octubre 31, 2012

Como veis

Como veis no tengo nada,
en los bolsillos las manos,
en el pecho un taladro
y en la boca mil hondonadas.

Pero quédate cuando me largue
con la tripulación del barco aquel
que ha de viajar a ninguna parte.


octubre 26, 2012

En este instante

La noche avanza, discreta,
a su propio y voraz ritmo.
Y es una pena lo que dura
el día en su fase oscura,
cuando las masas duermen
y los artistas enmarañan
su suerte en la que mueren,
entre el albor de la mañana.

Injusta es la justicia del hombre
que ha osado poner su razón
como garras manifiestas
en el escozor de la carne
cuando entre cañones se bate.

Y el sol en su eterna llamarada
sigue alucinando con carbones
dispuestos a arder, prendidos
de una locura que quema insumisa
los témpanos irremediables
del sueño en que debimos
bajo una nube negra perecer.

Y yo, tan cobarde como la Luna
sólo salgo oscuro para los locos
que me miran, ocultando la sonrisa
de aquella tristeza que embadurna
las paredes de melancolía,
mostrando la cara imprecisa
del azul que el espejo matiza
en levantes sin dunas de arena.

Siempre he sido fiel a mi mismo,
nunca he robado sino latidos
y tanto he llorado como he reído,
por que disfrazo mi verdad de cinismo.

En este instante, tengo dos maletas,
una con destino a la unión de tus muslos
 y otra sin remedio a ninguna parte;
tomaré la segunda y mi pecho infecundo
para crear una oda, un preludio
que cante como el lobo al buscarte
bajo la blusa los pechos y el refugio
donde mi mano no busque recrearte.

octubre 24, 2012

Fuimos otros

Fuimos otros, en otro tiempo,
no lo sé, quizás en otra vida,
o quizás fue que fuimos lo que somos,
sólo que exiliados de conciencia,
de los feroces golpes de pecho
dados cuando acaba la inocencia.

Fuimos otros, sin caretas,
sin temblores a media noche
elucubrados por los demonios
traidores, sin mano negra, sin tretas,
asexuados, alimentando unicornios.

Fuimos blancos sin balas,
chispa sin candor de la hoguera,
ángeles caídos sin alas,
deseos de un choque
intempestivo de caderas
sin miedo al entronque
inveterado de un corazón
nunca revestido de razón.

Fuimos arte incomprendido,
fotografía de la vida misma
fluyendo entre dorados sofismas,
un pecho febril empedernido
del que las espesas masas
compartieron el jamás derruido
como ciegos testigos.

Fuimos el ombligo del mundo,
la vaguedad de un sueño valseado,
el un, dos, tres de un vagabundo
de pies ligeros y embriagados,
la rosa con su abono de futuro
que hubo de quedarse en capullo.

Fuimos millares de miradas,
colibríes anidados bajo el brazo,
collares de perlas nacaradas
salvos credos, tenues trazos,
nacimiento de frías hondonadas
blandiendo la noche azarosa...

...Y fuimos tantas cosas
que ahora somos nada.

Hay más que un verso

Pero hay una piedra en el camino,
un lodazal espeso, una debacle,
y estos pies tan míos
que a menudo marchaban contigo
no tienen ya la fuerza ni el temple
para recorrer este laberinto,
en donde a tientas me encuentro
con la voracidad de la ausencia,
con la necedad vuelta necesidad
de un trago entre noches silenciosas
en las que brindan conmigo
los demonios y esa mitad de mi
que murió en el pasado efímero.

Por que de humo soy
y nada miro cuando me acerco
a cercenar en tus ojos mi reflejo,
cuando pretendo después del alba
anudarme la corbata y convertirme
en el hombre de bien
que ambicione bajo la piel,
del presente su deseo.

Pero pierdo la voz
entre caña y alquitrán,
entre mansas mareas
que no vienen ni van
con su eterna canción
de grises odiseas.

Y no creo en la blanca verdad
de un vuelo de palomas,
en los pechos de esa Mujer
que me abraza ardiendo
en su ansiosa necesidad
de creerme poeta,
en esa obtusa levedad
de lo no podré ser.

Pero hay más que un verso
saliendo de las sombras
a mi inevitable encuentro
cuando es esta boca
la que sufre sin besos
entre la noche que te nombra.

