es increíble el andar -casi siempre errado-
del poema, sus correcciones, sus mutaciones,
su métrica -que ya nunca demasiado me importa-,
su pasado, su efímero presente, su futuro
entre botes de basura y algunos inocente lectores.

El poema no es más que una puerta que siempre
permanece abierta y que así mismo, deja entrar
por ella a cualquiera, sin pretensiones de civismo
o pasiones burdas más allá del duro encuentro
del pecho enajenado con las olas del mar.

El poema es un cielo anárquico y obtuso
sin dintel y con las jambas desvencijadas
en el que los locos de noche sueñan con glorias
y sulfuros galácticos, con motas de polvo
de estrellas que en el otrora soez sucumbieron
en el latido de los que escriben su letra en el lodo,
en el costillar de una res que no conoce la India
y entre las promesas de un Nerón en una abatida
Roma, que sin embargo es excelsa y todavía bella.

No hay nada más certero que la nariz del verso
asomándose a cualquier parte  con intención
de ser leído y que nadie más a solas lo lean.

Sobre la almohada

En la mañana, sobre la almohada,
algunos cuantos cabellos con olor
a cigarrillos quemados y a dura resaca,
algunos pétalos nacarados de la flor
más certera del rosedal de la muerte,
mis ganas fornicando con las ganas
de despertar aquí contigo, y tenerte.

Sobre la almohada, en la mañana,
amannece el demonio ya con canas.

diciembre 19, 2014

Callad, penosas caracolas

Yo, que he tenido tanto tiempo
que hacer el rito del amor solas,
mientras desdeño fragancias y pétalos
de perdidas y grises amapolas,
busco igual que ellas, ajenas de la gracia
al sol, la tibieza de un abrazo y una corona,
mientras me bebo un trago que a medias,
logre hacer callar de pronto mis caracolas
que con su viento esbozan un "te extraño".

diciembre 18, 2014

En el recuerdo

Te debo tanto Janeth
lo sabes, lo sabemos, lo sé
mientras soy un brillante bocado
para las fauces del Leviatán
que me devora el pecho
empezando por los pies,
después de tanto anidar en este océano
de versos gangrenados
en los que pierde su nombre la mar.

Conservo en salmuera tres estrellas
y un sueño al que renuncié por ser tan grande
que me desbordaba a menudo el pecho,
tu tierna carcajada ante mi marcada idiotez
y bajo llave el bienestar de tu abrazo
cuando el gris me ensimismó cruel y deshecho.

Hoy, que lejanamente te miro y siento
en el pecho tibia una sonrisa sin licores,
de pronto se me aleja esa bestia de mar
y en el recuerdo, recuerdo quien soy
y vuelvo a habitar mis castillos de humo
y blanca arena, en los que tantas noches
rucubrí mis demonios del brillo en tus labios
y de tu piel morena revestida de febril seda.

Sólo así

Mastica un puñado de vidrios afilados,
córtate el dedo pulgar de la mano derecha,
hazte el harakiri cualquier noche de verano,
platica con la luna, apaga las estrellas,
bébete una botella de ron en segundos,
deja de creer en dios, desencájate de la vida,
busca hermandad en los sonrientes vagabundos,
dale un beso a la puta que te evita la boca,
apágate en el alma más de siete mil cigarrillos,
detenle a Sísifo por un momento su roca,
canta entre las sombras penosos estribillos,
vive como mueres, sentida, torpemente,
olvida la costilla de Adan y a la terrible eva
y no dejes nunca de recordar lo vil de la serpiente.

Destruye a tu paso cualquier signo de ambrosía,
vuélvete loco o marica,
y entonces, sólo así, comprenderás mi poesía.

diciembre 17, 2014

Florece un dios

Tanta es la gente en esta ciudad
de grises calaveras sonrientes
y es tanta la muerte que opaca al mar.

Cada noche, febril siembro un huerto
donde florece un dios en derroche
pregonando la palabra muerto.

diciembre 16, 2014

En el blanco de mi calavera

Algunas veces, metido en noches
como éstas, aguardando por una luz
o por un pecado -hace tiempo que nada
ya tengo como cierto-, o mirando cómo
es que pasan las horas y cómo es
que corren si disueltas, olvidan el tiempo
en los licores que contienen mi vaso.

