octubre 31, 2013

De callejones oscuros y gatos

También uno se cansa de deambular
a oscuras por callejones por donde
sólo pasa la muerte y entre los sauces
que al viento crujen, maldice su propia
suerte; sobre este suelo gris adoquinado
y perenne, la gloria convalece de fiebre.

Ayer, las bancas de los parques charlaban
conmigo sobre el amor y cosas por demás
letales; hoy el mendigo que ronda la avenida
me arroja una moneda entre las manos
mientras con ellas hago un nido malsano
para encender el fuego de mi cigarrillo.

Y estoy cansado de alicientes
auspiciados por la celeridad
con que del cielo caen los buitres.

Mañana a primera hora,
con la resaca de diario
intentaré llevar a la horca,
la séptima vida de un  gato.

Tanto me faltas, Mujer

Después de tanta muerte enajenada
con su propia muerte, de los andares
por los que ensimismada pasa la gente,
de la blasfemia enaltecida entre los lares
donde la gente culta esboza su suerte,
yo visito la mansedad y recuerdo los lugares
que me son calmos, y entonces me encallo
en la precariedad de mis eternos sabios
que nada nunca supieron del sabor de tus labios.

Tanto me faltas Mujer, cuando me desbordo
y escribo la fatalidad de mi llanto,
cuando entre mis ganas triste te abordo
con la sutilidad de mi grisáceo canto.

Mi letra nada sabe del amor si no encuentra
en tu risa la aguja de la brújula que te centra,
entre los picos de esta  pasión entre mis trazos
que nada pretende sino, para su muerte tus brazos.

Cuando aquí llueve

Algunas veces cuando aquí llueve
dios ha de volverse una necesidad
insoportable, un inenarrable vacío
bajo el vientre, un invento detestable
del hombre sin la vocación de faquir.

Aquí a los gatos en su eterno maullar
les da lo mismo la copiosa vaguedad
humana devenida entre vivir o morir.

Sin embargo soy hombre,
y aquí llueve,
y en la distancia inalterable
de los dogmas adquiridos
la figura de siempre expuesta
en la cruz carece de nombre,
y el rezo que nunca recé
ha sido etiquetado como poco loable.

Me recuesto entre los platos rotos
de aquel ayer que continua presente
con los ojos puestos en la letalidad
del filo del machete,  en aquella foto
en la que sonriente me retrato sin cabeza
esperando las vísperas decadentes
de la ausencia que me llegó con presteza.

Ha venido un par de golondrinas
a invitarme a su vuelo sin maletas
y no se han resistido, a beber un trago
conmigo entre los huecos de las grietas
en que habito y de las que no he desistido.

Y sin embargo, inmerso entre la nada
de mis manos y mi pecho, sin más me llueven
torrenciales arrebatos bajo el mismo techo
que estas ganas absurdas que me mueven
a prender un cirio y dejar de ser el gato
que relame sus versos en el frío del martirio.

¿Y qué he de ser sino esta pasión elucubrada
en el latido cerebral que ha sido eyaculada
por mis trazos? Soy la misma sombra
que sin credo y gutural en su desdicha
da trapiés y anda de la muerte enamorada,
por esta senda de divinidades embriagadas
durmiendo en el polvo que embadurna la alfombra,
después de arrastrar la propia cruz de mis pasos.

Estoy de a poquito soltando la vida
que aún me queda, la he amarrado
a la cola de un extraviado cometa
que luce también triste y desgarbado,
estoy jodidamente solitario y extasiado
en la penumbra que acumuló el diario
de un poeta que soñó un mejor levante
y su palabra por dios, en estos tiempos
de los que nunca supe salir avante.

Tengo necesidad de anafres e incienso
quemando esta fatalidad de los muertos,
un abrazo que otros brazos no encuentra
en esta realidad en la que me recuento
embriagado y a la vez tan mísero y sediento.

Y es entonces, cuando los gatos más maullan.

octubre 30, 2013

El vaivén de la luna y la mar

Sabes de esta nada que acurruco entre las manos,
de esta nocturnidad que me sabe eterna, de los vicios
a los que recurro siendo mi favorito el fiel tabaco,
de mis ojos que nunca mienten, de mi gris predilección
por las tabernas, de mi pecho manso que pretende
el calor de tu lecho para esperar deseoso la muerte.