Pero hay una piedra en el camino,
un estertor de precoces moribundos
atados a un precario destino,
un vicio triste y nauseabundo
errando bajo calamidades
revestidas a media luz de deidades.

Y cuando no has de leerme,
sólo me basta el cinismo
de este latido perenne
para acabar conmigo mismo.

octubre 21, 2012

Con las alas distraídas

Algunas noches, cuando tendido
en la pradera del ensueño me encuentro
mirando la necedad de las aves
huyendo del invierno,
cuando logro acunarme
en la tristeza en la que sin restricción
todo el mundo cabe,
me invade como al enfermo
las convulsiones y la fiebre,
como al realista la condición
innata del pesimista
y no logro más que camuflarme
entre el vaso tercamente idealista
en el que no amenazan
las sombras con matarme.

Me beberé la vida,
me fumaré un cigarrillo
presenciando a la muerte
de las aves que hallaron infiernos
plagados de distancias
y altos vuelos,
me estancaré en el verso
con las alas distraídas.

octubre 20, 2012

Solía ser

Solía disfrutar de la poesía
en esas noches turbias
en las que se estancaba
el calendario en enero;
bebía, y mi llanto vuelto tinta
clamaba por volver al tintero,
por elucubrar lo vivido
aunque la vida hubiera muerto,
por desenmarañar el latido
prendido bajo el vientre
irremediablemente cierto.

Siempre fui un tipo callado
que sin embargo sonreía
ante las luces del levante,
un solitario caminante
entre la lluvia y las sombras
por las nubes carcomidas,
un soplo de mar cabizbajo
dentro de una caracola rota.

Y fue mi boca portadora de verdad
y de banderas con tibias y una calavera,
fue aquel espejo sin espejismo
del que la gente sin más huía
cuando en él, no hacían
más que encontrarse a sí mismos
perdidos entre su propia realidad.

Solía también, asirme de la mano
de un par de acordes en franca melodía
de mi empolvada guitarra,
recorrer los parajes por donde alumbra
la Luna a pesar de estar parado
bajo un techo haciendo cofradía
con la ausencia vuelta un fiero tejado.

Y embadurné mis sueños de un barro
que la lluvia no adelgaza ni lava,
del tintinear de una mano esclava
que busca y rebusca en los bolsillos
aquella plata que ha de dañarme
más que en los labios mi eterno cigarro.

Siempre fui el imbécil de ojos pardos
que cercenaba su tenue bramido
ante el candor de una fría bombilla,
aquel que aún con padre se sintió bastardo
de glorias y guirnaldas, de soles concebidos,
con la cruz de la resaca como astillas
lacerando sin temor alguno al pecho,
como el poeta que ha de dejar el alma
entre papeles blancos y su letra en calma
transparente, a pesar de estar deshecho.
 
Y aún sin conocerte me has dolido
o quizás será que  me has causado miedo,
un escozor en aquel bajo vientre
sin lujuria, donde crece el siempre
de la carencia entre la mano y los dedos,
cuando la hoguera ha perdido
la madera en que arde crujiendo quedo.

Solía ser aquel tipo que en su tristeza
encontraba al demonio vestido de muchacha,
ese incivil faquir de alas laceradas
recontando en su costado las hachas
que terminaron por anidar en su cabeza
como una lujuria desangelada.

Siempre fui aquella boca de río,
una ola estancada entre tenues marismas
recorriendo las rocas y la fina arena,
un temblor a oscuras, un ardiente escalofrío,
un par de besos caducos en la alacena.
 
Y no he de abrazarme a la mentira
cuando digo que fui un rapaz soñador
-como tantos otros que ya han muerto-,
por que no ha de quedarme más remedio
que ese pasado en el que me repliego y soy
mi propio sueño, perdidamente enamorado
de aquel que hube de ser,
ante el umbral desmesurado
donde las sombras sin más bailan
aquel penoso vals del perecer.

Por que he de ser un alcohólico
que intenta versar a toda costa el mundo,
un resucitador de cruentos pasados,
un eterno catador del cáncer del tabaco,
un elucubrador del presente inmundo
que ha de sufrir cuando me escuchas
y en mis palabras te quedas pensando.