Ha sido un día de portazos en la frente
y ha sido un día en el que he encontrado
casi muerta y sangrando por todas partes
esta poesía, que no habla más de espectros
en las paredes y sin embargo, también
de una extraña belleza y de esperanza,
de esta perdición en la que he hecho mía.

Me cuesta trabajo, lo sabes, mirarme al espejo
y encontrarme en él con la claridad del ayer
y más me cuesta, aceptar aquellas afirmaciones
que otrora me han descrito con el mote de poeta,
cuando sólo soy un borracho que escribe
la cara más humana de sus propias flaquezas.

Hoy descubrí que las rosas de hambre mueren
en el cementerio y que la muerte se me gesta
a diario en lo más profundo de mis sentimientos,
descubrí un colibrí febril en el basurero.

Cada vez tengo menos y hablo de dicha
y de virtud, de grandeza, de épicas proezas,
de salud, cada vez tengo menos y con ello
mis letras fornican noche a noche entre ellas,
por que esperan ver nacer un monstruo
de la verdad que callan los que nada tienen,
los que a nada aspiran, los que cierran los bares,
los que lloran a solas, los que no tienen estrella,
los que se sinceran a solas ante la muerte.

Y estoy metido en una noche como ésta,
meditabundo, bebiendo un trago sin ganas
de beberlo, pensando, intentando domar
al demonio rapaz de la tinta negra y la soledad
que me acontece hombro a hombro, perenne,
inmutable; y las horas empiezan a correr
desbocadas, como las sombras que me surcan
bajo los ojos el alma, necesitada de sólo ser
y no de la nube de azulado humo estacionada
en esta alcoba, en la suceden tristes los versos
con esta conciencia gris del presente y del ahora.

Hoy he leído a Celaya y he pensado tanto en ti
que a ciencia cierta traigo en cinta la palabra
que te busca sin más, en los rincones de una casa
demolida a fuerza de distancias y malos tiempos
que en su penumbra, sonreía siemmlre al alba.

También te quise siempre aquí, a mi lado,
mirando el resplandor de tu sonrisa después
de leer mis versos  dirigidos a la hoz de tu cadera,
o al brillo que aún me queda de tus labios
mientras pienso en el blanco de mi calavera.

Sigues aquí, y te extraño...

De mi beliz

Ando extrañando todo aquello
barbizado con una mota de polvo de pasado,
todo aquello que fue y sigue siendo en mis días
tan anochecidos y bellos, aquello que respira
en las cloacas que resguardan de ajenas manos
lo podrido entre la quina en la boca y la ambrosía.

Me han removido estas sombras de media noche
el pecho y en él, un tónico  contra la ausencia
no logra curar la llaga sangrante de un te amo
que viene a quemar su leña en mi presencia
con la consigna de tus pies, bogando por playas
en las que el despues sea un castillo de arena
y no la singularidad de los espesos derroches.

Cada vez que muero es por ti
y no por el peso incomprensible de mi beliz.

diciembre 15, 2014

Tu fantasma

Díficil es la palabra cuando de noche
y a solas crece y nos atraviesa la garganta
sin piedad, cuando perdidos estamos
buscando pasar un trago de agua de mar.

Díficil es sentarme aquí a mirar tu fantasma.

Podemos esperar

Podemos esperar que escurra
la última gota por las paredes del vaso,
que dios se afeite la barba, que la mesa
de la cocina eche a andar en dos patas,
que retoñen rosas de nuestras bocas rotas
o que una noche cualquiera, enloquezcan
los astros y a las tres de la mañana, nos salga
radiante un sol de un distante planeta
mientras la luna baja a beber un trago
entre las putas y los cínicos proxenetas.

Podemos esperar que los caminos
se vacunen contra los tumbos, que el diablo
se postule para pastor católico y romano,
que las luces de neón no conduzcan
al alcohol ni a las barras de los bares
donde se sientan tristes los solitarios.

Pero el caso es que tu y yo, a estas horas
dada una noche fresca y tiernamente
estrellada, ya no podemos, sino esperar nada.

Yo no soy uno de ellos

Hoy conocí en el vagón a un borracho
que hablaba de resurrección y otras cosas
que los borrachos hablan si les falta un trago
hasta que en la siguiente estación
subió una linda mujer y de mi se despidió
para abordarla; ella era muy bella.

Diez minutos después sin ruido se besaban
y sus repiraciones agitadas parecían
algo animal y algo sublimenente perverso.