Sabes también un poco, de mi vida fútil y versada
en las horas que por pensarte no duermo y soy el loco
que escribe los pasos no dados, el mísero enfermo
que conserva el calor de tu abrazo en la frágil vitrina
ostentando el trofeo de todos los dioses derrocados,
sabes, y si aún no lo sabes esta noche lo confieso,
te quiero para mí, a solas, para comerte a bocados
sin importar el dónde o el cuándo, si es que miro febril
mi propio entierro o he de ir con mi bandera naufragando.

Sabes que aquello del tiempo nunca ha sido mi aliado,
de mi pecho latiendo que sin esbozar palabra te dice
un manso te quiero, de mis demonios a tus labios afiliados,
de la ferocidad de la espera cuando no puedo estar a tu lado
y que a pesar de todo espero, el vaivén de la luna y la mar
que me lleven a besar tu cintura con estos besos llenos de verdad
en los que me debato el ser y el corazón entero.

Sabes de mí, que a quemarropa
y sin importar el fondo de mi copa
he de escribirte este más que puedo
cuando soy menos y me encierro,
en el recuerdo de un amor enreverado
en el que con gusto accedería a mi entierro.

octubre 29, 2013

Me rebusco

Me rebusco en los bolsillos un cuarto
de luna y con la mirada en lontananza,
me aborda el claroscuro de la palabra
que pende por el cuello un hilo.

Busco el filo de la arista que me cubre
con su manto y me vuelve una sombra,
y señala el nocturno norte que sofoca
los ardores de las medias tintas,
los vaivenes carmesí de la mar
elucubrada en la fatalidad de la distancia,
la sal, la muerte cavilando enamorada.

Quizá busco el pétalo que irradia
vida en mi corteza de humo y alquitrán,
la risa con que explotas tanto bien y tanto mal
entre mis manos y mi alma de ébano,
tu cintura en la eternidad de un abrazo
que me acerque de nuevo al sol
y entre tus labios, comprenda esta locura.

Me rebusco en los bolsillos un cuarto
de luna y el nácar febril de la esperanza,
me aborda este latido contra la nada
en la que cada noche te escribo.

octubre 26, 2013

Sin sorpresas ni mansedades de quimeras

Esta noche en que cae por doquier la ceniza
son mis manos, mis dedos y mi raquítica esperanza
quienes buscan la lubricidad de la tiza,
mientras esta oscura noche del todo avanza,
taciturna, enteramente deliciosa y prohibida
sujeta a los pechos de tus hirvientes avenidas.

Sin sorpresas ni mansedades de quimeras,
sin rencores abundados en el medio día
de tu risa que ahuyenta una muerte certera,
vuelvo a ser aquel que halló en la vida cofradía.

Se que duermes y no he de preguntarte
si sueñas conmigo, se que la salvia de tu abrazo
relata ovillos en los que no he de presentarte
para desenmarañar el latido de mis trazos.

No está por demás decir que mis manos te nombran,
que este hueco bajo el vientre que transcribe mis ganas
de hallarte en la melancolía de mi etéreas alfombras,
busca tu pecho para resarcir del gis mis canas
prematuras, mi simientes carentes de dulzura
y la grandeza de mi abrazo en tu cintura.

Nada te asombre

Este poema ha de oler a tabaco,
a una cuarteta de tragos de ron,
a loción de una vieja barbería,
a la brasa apagada en el blanco
ceniciento como huella de carbón
y a deseo furtivo en cofradía.

Traigo a pesar de tanta muerte
la voracidad que pretende abrazarte
y besar cada una de tus tenues aristas,
un deseo de saltar de la cornisa
en estas medias luces de quererte.

Nada te asombre mi amor, de los locos
que escriben con las tripas devueltas
en las noches en las que sobra corazón
y deambulan solitarias las pasiones disueltas,
nada te asombre mi amor, esta causalidad
de la casualidad de este raquítico corazón
que en la adversidad te busca siempre a tientas,
es lo más que puedo dar y a la vez tan poco.