Solía ser como tú
en aquellos tiempos
donde la Luna
pensé azul.

Para Paulina,
que según me ha dicho
estudia filosofía,
y me ha dejado ver
que entre su pensar y
su latido se encuentra
un mar enreverado.

octubre 14, 2012

27

No importa el día, la nube esponjada
alegando en la mirada su brillo
fugaz, su fragilidad embaucada
a los sueños que habitaron castillos
de arena derrumbados por las olas.

Hay una chica linda que mendiga
afuera de los bares contagiados
de borrachos con repletas vejigas,
y sus manos son un sueño dorado
bailando un vals de pétreas caracolas.

Pero no importa el día y su arrebato,
el rostro de la Muerte con careta,
los bigotes del Diablo vuelto un gato,
el sol en lo alto con todas sus tretas
pretendiendo alumbrar desde gayola.

Dos tipos inhalan su poca vida
desde una precaria lata amarilla,
ajenos a su grandeza prohibida
como aquel beso en sus tristes mejillas
haciendo las veces de una pistola.

Y sin embargo han de darme lo mismo
cuando nocturno entre un trago me envuelvo,
sujeto a la candidez del cinismo
de este corazón mío que devuelvo
sediento de alquitrán y fumarolas.

Siete Putas buscan certeros dioses
bailando en el trajín de sus caderas,
entre sus bragas repletas de adióses
a pesar de saber fútil su espera
iluminando en sus pechos la areola.

Pero les mando un crudo buenas noches
y todas mis palabras desgastadas,
si es que me miran con sutil derroche
y no intuyen mi cuenta lacerada
muriendo a la luz de una gris farola.

Un niño toca una balada triste
a costa de un acordeón heredado,
a costa de un ave sin más que alpiste
que ha de morir sin agua atragantado
por esa antigua legión española.

Y nada importa en estas horas pardas
en las que tiembla sin razón la vida,
en las que las letras serán bastardas
y la luz en lontananza prohibida
maldiciendo al demonio por la cola.



¡Y qué feliz cumpleaños
ni que la chingada,
si sigo las huellas del daño
como pasión inveterada!

octubre 11, 2012

Más que la propia nada

Tal vez me viene en gana
pasarme la noche en vela,
fumarme un cigarrillo
con la Muerte desterrada
de tu boca color grana.

Quizás sean mis manos
entre malsanos ovillos
y pasiones ventiladas,
o esos ayeres carcomidos
por el demonio vencido
ante la carne podrida
de un pasado perdido.

Tal vez me viene en gana
beberme la aurora inclemente,
brindar con la ausencia
que me vomita de la cama
cuando me llega el mañana.

Aunque quizás no me venga
en gana más que la propia nada
vagando por las blancas paredes,
anidar dos golondrinas pardas
entre mis laceradas costillas,
tragarme de un bocado mis palabras
con su carencia, con sus peces sin redes
encajados en los ojos como astillas
que no arden, sino que simplemente mueren.


octubre 09, 2012

A un pequeño ratón que me visita

Es un pequeño bribón
que de cuando en cuando
sale y me mira,
y acusa en los bigotes
un cinismo admirable,
una insolencia a la vida,
una negación al azar
con la lentitud de su trote.

¡Y yo que tan a punto
he estado de matarle
sin temor al arrepentimiento!

Toma un pedazo de pan
y mis peces sin multiplicar,
mis poemas, mis ganas,
mi corazón teñido en grana,
roedlos hasta encontrar
en ellos el candor del alba.



Mi ramillete de flores marchitas

Con este ramillete de flores
marchitas entre las manos,
me siento al pie de la escalera encalada
y contemplo sin mayor pretensión,
el nácar impoluto de la Luna.
Es octubre y hace frío por las noches
en que a lo lejos rugen los coches
y del letargo han de sacar
al hombre por las sombras
malditamente empedernido.
Siento algunas veces
como ésta, la respiración
de una Muerte queriendo morirse
entre el candor de incivil
de su franca guadaña
y el vaivén desangrado
que tristemente acuna mi pecho.
Y siento cada pétalo entre los dedos
vuelto humareda y fuego y cenizas
escapando a toda costa de mis manos,
tratando de llegar al cielo.