Hay una hora de borrachos, un escuadrón
de la muerte predestinado a enamorar a las chicas
con sus estupideces, y yo no soy uno de ellos.

diciembre 14, 2014

Cuando hablo del amor

Qué bien me sabe esta noche
el trago de ron que bebo
recostado en el sofá mientras te pienso.

El amor es la única causa perdida
por la que vale la pena perder la razón.

No te miento mujer cuando te digo,
que soy la larva que espera el nacimiento
de sus alas metido en una pila de mierda
acontecida en la escuela sin sustento
de mi verso y de mi extasiada nada;
pero qué te cuento, mujer, si me miras
y sé bastante bien que no me entiendes
una palabra, pero me miras, mujer,
y en tu mirada recae la apología
sin explicación de mis noches y mis días.

Me preguntaste si creía en el amor
y contesté dada mi vocación natural
a la verdad, con una perorata que terminaba
diciendo algo así, como que "el amor es un mal,
de los más terribles y de los más necesarios";
y tú me sonreíste, y yo sin reservas te sonreí.

Fue ahí mismo cuando supe que estabas loca,
y que tus labios, bien valían afilados la pena
y comencé por enredar mi verso en tu cadera
anteponiendo contra ella mi beso con la boca rota.

Qué bien me saben esta noche
los tragos de blanco ron que bebo
mientras miro embriagado el pañuelo
que carga sublime el brillo de tus labios
y el recuerdo esperanzador y torpe
que me embriaga cuando hablo del amor.

Incomprensible

Nunca entendí la lengua de la flor
que bajo el agua emana, ni el idioma
de los panes y los peces por no saber
a modo, las tablas de multiplicar;
no pude nunca comprender tampoco,
a ciencia cierta el palpitar de un corazón
podrido y exhibido entre letras malvas
al fondo de un frasco de alcohol.

Nunca acerté dos tiros jugando a las damas
y si era el ajedrez, mi rey infame abdicaba.

Nunca llegué a Roma preguntando
con la voz rota y el alma en harapos
ni Nerón jamás me recibió en sus aposentos,
nunca la Grecia antigua su perfil descansó
en la fallida Iliada sujeta a mis brazos
tan llena siempre de personajes perversos.

Nunca emprendí aquel vulgar sueño
americano, ni creí en el albor de los designios
de oro y jade de mis preciados antepasados;
nunca mi fe despertó embriagada en la fe
que anuncia con campanas la misa de gallo,
nunca tuve esperanza en el mítico después.

Y entonces aquí me tienes, escribiendo
versos la borracho y a lo puramente macho
por que más no sé hacer, cuando mi beso
tu boca febril acepta y después, me descalabra
con un puntiagudo y desangelado ¿por qué?.

Si supiera contestar la vaguedad de los "por qués"
nunca como hoy te hubiera besado.

La penosa brillantez del mundo

Cierta claridad hay en la noche,
en el gris mundo de las sombras,
casi como un fuego eterno
reflejado en los diminutos ojos
de los roedores que de mí huyen
y después mis pasos acompañan.

Me sé mover a tientas y dando
traspies y tumbos, entre los baches
aafaltados de sutiles quimeras
tratando de hacerme del todo caer
en la penosa brillantez del mundo.

diciembre 13, 2014

Mañana promete ser un buen día

Mañana promete ser un buen día
y sin embargo estoy bebiendo
y es por que tengo frio y estoy sediento
o por que estoy del todo cansado
de tragar esta nada sin cofradía.

Traigo un misil metido en la boca
esperando tu boca por la mañana
para disparar mi beso a quemarropa.

Menos gris y más feliz

Si no me pesaran las ganas
estas ganas tan mías siempre de ti
y los cuervos no devoraran
cada noche de insomnio mis ojos
o la luna sujeta al estertor de la noche
dejara de mostrarme las bragas,
creo que entonces
pudiera ser menos gris y más feliz.

Es todo oscuro

Es todo oscuro, y aquí, sentado
siento el golpeteo en las mejillas
del viento, miro sin siquiera mirar
al mundo mientras duerme aniquilado
y escribo una poesía de sangre derramada
que intenta descifrar la lógica nocturna
del crujir incivil de tantos huesos.