Yo que sin fe ni credo ahora cabalgo
enardecido de tu pecho y de tu abrazo,
entre la nada de mis nocturnos huertos
rebusco en el sombrero del mago
a condición de un beso que te sirva de algo.

Nada te asombre mi amor, de este huraño
cabrón que en tus ojos  elucubra sus años
en la mirada que le brindas enamorada
cuando pone ambos pies en la hondonada.

De dialécticas y palabras decentes

En la dialéctica de este latido perenne
nada ha de valer sino el moho de los panes
y la azul concupiscencia de los peces,
el sollozo de los mares, el vaiven salvo
por el que se pasean de noche los truhanes
y los gatos entre jardines de tulipanes.

Traigo un amor atorado entre las manos
y un verso que no puede aún decidirse
por la palabra certera y meramente decente,
en la que mi letra pueda más que decirte
que te quiero aquí, tan febril y amoralmente.

octubre 25, 2013

En la hoz de una luna carmesí

Por la manchas de luna en las paredes,
por las ventanas sin estrellas, por la luz
disuelta entre las redes, por el trajín
de diario que la muerte sella, por lo ruin
de las mamparas que ocultan el detrás,
por aquel tipo de la cruz, por los ratones
que piden tregua, por la mirada posada
nocturna en la mar, por los hilos de sangre
y la boca rota, por la timidez de la lengua.

Por esta nube grisácea y gangrenada,
por el furtivo silencio, por las moscas
revoloteando la nada, por la arena
y la memoria del tiempo, por el filo
de la copa que los labios me besa,
por la palabra hosca, por los pétalos
de la flor nacarados, por el recuerdo
de un niño que reza, por la mansa lluvia
y la tierra, por los sueños resquebrajados.

Por mi retrato naufragado en tus ojos,
por el sol de tu abrazo, por las puertas
sin cerrojo, por tus manos entrelazadas
en el frío de mis trazos, por el brillo febril
de tus labios en los que caigo muerto,
por el instante en que he de sentirme vivo,
por estas ganas de ti, si borracho escribo,
colgado en la hoz de una luna carmesí.

octubre 24, 2013

Bajo la sombra de un árbol

Existe un lugar y una canción tarareada
bajo la sombra de un árbol oscuro e imantado
de estrellas, un resquemor que sabe a gloria,
la misma mirada de un retrato de hace años
que sigue buscando perdidas huellas
y un abrazo adherido a mi franca memoria.

Mis brazos, tiritando a lado de la hoguera
escuchan el chirriar entre este vicio y sus virtudes
cada vez más extintas, mi pecho tan lleno de trazos
espera en agonía siempre el levante y mansas latidudes,
cubiertos de plata sobre la mesa, la dulzura de la espera
y el saber que llegas nocturna disuelta entre la tinta.

Existe un cielo y el lugar en el que nada valgo
si me sujeto con la fe que aún y a medias conservo
al filo de un vaso, un infierno que sin más me acuna,
esta necesidad de copular mi bien con todo el mal
que llevo sobre la espalda como un peso manso
y estas ganas de ti en las que a solas me hiervo.

Mis poemas, gangrenados de la fiereza de la nada
regurgitan el alma en espera de la aurora ahumada
a razón de un beso, mi caligrafía precisa y tajante
de los puntos y las comas y de esta tilde enajenada,
busca un recodo donde el mar no esgrima mi cara
cuando un te quiero embriagado de noche confieso.

octubre 22, 2013

A Caliope

I

Detrás de la sombra, una frágil estela
de humo y éter bailotea un vals de giros
condenados a la muerte; siempre a solas
y sujeta a la entrañable soledad pernocta
en el vaivén de los mares, en el zigzaguear
de los ríos y cuando cansada se eleva al cielo
me pide un trago y que encienda un cigarrillo.

II

Este endemoniado vendaval
no ha exterminado las mariposas
ni los recuerdos que se posan
esta noche de tibio arrabal,
en la que es la espina quien supera
la belleza perfumada de la rosa
y la vida azarosa a la muerte espera.