Y tengo entre los labios un beso
al arrullo de los ojos que me miran
sin mayor brillo, que el de andar por ahí
entre mi verdad y mi mentira,
sujetos a la hondonada que acuna
cajones de recuerdos llenos,
canciones que en la mente perduran
por que fueron concebidas como dagas,
poemas que no llegan a ninguna parte
por no tener piernas,
de una voz que hace mutis cuando canta.
Y no soy nada, sino una pétrea figura
con los brazos abiertos,
un verso transfigurado
del que nada saben los mares
que te traen cuando me encuentras
con este ramillete de flores marchitas
entre las manos,
sentado al pie de la escalera
con el ser macilento.

octubre 08, 2012

Sigo el camino

Sigo el camino de las calaveras,
el rizo de la cola del demonio,
el crujir del fuego ante la madera,
las huellas perdidas de un unicornio.

Por que el mundo no es sino la creación
de uno mismo transitando la vida,
el arrastre de menor a mayor
de una noche cada vez más sentida
al pie de la hoguera en la que no ardemos
cuando más merecemos ser y arder,
lentamente, como infieles blasfemos
de la profecía de perecer.

Sigo el camino del pecho encalado,
la escalera que no conduce al cielo,
el costado audazmente lacerado,
las golondrinas con su adios en vuelo.

Por que el llanto es más que un pedazo de uno,
es la piel dejada como la escama
que perdura entre la lengua y la cama,
entre el deseo cruel e inoportuno,
es la sinrazón de aquella razón
que nos mantiene a medias luces vivos
cuando no es sino espejo en esteror
la Musa que dicta mientras escribo.




octubre 04, 2012

A media noche

Esta noche,
con su cuarteto de tragos
en vaivén elucubrado
me han  llevado a recordar
el pasado anclado
al duro presente,
a estas ojeras inclementes,
al mar como necesidad
de la sales que en tus labios
me carcomen las ganas
y  me piden humedad.

Pero hace tanto
que la lágrima no sabe
de mis mejillas pétreas,
que mi piel de arcilla
no ha de lubricarse,
que el sol no tiene clave
ni mayor oración
que un susurrado "salve".

Y algunas veces pienso
en ti como iguales,
como el eco de un espejo
que cura sin curar
mis añejos males,
y no es entonces
lo que busco de ti
y por tanto me alejo,
por que pretendo
entre tus formas
y las ondas de tu cabello
ser la antítesis remota
que te escribe una nota
con su irremediable sello,
con sus labios de hojalata,
con su letra que remonta
después de la charla
un sentido hasta luego,
un barandal sin riesgo,
un madero a media noche
prendido sin fuego.




octubre 03, 2012

Estoy a la espera

Estoy a la espera
de que me lleve el diablo,
que se caiga a puñados la Luna
directamente al mortero,
de que la muerte
me trague entero
y después me vomite,
incivil y viciada como la suerte
de la pasión descrita
en una boca inoportuna.

Por que espero
entre los muertos
sin más que conmigo,
acunando noches pardas
como salvo amuleto
del daño que causa
el golpeteo de la lengua
como lluvia desierta,
entre las dunas de arena
formadas bajo tu ombligo.

octubre 02, 2012

De lo que puede ser

Pueden ser las dos o las tres,
rebotando en el reloj macilento
y sin embargo no me importan
las ojeras por la mañana,
las garras del demonio
escondidas bajo la almohada,
el cúmulo de alquitrán
alojado entre pecho y  garganta,
las ganas carcomidas
ante aquellos nublados días
cuando más necesité al sol.
 
Puede ser la manera sumisa
en la que me bebo el magma
que regurgita desde dentro,
las luces siempre bajas
y esta voz mía apagada,
la mancha reflejada en el cielo
llamada Luna y nacarada
como aquella esperanza
que resucita de la remembranza.

Quizás yéndome muy lejos
puede ser el perfume y el aliento
de la carencia quien habla
por mí, en esta noche enraizada
al farol de unos ojos enormes
que a pesar de nocturnos y bellos
no dejarán nunca de ser cenicientos.



A María Alvarado, sin más
que el eterno agradecimiento
por que fueron sus ojos
los que posaron primero
 en este irremediable verso.