Es todo oscuro aquí dentro,
y en la oscuridad se apagan los ojos
de las criaturas inverosímiles
que ante mi, sentado, deambulan.

diciembre 11, 2014

El hombre

No es más que una terrible pandemia
en el mundo aquel que se dice hombre,
aquel que enciende el malsano televisor
mientras la barriga le crece y en el buzón
la vida muere mientras tristemente florece,
esperanzada a saber si el color del billete
es verde o si dios ha puesto el dedo
entre las veladoras que encendimos en un rincón
cuando nuestras ganas de más están en celo.

El hombre no es más que una terrible plaga
capaz de hacer florecer en su corrupta garganta
el frío nacido entre sus balas y sus propias dagas.

Puede que sea una idiotez

No sé, puede que sea una idiotez,
pero me gustaría que supieras cómo estoy
a estas horas tan plagadas de bombillas,
que supieras cómo es que al cabo soy
después de hacer el amor con las sombras
que abrazan esta habitación, con dios
y con el diablo al poker jugando
entre el cúmulo de poemas y ropa sucia
en el más tibio y enmohecido rincón.

Hace dos noches que sueño el mismo sueño
y en ambas veces tu boca es quien sonríe
cuando me llega el alba y entonces tiemblo,
tiemblo de amor y tiemblo de vicio y de muerte
y de tantas ganas amordazadas en silencio
por la hoz de una luna que intenta tenerte,
aquí, conmigo, orgullosa de tu imperfección,
del daño a solas hecho bajo el ombligo.

Me gustaría, también, que el zigzagueo
que sigo a media noche hasta el culo de borracho
no me esbozara un intento de precoz de funeral,
ni tratara de besar tus pies por no tener
los suficientes tragos para adormecer la noche
en la que el poeta que escondo bajo el disfraz,
sólo pretende entre tus pechos el verdadero ser.

Me gustaría, y es una estupidez,
que me llevaras la mano de mi pluma a tu sexo,
de la ausencia soez, a los labios del pasado
en el que aún si es de noche, bajo el vientre
me crezco a la manera de los enamorados,
a la manera de los idiotas que siempre
van dando tumbos y se sienten poetas
cuando se les acaba el último trago.

No sé, puede que sea una excelsa idiotez,
pero me gustaría que al menos lo supieras.

Cuando el reloj la vida cercena

Algunas veces me apena
toda esa horda de ideas
que innacabadas, han tenido que parar
en el cesto de basura
prendidas a la sombra martajada
por la piedra, que cada noche
ha de caerme sin contemplaciones
desde una empinada colina.

No miento si afirmo que mis ganas
a media tarde aguardan sonrientes
un estrato de suerte que me inunde
del rayo que emancipe a la muerte.

Y fumo tanto y las cenizas esparcidas
de mi tabaco me nublan la mirada
y con su eterno gris, no hacen más
que invitarme copiosamente un trago
en el que mueren las aves en bandada.

Me apena también a solas el mar
y el nácar que reviste la caracola
en la que ya nadie el oído asoma
para escuchar en ella la verdad
del viento que afilado, tan sólo esboza
la frialdad de la paredes embadurnadas
de un pasado bajo un puño de cal.

Y entonces escribo tanto que mis manos
exigen el pago de horas extras y la creación
de un sindicato que proteja su triste trabajo.

Todo esto en verdad me apena
cuando me encuentro dentro de una habitación
desierta tratando de dar respiración artificial
a un corazón que se me muere de pronto
y de viejo, cuando el reloj la vida cercena.

diciembre 10, 2014

Podemos ser más

Podemos ser más
que erguidos monos
que evolutivamente
adquirieron del poder
la codicia y la ambición
andante en un par de pies.

Podemos ser más
y descansamos confortablemente
haciendo historia en la nada.

Diciembre 10, a mis 29 años

Me he puesto a darle de lleno
a la malva pasión del verso
a darle sin escrupulos duro
y sin temor, de los tragos bebidos
por el hígado siempre trabajador
y no pretendo más, sino un sol
que caliente y no queme la piel
de las avenidas que recorren estos pies
buscando desazón lo perenne.

Me he propuesto enamorar a una muchacha
y sin quererlo el uno transmutó en un dos
cuando lo único que me sobra es la nada
y algún jueves donde no ha salido el sol
ni han sabido mis demonios gustar
de la sombra que produce el gris en hondonada.