III

Disfrutabas el silencio;
y en él eternizadamente crecías;
y tu cabello,
no hacía más que tenderle su red
a la noche, a la Luna que conociste
atrapada bajo las uñas, en la sed
de la sangre y del cuello
de los puertos en que te perdiste,
embalsamada de belleza y de los versos
que los poetas buscaban,
para hallar siquiera razón a su lúgubre beso.

Disfrutabas del silencio
que me mata,
y ahora te recuerdo...

IV

Aún conservo un par de flores
en la mesa, una camisa y un instante
que ya no me queda, una charla
grabada en la memoria, una luna
que ha salido avante, tres o cuatro
cuentos que nadie ha leído, mis veintiún
gramos de escoria y un bosque talado
a merced de tantos versos perdidos.

V

Sigo siendo aquel espejo empañado
y el cielo de una catedral sin beatos
ni santos, el espectro que no duerme,
las ojeras malvas, la letra que sin quererlo
a quemarropa hiere, el nocturno canto,
la guitarra entre las manos,
la voz que calla
y mi pasado.

Sigo siendo aquel que bebe a solas,
el poetastro enamorado de la muerte
empeñado en poner el oído en caracolas.

octubre 21, 2013

En beneficio de mis propias dudas

En beneficio de mis propias dudas
arqueo mi espalda hasta romperla,
me anudo las manos, la lengua, los labios,
recargo mis mares en el rocío del albor
que me lleva a pensarte en el madreperla
de una luna que nada sabe del rayo de sol,
cuando es el frío quien el alma desnuda.

Estallo dentro de las paredes del vaso
que impide tu nombre en mi eterna sazón
con la que aderezo estas noches mis clavos,
mis malvas creencias, mi terrible corazón,
mi latido acrecentado cuando has de irte
a soñar mejores sueños y levantes salvos
en los que los gatos no puedan herirte.

Tengo a mi favor esta que debe ser
mi sexta vida, la condición natural
de perecer y una poesía prohibida,
este quererte tanto a quemarropa,
un latido en su estado más gutural
y este vacío anclado en mi copa.

octubre 19, 2013

A mis cinco lectores

Algunas veces, y después de cierto tiempo, lo confieso, regreso a mis viejos cuadernos y me leo. Algunas veces también se me cae la mandíbula o se me hace el pecho añicos, y otras tantas, predomina en mí la auto creencia de ser aún pelmazo que escribe con vocación de volver a ser algún día y del pasado el mismo chico. Hoy mi lectura, se ha visto en demasía nublada por los hechos, que sin saber siquiera si así alguna vez los hube querido, o han venido siendo parte de esta huella que inevitablemente dejan tras de mí, mi pecho y este redundante pasado.

Quizá deba irme, aún no lo sé en la certeza de la sobriedad. Tal vez, este alter-ego que me ha dado tanto tiene ya meses que debió ser enterrado en una playa que deslinde la sal de la mar. Pero nada se de cierto aún y a mis años (a estos veintiocho años), nada sé de la verdad si no es que anida entre cubos de hielo al fondo del vaso. Pero he de argumentar a mi favor, que nunca he buscado más nada que la belleza, incluso a sabiendas de encontrarla en estas letras revestidas de soledades y tristezas, a sabiendas de encontrarme un día cualquiera de frente con la más inefable locura y con los hombres que se emplean en sus pesquisas.

Nunca, a pesar de estar en el suelo repleto de letras con caducidades vencidas y por más de media botella embriagado, les he mentido; mis manos nunca mienten y estúpidamente siguen pretendiendo el cielo y mi pecho conectado a un respirador de alquitrán y pasado. Yo, que he de deberles tanto, algunas noches me siento al pie de la escalera a pensar en el trajín de las almas sedientas de algo más que la locura y el espanto que cada noche les comparto.

Puedo decirles, también, que pese a mi laconismo consumado les he leído, y en mi pecho un fragmento de cada uno de ustedes me ha nutrido y no tengo siquiera el carmesí de la alfombra para tenderla a sus ojos por cada vez que su noble se ha posado en la carraspera de mi inevitable sombra. Cada uno de ustedes han sido una más que una visita en una noche sin luna, un recuerdo imborrable al despertar con el diablo demandando este verso en ayunas.

