¡Cómo no se me ocurre una palabra que friccione, esos secos maderos que a mi paso he recolectado para encender junto a mi, ese fuego que resulte en mi cuerpo, tibio y dorado! ¡Cómo no logró embelesar la nostalgia recién salida del pozo, en el que no hay ni panes ni peces, y sin embargo ahí permanezco tumbado, caña en mano esperando, tal vez encontrar en el propio reflejo un par de fúnebres cipreses!
Y ahí, la eterna y amoral Luna que con toda el alma se abrasa a su mentira para que en mis ojos se torne realidad; y ahí, tan fugaz como endorfina liberada con el místico nácar de su piedad.
¡Cómo entonces no se me ocurre creer que en este espacio no existo, ni respiro ni habito ni acumulo pernoctando, necedades para sentir mi propia carne, para tocar mis huesos, para saberme vivo, para abrasarme a tu mentira antes de desgajarse, y contemplarme en tu mirada, que tampoco existe y en pasional arrebato reventarme los párpados, para así entre bengalas cegarme, para así entre embustes creerte, para así entre sueños de muerte vivirte...!
Y ahí, la eterna y amoral Luna que con toda el alma se abrasa a su mentira para que en mis ojos se torne realidad; y ahí, tan fugaz como endorfina liberada con el místico nácar de su piedad.
¡Cómo entonces no se me ocurre creer que en este espacio no existo, ni respiro ni habito ni acumulo pernoctando, necedades para sentir mi propia carne, para tocar mis huesos, para saberme vivo, para abrasarme a tu mentira antes de desgajarse, y contemplarme en tu mirada, que tampoco existe y en pasional arrebato reventarme los párpados, para así entre bengalas cegarme, para así entre embustes creerte, para así entre sueños de muerte vivirte...!