He escrito también un azaroso cuento
que habla de ti y habla de mí
con otros nombres y en otros tiempos
en los que disfruto sin mayores pesares
de la hoz morena que guardan tus pechos
irradiando mi robado mes de abril.

Me he puesto a pensar en demasía
en la locura de los estratos de mis días
y en la palabra que deambula solitaria
entre las ganas de anidar entre tus labios
mi falo repleto seminales cofradías.

diciembre 09, 2014

He dicho adiós

La soledad es una loza
que muy a menudo logra quebrarse
ante el peso nacacardo
de los pies de una mujer
con la que el hombre
no puede más que derrumbarse.

Hoy he dicho adiós
a la mota de polvo
que enmarcaba mi machismo
y pretendo hacer lo mismo
con mi encajada soledad.

No se si estoy estúpido o estoy feliz

No se si estoy estúpido
o estoy feliz
en esta noche de vaivenes calmos
rondando mis pies
y mis violentos pasos
dados entre el andar
embriagado sin mayor reparo
del cruento después
o al cabo
no lo sé
y en esta habitación
a solas, tan sólo
me he descubierto
frente al espejo sonriendo
y me siento estúpido
o simplemente feliz
cuando quizás solo sea
que olvidé estar jodido.

diciembre 08, 2014

Te ofrezco

¿Que qué putas te ofrezco?
nada,
mi nada que es tan basta
y sin embargo, siempre es tan mía
entre ríos y caudales
que corren por mis manos
y buscan el silencio cuando gritan.

Te ofrezco mis muertos boca arriba
el cancer que se gesta en mis pulmones
mi voz desangelada por la noche
mi terrible colección de botellas vacías
y la experiencia de haber sobrevivido
a millones y millones de tragos
-la mayoría siempre a solas-
y mi certeza de saberse perdido.

Te ofrezco gratitud incondicional
mi lengua de gato
causando alborotos
entre tus labios
con luces de bengala al despertar
un par de te quieros en la despensa
y toda aquello que como mal alumno
hube de aprender de mis sabios.

Te ofrezco esta luna, que sin serlo
es también mía por que me sabe los pasos
y tanta carencia por el tiempo adquirida.

Te ofrezco mi manera derecha
incluídos en índice y el pulgar
la mejor conservada de mis costillas
mi caja de semiabierta de pandora
mi mirada perdida entre las luces de neón
de aquellos bares recubiertos de pasado.

Te ofrezco llevarte a Disneylandia
un día de lluvia sin salir de mi cama
y en soledad, cuando te vayas, llorar por ti.

Te ofrezco esta rosa patanería
y tal vez dos mil motivos infantiles
para causarte una sonrisa
un barco de papel sin cera
un poco de tiza y tanta tinta negra
un dios y algunos célebres pecados
poemas de ti a quemarropa
incienso humeante el la alcoba
y un boleto de autobús a ninguna parte.

¿Que qué putas te ofrezco?
todo,
todo aquello
de lo que radiantemente carezco
y la chispa que algunas veces me ilumina
cuando me sé naufragado y sólo
ofuscado por la luz de las bombillas.

Te ofrezco un suspirar de pétalos de flores
que sólo expirarán cuando cansados,
hallemos un descanso en el vértigo
del columpio de los nuevos amores.

La gota que acompaña

Aún persiste la gotera
que baña de alquitrán
y sal de mar
la palabra encanecida
que recubre mis andares
y mi mala calavera,
la muerte lenta de mis horas
cuando desnudo me enfrento
a la ausencia que trae embravecido
este desierto en vendaval.

Cruel resulta el tintinear cristalino
de la gota que acompaña
solitaria el clamor del respiro
de las piedras disueltas
en la profunda miseria del mar.

Ha llegado una mujer

Ha llegado una mujer
que se parece en demasía a ti,
en los gestos exagerados,
en la caricia con toque pélvico,
en el abrazo que me brindan sus senos
y en los labios que cada vez pueden
con su mitad, besan la mitad de los míos;
y no te miento si te digo,
que estas trágicas noches
ronronea febril mi abultado vientre.

Yo ya no quiero querer cuando pretendo mujer
escribo a quemarropa sobre ti pecho y tu boca
esperando contigo y con ansias enloquecer.