Quizá deba irme, no lo sé. Sólo se que esta noche en que cierro los ojos esperando no ver de la aurora el resplandor de sus rayos rojos, pretendo algo más que un esbozo del agradecimiento, del abrazo que nunca les he dado y que sin embargo, han sido y son pilares que sustentan mis felinos simientos.

Y sin saber que más decir,  les dejo lo mismo de siempre, un abrazo, una luna insomne en lo alto, un latido, un sincero agradecimiento y la red que velaba en el trapecio por mi seguridad antes, durante y después del salto...

Extra

"Entre las dunas de arena rueda, silente
una bola de nieve iniciada en los ovillos
de mis manos, entre mis trazos malsanos
y la media noche que no sabe más
que venir a susurrarme inquieta a la muerte..."

Gabriel Salinas.

 

Nada por aquí parece distinto, luces,
artificios cegadores, putas en las esquinas,
lluvia repentina, paradas de autobuses
en las que los viajantes, que no miran
las ventanillas ni sus miles de colores;
y de las caracolas ha escapado la mar.

Los mismos perros se han cansado
de ladrarme, cuando a ninguna parte
llego recubriendo las paredes de humo,
de viejos ardores, de brevajes sumisos
que nunca han sabido del todo curarme.
 
Aquí la gente se sigue rompiendo la boca
por un pedazo de nada, se sigue la línea
de los que hallaron el fin del mundo,
aquí la muerte da cobijo y marcha enamorada
entre los coches, entre los rojos albores
en los que besa la frente de los moribundos.

La penumbra que copula con la ausencia
en cada banca de los parques olvidados,
el amor desmembrado, la lengua sedienta,
los brazos buscando del sol un abrazo,
la catedral que a diario corrompe, cruenta,
un par de tragos mientras se cae a pedazos.

Y es esta silla nocturna, el ordenador
que nada ordena, el vaso siempre pugnando
por mis labios, el cigarrillo mis pulmones
enlutando y esta pasión que me cercena,
la noche que me llama entre sus piernas,
una plegaria que resuena en el pecado
de planear con antelación mi última cena.

La sangre bajo el vientre estancada,
la mirada tan llena de cáncer y atardeceres
en los que ni siquiera mi recuerdo ha estado,
el paso de las lunas, una lanza letal clavada
en la carne más blanda de aquellos ayeres
que anidaron golondrinas en mis costados.

Aquí los demonios vienen y van libres
uno a uno, de la mano, y han conjugado
mi triste poesía con un penoso ayuno
en el que dios es un ente que ha abdicado
del levante en el que busco sin demora
raíces de paz, un retazo tenue del otrora
con memoria siquiera del signo de más.

Nada por aquí parece distinto, versos,
soledades, las mismas punzadas trianguladas
entre el latido y ambas manos, mis anclajes
tocando el fondo, una noche especulada
entre tus labios y este delirio del arcano.

octubre 13, 2013

Entre ayeres y blancas farolas

"Llevo la métrica en las manos. La ausencia, me enseñaron, se mide por cuartas..."
Gabriel Salinas.


Ha venido la sombra del mar
a posarme conmigo, junto a mi;
se ha alojado en mis pardos ojos
después de servirme un trago
en el vaso de siempre, mientras
observo la muerte iniciando
su ronda con mi enésimo cigarro.

Y es entonces que en medio
de toda esta vorágine de letras
y papeles, encuentro mi firma
y veo mi nombre en tinta negra.

¡Ah, el recuerdo de aquel hombre
de humaredas imperecederas,
el esbozo de un sueño mascarado
en el que no me reconocían mis quimeras!

¿Y dónde he estado entonces, cargando
mis manos de nada y este latido insepulto
empeñado en ver caer mi alma cercenada?

Vengo a menos, a decir lo que ya he dicho
embalsamado de pasado, de jarrones rotos
y el aroma de los pétalos jamás resucitados
de su marchitez sujeta a un vuelo de palomas;
vengo a menos, cada vez a menos, a deshojar
un par de rosas que aún me quedan tristes
al final del cajón, a dilapidar la escaza luz
en esta apología mía que habla de perdición,
de marismas que hallaron un hueco en la cruz.

¡Ah, el recuerdo de aquel hombre
que sólo pretendía de la vida la belleza,
es una mancha de sangre en la pared
alguna vez maquillada de certeza!

¿Dónde llené mis bolsillos de arena
y de esa gracia pretendida que a hierro hiere
y en su tibia delicadeza nunca mata?

Tan honda es la palabra, que los lagos
en que habito sólo mojan mis tobillos
y este verso ha de rondarme la garganta
como la hoz de la luna, como el silencio
en los oídos estallados, como negra fortuna
acunada para siempre entre las olas
lamiendo la piel con su beso de cuchillos,
con sus alfileres sujetando bien las alas
perdidas entre ayeres y blancas farolas.

octubre 12, 2013

A esta cita

A esta cita, le falta mujer y le sobran
mis manos recogiendo los pétalos
color carmesí que dejó el pasado.

Traigo un arsenal de versos dispuestos
a mirar la luna de frente, un beso guardado
para tu frente y otro más para tu regazo,
una perfecta caligrafía que de nada sirve
después del temblor en el que mis restos
a mitad de los escombros te escriben.

A esta cita, han de faltarle motivos
y un asiento distinto, refrescar del todo
la palabrería en la que al pasar del tiempo
he caído, un lugar donde recargue el pecho
y asuma con dignidad la sinrazón de las horas
que paso trazando, esta mundana tranquilidad
en la que espero la razón de lo divino.

Traigo un soplo de mar demasiado arraigado
en los albores que delínean el vicio y un amor
recién gestado, una deuda cubierta de arena
y los zapatos de mi penoso andar gastados,
tantos sueños muertos que no han sido contados
y una penumbra en este deseo perseguidor
de tus labios, y una canción que me cercena.

A esta cita, le falta mujer y le sobra
el encanto del recuerdo de tu tibio abrazo
esperando un día cualquiera el llanto.

octubre 11, 2013

Después de todo

Después de todo, en los jardines
marchitan a diario los bancos y el otrora,
el diente de león se guillotina, el césped
a los pies de cualquiera se tiende
esperando en su muerte las crines
de un caballo que aleje el frío de la aurora.

Fuimos hechos de barro y espeso lodo,
de un verde que prevalece ante color
de la sangre, del filo del machete reclamando
los ojos cerrados y una mejor suerte,
de los silencios en los que canta la caracola
a mitad de la noche, sedientos y a solas.

Después de todo, del trajín y de los pasos
tropieza la lengua con los pies y el pasado,
el pecho se hace añicos, las recias costillas
se hunden entre nubes de talio y alquitrán
en un suspiro que delimita del cielo el ocaso
de un recuerdo de demonios plagado.
 
Fuimos un abrazo perdido entre las sombras,
un estertor siempre a la deriva y distante
en el tiempo, un rezo evocando la gloria
del cuerpo queriendo enraizarse en otro cuerpo,
una corona de espinas y un viento disidente
queriendo sanar las heridas en la frente.

Después de todo, de la clandestinidad
y del ronroneo de tu nombre indecible,
de la palabrería sin oficio, de las luces
amarillentas que me alumbran este vicio
pendiendo entre tu boca y mi moralidad,
te busco bajo el vientre un lugar apacible.

octubre 10, 2013

Hay un rumor

Hay un rumor de azafrán
y media noche, un resquicio
por donde asoma la locura
y un gato muerto bajo el rugir
de las llantas de un coche;
y en mi mente la bravura del colibrí
debatiendo sus alas sin quicio.

Situadas en la patria de ningún lugar,
las piedras callan y tienden a marchitar
el semblante de los pasos no dados,
el rayo de luna, el cielo por él perforado.

Aquí todo muere rápidamente
sujeto al viento, bañado de alboradas
con perennes espejos por doquier
demostrando la vileza espabilada
en las costillas de estos tiempos;
y en las sienes de agujas marcadas
retumba un eco de grises campanadas.

Metido entre pensares y el mutis de mi boca,
son mis manos de sal las que equivocan
el cantar del verso en la muerte de diario,
el rito instaurado, el escozor de mi sudario.