Que la iglesia me perdone

Las catedrales no son lugar para las sombras
ni los altares para fotografías de aquellos vivos
que desde hace tiempo sin quererlo han muerto
como lo vienen haciendo los versos taciturnos
y eternamente cobardes que a deshoras escribo
cuando pierdo mi turno para entrar en el cielo.

Nada me dice dios cuando pregunto mi situación
con el banco mundial, o del dogma del arrabal
donde he nacido con la triste y penosa vocación
de arrastrar siempre, con los pies la sal de la mar
envuelto en el designio cruel de la razón
quse se madura en soledad bajo el vientre.

Nunca he sabido rezar y aquel catecismo
que tomé cuando niño, sólo me ha dado
para demostrarle al papel de mi atávico cinismo
que lo mío, sin contemplaciones, es amar
y después naufragar entre un verso hondonado.

Que la iglesia me perdone entonces...

diciembre 07, 2014

Algo tiene de razón

Algo tiene de razón el brillo en tus ojos
cuando hasta mí se acercan como lo hace
cada noche la locura que tenue irradias
y desemboca, siempre a solas, en estas manos
que pretenden tocarte,y sin más se cercenan
ante la irremediable proximidad de tu boca.

Algo tienen de irresistible para mí
las chicas que no temen al alba
y se enamoran de grisácesos fantasmas
como lo soy yo, cuando debo partir.

Pero algo tiene de razón
el brillo en tus ojos,
quizás también tengan corazón.

Conservo dos pañuelos

Conservo dos pañuelos y todavía
un talante para aquellas veces
en las que se me va de las manos el cielo
o simplemente, bebo de más y escarcho
con mi propia el sulfuroso infierno.

La vida no es fácil para nadie
y mucho menos sediento de ambrosías
en estos lares donde la gente
de la nada desaparece y los licores
son consumidos en estos terribles bares
donde les sirven un trago a los menores.

Esta noche, después de tu recuerdo
guardo sujeto a la ebriedad mi talante;
te regalo mi par de versados pañuelos.

Resultaría bastante estúpido

Resultaría totalmente estúpido actuar
indiferente ante tu ausencia y el saber
que sigues aquí, metida en la despensa
de besos de sabores que ayer guardé,
estando hasta el culo de borracho para ti
y para esas noches en que la soledad
te abraza tibiamente y te cercena.

Ya poco queda del rapaz que fui una vez
enmarañado a un sueño en el que bailaban
para mí tus pies, mientras yo escribía cuartetos
y algunos malos sonetos a la luz de una vela
inmersa entre la noche que me desangraba.

Ahora que no te tengo ni del todo me tienes
bebo con mayor mi trago de dorado ron
y sin embargo, no puede actuar indiferente.

El mundo duerme

El mundo dueme y yo pienso
en la proximidad de tu mano
contra la mía una tarde cualquiera
que pudiera ser como éstas,
en las que los vagabundos
se mueren en las calles de frío
mientras el mundo duerme
y yo pienso en ti y en tu mano
posada un instante en la mía
mientras los vagabundos
terriblemente mueren de frío.

diciembre 06, 2014

Un perro cruza la avenida

Un perro cruza distraídamente la avenida
y alrededor la ausencia, esa ausencia cruel
y siempre nítida, me zumba a quemarropa
en los oídos que perdí de tanto charlar
con las copas por mi por mi propia boca bebidas.

Nadie es capaz de develar la grandeza del ser
cuando enajenado deambula en el asfalto
entusiasmado por ver un hilo de sangre correr
por los azares en los que tiembla de frío la luna.

Brindo una rodilla al suelo y entonces le llamo
y me distraigo en torno a una grisácea avenida
cuando viene a mí y es él, quien me sonríe
mientras me brinda la lealtad de su mano.

diciembre 05, 2014

Me falta una mujer

Me falta una mujer y no eres tú
sino erradicar poco a poco la ausencia
desprenderme un poquito del trago
de la letra, de mi inseparable tabaco
de las avenidas que arroyan lo mismo
perros que despistados peatones
enamorados del tul y de las ambrosías
clandestinas, que provocan ir en el amor pensando
como lo hago yo en ti cuando me falta mujer
y entonces me da por escribir gilipolleces
mientras bebo y observo que mi orina
es cada vez mas tenue y menos amarilla
a medida que voy dando felices tumbos
y se me sueltan la lengua y las manos
para dar lleno entre fecales heces.