Hay un rumor detrás del verde enarbolado
y la hojarasca, una apología estridente
que cruje entre feroces y ardientes brasas,
y un sofisma que de noche me sirve una copa
entre vaivenes de carmín y tibias resacas;
y en el pecho las manos ya sin tropas
que fusilen el latir de un demonio inclemente.

octubre 07, 2013

A sabiendas de estar próximo mi fin

"...Cuando escribo, lo único que sé es que sufro de dolor, de esperanza, de alegría; sé que estoy sufriendo y que necesito decirlo..." 

Fragmento de una entrevista
a Jaime Sabines.

Hace mucho que dejó de importarme
la sucesión entre la noche y el día,
si la botella luce medio llena o medio vacía
y si la aureola de humo busca siquiera coronarme.

Tanta palabrería trae el vicio tras mezclarse
con las luces ermitañas del próximo levante,
tanta meramente intrascendental y tunante
es la pasión que busca un pozo donde ahogarse.

Con mi simiente muerta entre mis manos
rezo un salve para el hijo que no tendré
sujeto a este pecho de dolores arcanos, 
con mis pasos a tientas dados le debatiré
a la senda de la gloria mi beso y lo pagano.

Tampoco me importa seguir una línea recta
al caminar por las calles, mientras todos duermen
y mi sombra trata de huir, delirante y abyecta,
del hombre que de ella se desprende, cual germen
malnacido de la mansedad que para sí proyecta.

Y entonces miro mis zapatos ya sin brillo
y la rotura en lo más cruel del espejo de mi boca,
los señalamientos de un retorno en estribillo
perdidos, la marca en mi frente de las rocas
cuando en compañía de la muerte me fumo un cigarrillo.

Con mi semblante dispuesto siempre a la ausencia,
brindo a solas entre marismas y reflexiones parduzcas,
unto en mis labios arsénico y cicuta en presencia
del recuerdo de tu abrazo y de tu boca que nunca caduca.
  
Y no soy ni logro más que lo que quiero decir,
y entre el ir y venir de lo que quiero ser, y estas ganas
de ahondar entre tus piernas y hacerte por fin venir
hilvanando esta muerte de prematuras canas.

A sabiendas de estar próximo mi fin,
a la luna rezo una plegaria malsana
por tu pecho enraizado en el mío,
y una más pura y más sombría, por ti...

octubre 06, 2013

De mis batallas

Como una feroz batalla entre aromas
y espinas, como una blanca paloma
muerta entre las garras más felinas
y la mirada ajena de una justicia tuerta.

Aquí se resguarda el mar en la mirada,
un sueño furtivo del carbón, la propia nada
en un resquicio donde se asoma el todo,
un amasijo hecho de letras y espeso lodo.

Y sin embargo confieso ser lo más
que ante el oleaje he podido, un poetastro
retorcido en la sal que tanto sabe a jamás,
un corazón emulando el blanco del alabastro.

Como aquella sonrisa que muere a solas
y en cofradía, como la cresta de la ola
tomada por la más blanquecina espuma
y el recuerdo de tu boca posada en la mía.

Aquí se entona el canto de los tullidos,
una blasfemia nacarada, los fieros nudillos
blandiendo la pared ante las voces apagadas,
un demonio redentor de tus manos enamoradas.

Y sin embargo confieso ser por completo
un pelmazo triste y perdido, un caminante
siguiendo un verso de arrabales repleto,
aquel que se descorazona en tus ojos y radiante.

octubre 05, 2013

Todo viene entre espirales y simientes

"Aquí hace menos frío que en la calle,
hay leña para un fuego, no mucha, pero bueno,
un poco de calor no viene mal..."

Pedro Guerra.

Todo viene entre espirales y simientes
que anochecen el recuerdo impregnado
de absolutos pasados y mortales serpientes;
tan poco queda de mis ojos plagados
de aquella imagen del ciprés y de sus verdes
dorando un después al que no haya renunciado;
y yo, que pretendo encallarme por siempre
en el brillo que alimenta de fe mis labios.

Estoy -lo sabes-, demasiado cansado
de estos penosos andares a oscuras,
del mismo demonio que busca enajenado
en lo mísero de la ausencia su propia cura,
estoy -a mis años-, bastante viejo y malsano
recogiendo el polen de la flor de la locura,
debatiendo con dios a quemarropa si mis pasos
hallarán en tu abrazo descanso y una final sutura.

También sabrás de mis silencios
cuando es que nada digo,
y cuando en este latido licencio
este verso a solas que maldigo.

Es duro despertar con las puertas abiertas
queriendo que en ellas, entren tus ganas
y tu beso me haga la vida menos desierta
a la luz artificial de la noche esperando el mañana,
haciendo un fuego que corrompa mis compuertas
recubiertas de plagas de color avellana
y de un blanco, en el cual mi amor adviertas.

También sabrás que en la distancia
de mi muerte de diario y sus perseguidores,
no tengo más que mi pecho en el tuyo cual constancia
escudando mis costillas de estos viejos dolores,
de la causalidad de la casualidad sin vigilancia
en la que busco como el loco que soy tus ardores.

De poco ha de servir un te quiero
con la lengua solitaria y desmembrada,
cuando lo único que a solas quiero
son tus ojos puestos mi mirada apagada;
y sin embargo siempre tienes estas puertas
en las que ésta hoguera de noche te acierta.

octubre 04, 2013

No sé a que viene todo esto

Mis razones, evidentemente,
no hacen más que engrandecer
mi torpeza, mis torrenciales vicios
y estas ganas que requieren hallar
un poco de fortuna en la belleza.

Hoy me senté al piso de un vagón
por la gente de diario atiborrado
y me entretuve mirando sus rostros
cansados, sus pesados semblantes,
sus propios demonios haciendo
cita llegada la noche con el pasado.

Y todo era tan cierto y tan bello,
que entre la  nada sonreí;
no sé a que viene todo esto,
quizás sólo me acordé de ti.

octubre 02, 2013

Aparentemente

"...Todo lo que diga está de más,
las luces siempre encienden en el alma
y cuando me pierdo en la ciudad, tú ya sabés comprender
es solo un rato, no mas. tendría que llorar o salir a matar.
 
Te vi, te vi, te vi... yo no buscaba nadie y te vi..." 

Fito Paez.

Aparentemente, aunque un tanto descalabrado,
vuelvo en mí, hacia mí; y miro el humo en espirales
de mi boca salir y suspenderse inmolado,
tan ajeno y tan creyente de todos mis males.

Y de ti, tus labios, el robado mes de Abril*,
tus manos acunando mi locura, tus pasos,
la oscuridad del mismo bar, tu pecho frebril
tu cadera, tus ojos cuando miran mis trazos.

Rondando en la secrecía y el deseo,
aparentemente y descalabrado,
busco un dios con tu forma y en él creo,
como aquel que del cielo ha naufragado.


*Joaquin Sabina cantando: "¿Quién me ha robado el mes de Abril?"

octubre 01, 2013

Y estas manos que nunca mienten

No tengo más,
mis bolsillos lacerados,
mis sueños descalabrados,
mis ojos de mar
y estas manos que no mienten.

Tuve un ahora
que murió en el otrora,
un don de revolución,
una guitarra, una canción
que canté siempre a solas,
un ratón al que le volé los sesos
un cuaderno verde, una aureola
que me alejó del voraz exceso,
un ciprés, el vuelo de mariposas
nocturnas que se sabían hermosas.

No tengo más,
un corazón corrompido,
un latido autodidacta y perdido,
un pie delante y otro atrás
y estas manos que no mienten.

Tuve un sueño febril y dorado
que entre el óxido se ignoró mermado,
una tierna moneda sin cruz ni cara,
dos suspiros, una alborada clara
que anunció la tristeza desterrada,
un cantar que a su paso encendía bombillas
de luces blanquecinas, una gloria empecinada
en anteponer siempre la otra mejilla,
un amasijo de latidos blandiendo la nada
elucubrada en el fondo de una gris hondonada.

No tengo más,
mi reflejo, mi sombra, mis noches,
mi locura, mis vicios,  mi derroche,
este miedo a no poder tenerte jamás
y estas manos que nunca mienten.