Me falta una mujer y no eres tú, ni tus entrañas
por mi boca consagradas, ni es tu sexo bravío
el fantasma que nocturno ronda mi habitación
cada vez que te pienso prendida a mi cuello
ni son tus piernas más que la botella de ron
que me dicta estos miserables versos sombríos
pensando ya en el mañana y en la corbata
roja que luce triste sin mi garganta en su nudo.

Me falta una mujer y no eres tú y aunque lo fueras
jamás tus golondrinas sabrían del nido
que de malvos poemas he hecho para ellas
ni de la cortina de humo de esta gris poesía
en la que me faltas como mujer para estas manos
entretenidas  con los irremediables ovillos
de la ausencia que me irradia de ambrosías
puestas en un futuro sin ti y malsano de la boca
y huerfano del corazón y del esbozo de alma
de terrible poeta, al que le faltas de noche tú
y le falta, cual mano diestra una mujer distinta
a ti  y que que se pinte los ojos de sepia y no de azul
por aquello de mi tinta siempre negra.

Me falta una mujer y no eres tú
sino tu hermana, tu prima, tu mejor amiga
o quizás si seas tú, cuando te pienso
en otros brazos, tan ajena y tan mía.

diciembre 04, 2014

No he cambiado mucho

Sigue habitando el azul de mis noches
ese silencio cruel del verso entre copas
y el crujir del tabaco cuando febril arde
recostado en las paredes del cenicero.

No he cambiado mucho y sin embargo
el mundo a diario lo hace, como así mismo
los poetas se mueren de soledad y de hambre
cuando la belleza se reviste de bares de putas
y callejones a oscuras, de romántico cinismo
y de avenidas donde se esperan los amantes.

Por las mañanas soy otro y no soy más
que aquel que se disfraza y se perfuma
de esperanza, a pesar del barro en los pies
y esa voz caracolas que me pide callar
el silencio de la noche, siempre tan azul
como de lejos se deja ver el copioso mar.

No he cambiado mucho y sin embargo
la voz de la caracola me exige un cambio.

Tras de mí

Tras de mí, la sombra enajenada
de la muerte viene y va, se detiene
un instante a mirar la nada en mis ojos
cuando son arena y sal, y son tan míos
como lo es ella a los albores rojos.

Tras de mí, los huesos chocan contra sí
metidos entre pensares vulgares y sombríos.

Alicia viene aquí

Alicia viene aquí después de tantas noches
y sin estarlo, se bebe  conmigo un trago;
viene a hablarme de la ausencia y de los labios
partidos por el frío, del afan del derroche
en la sonrisa que aún recuerdo y de la razón
que algunas veces se halla en los sabios.

Ella es la nitidez absoluta del rayo de sol
y voz febril acurrucada en la belleza
del pasar de los años, ella es la certeza
y el don del pasado con buenos ojos
en el que maullan terriblemente los gatos.

Alicia viene aquí y me frota con ungüento
las manos que tanto han sufrido el trajinar
y me refresca las ganas y el cansino verso,
los sueños de aquella vez mientras la mar
termina por adolecerme voraces sentimientos.

Y yo la tengo aquí, entre mi pecho y mi vaso
jugando a cortarse los rizos y arropando gatos
que en su memoria desisten del pardo por lo febril.

Para Alicee Olivares.

No conozco muchos poetas

No  conozco  muchos poetas
ni pretendo realmente hacerlo
la mayoría de ellos, son unos consagrados
hijos de puta, unos incomprendidos
hasta los huesos que se enajenan
con la cara fiel de la luna, sin conocerla
y sin saber que el diablo es , sin del todo ser
un rotundo lunar tenue y preconcebido.

Brindo por ellos y por el narcicismo
que acontece en el pecho del poeta contemporaneo
plagado de soledades y tristes cinismos.

Pretendo una pizca de gloria

Nada sé de la certeza que esboza
el páramo donde la luna es perenne
ni de la belleza de los dedos cantantes
de ambrosías, dispuestos en los labios
a tratar por la piel erizada bajo el vientre.

Yo sólo soy un simple poeta que se dice serlo
por el rubí de una boca que sisea el verso
de una forma amortal y terriblemente bella
en la que recuerdo la palabra reptando soez
por mis andares ambarinos y crudamente tersos
buscando sin norte una razón y una estrella.

Ya nada sé de la métrica, he olvidado el soneto
las décimas, los matices, la sombra que nadie nota
de la sinalefa, los cuartetos, los impares tercetos
he olvidado escribir sin traer la boca rota.

Nada sé de la sapiencia de los grandes
de Bukowski, de Benedetti, del buen Sabines
de Chumacero, de Paz, de Montserrat Martinez
y sin embargo pretendo una pizca de gloria
tímidamente y son hacer tanto alarde.

Yo sólo soy un simple poeta que se embriaga
cada noche mientras rememora la grandeza
de sus sabios, dando razón a las luces calmas
que tiemblan entre las manos y los labios
matando a sus propios demonios de flaqueza.

Luces de colores

Empiezan a adornar
con lucecillas de colores
las grandes avenidas
y todo aquel rastro de color
sólo ayuda a recordarme
los bares que iluminaban mi letra
entre tumbos y luces de neón.

Ya casi es navidad
y no he comprado aún
un regalo para mi soledad.

diciembre 03, 2014

Ya pronto

Ya pronto, me digo
y callo los temblores
de mis terrbles manos
ambarinas desholladas
como el bolsillo del mendigo
rezando por una moneda
a cambio de su penoso canto.

Ya pronto, le digo
y me sumo al desento.

diciembre 01, 2014

En una habitación como ésta

Es duro hallarse en una habitación como ésta
con su bombilla pendiendo amarilla
con sus miles de vicios encapsulados
con sus demonios que jamás se cansan
de follarse por detrás a la ausencia.

Es duro, y a la vez, blando
como el barro bajo las botas
después de un día de lluvia
en el que la vida se hubo apagado.

Dormir un poco, despertar, afeitarse
enrolarse en el nauseabundo disfraz de diario
actuar el saludo o el buenos días,
trabajar como un esclavo contemporaneo
beber , fumar, escribir, beber otro poco
pensar en aquellas magníficas piernas
hacerle creer al mundo una genialidad
cuando no soy más que un borracho y un loco.

Ya no te tengo siquiera tomada del talle
y algunas mariposas en torno a mí vuelan
con sus sonrisas y sus miradas distorsionadas
por creerse la idea de que seré grande.

En realidad ya no me creo nada
dios y el diablo son para mí la sucesión
de la imagen más fiera y más terrible
en la que el hombre puede depositar su fe
y sus pasiones más obtusas y temibles.

Yo casi a nada le temo, sin embargo dudo
del todo cuando se reviste los ojos de nada
y resulta la vida coloreada de sal y azafrán
entre los versos que escribo gris y desnudo
tirando mi pecho a la más aguda hondonada.

Ya no te tengo y sin embargo me tienes
tragando el humo azul del cigarrillo
y negando mi cuerpo  y mis copiosas manos
a un cuerpo ajeno que pretende que haga con él
para cada noche, un fantasioso estribillo
de licores plasmados de amores al revés
y de tragedias corriendo en segundo plano.

No se me ocurre nada y ayer te soñé sonriendo
y no eras tu, por que me abrazabas sombría
y tu abrazo siempre me supo a febriles ambrosías
de vuelos y de pajarillos tenues contentos
y en mi sueño, te vi mirando estrellas amarillas
mientras besabas el humo de un simple recuerdo.

Es duro hallarse en una habitación como ésta
a estas horas enarboladas de la noche
esperando un sol a la manera cruel del derroche
que me pretende volarme repentinamente la testa.

Espero que estes bien.

Ojalá pudiera

Yo soy de los que guardan
al fondo de un cajón sus flores amarillas
y esta letra de tercermundista corazón
que sabe a tierra y a peldaños grises
iluminados por tímidas bombillas
y soy también un gran bebedor
y un loco más embalsamado de poesía.

Soy también, en la humareda fumador
y un inquilino terrible entre las sombras
de la razón, cuando siquiera dios la tiene
y soy la forma más común del perdedor
que marca el levante con su vientre.

Yo soy de los que guardan para mañana
un poco de ron para los cobradores del alma,
para la musa, para el bocado del leviatán
hambriento que me engulle con calma
y soy, el sendero en el que se hallan mis pies
ajeno a costilla  en la que nunca estoy.

Soy río mermado y un paraje huracando
y sin embargo,  cuando me miras soy
poco más que una estela firme en lo alto.

Ojalá pudiera regalarte un te amo...