octubre 19, 2013

A mis cinco lectores

Algunas veces, y después de cierto tiempo, lo confieso, regreso a mis viejos cuadernos y me leo. Algunas veces también se me cae la mandíbula o se me hace el pecho añicos, y otras tantas, predomina en mí la auto creencia de ser aún pelmazo que escribe con vocación de volver a ser algún día y del pasado el mismo chico. Hoy mi lectura, se ha visto en demasía nublada por los hechos, que sin saber siquiera si así alguna vez los hube querido, o han venido siendo parte de esta huella que inevitablemente dejan tras de mí, mi pecho y este redundante pasado.

Quizá deba irme, aún no lo sé en la certeza de la sobriedad. Tal vez, este alter-ego que me ha dado tanto tiene ya meses que debió ser enterrado en una playa que deslinde la sal de la mar. Pero nada se de cierto aún y a mis años (a estos veintiocho años), nada sé de la verdad si no es que anida entre cubos de hielo al fondo del vaso. Pero he de argumentar a mi favor, que nunca he buscado más nada que la belleza, incluso a sabiendas de encontrarla en estas letras revestidas de soledades y tristezas, a sabiendas de encontrarme un día cualquiera de frente con la más inefable locura y con los hombres que se emplean en sus pesquisas.

Nunca, a pesar de estar en el suelo repleto de letras con caducidades vencidas y por más de media botella embriagado, les he mentido; mis manos nunca mienten y estúpidamente siguen pretendiendo el cielo y mi pecho conectado a un respirador de alquitrán y pasado. Yo, que he de deberles tanto, algunas noches me siento al pie de la escalera a pensar en el trajín de las almas sedientas de algo más que la locura y el espanto que cada noche les comparto.

Puedo decirles, también, que pese a mi laconismo consumado les he leído, y en mi pecho un fragmento de cada uno de ustedes me ha nutrido y no tengo siquiera el carmesí de la alfombra para tenderla a sus ojos por cada vez que su noble se ha posado en la carraspera de mi inevitable sombra. Cada uno de ustedes han sido una más que una visita en una noche sin luna, un recuerdo imborrable al despertar con el diablo demandando este verso en ayunas.

Quizá deba irme, no lo sé. Sólo se que esta noche en que cierro los ojos esperando no ver de la aurora el resplandor de sus rayos rojos, pretendo algo más que un esbozo del agradecimiento, del abrazo que nunca les he dado y que sin embargo, han sido y son pilares que sustentan mis felinos simientos.

Y sin saber que más decir,  les dejo lo mismo de siempre, un abrazo, una luna insomne en lo alto, un latido, un sincero agradecimiento y la red que velaba en el trapecio por mi seguridad antes, durante y después del salto...

2 comentarios:

Arya dijo...

Siempre he sabido que eres tu aqui... Y si de partidas se trata, lo se.. he estado ahi. Dice un vals "todos vuelven a la tierra en que nacieron..." y si algun dia, o hoy, te vas.. se regresaras. Quizas aqui, quizas en otro Rincon.. o en una simple servilleta. El escribir es como respirar.. imposible no hacerlo.

Y para este nuevo viaje.. mi enhorabuena! Brindo por ti.. por esa sangre que tanto hierve.. y por esas ganas que tan fascinantemente te inspiran y noche a noche guardan tus sentimientos.

Se te extragnara si.. porque eres mi lectura diaria.. ese rincon donde confirmas que sentir jode y duele.. pero que vale pena (aunque aun no te des cuenta..)

Pasaran los agnos, seguiras y entenderas... Ese dia, recuerda a esta hormiga..

A tu salud Poeta!!! Cuidate G :)

Gato Pardowski dijo...

Arya

Reza una canción del maestro Aute:

"...¿Por qué será que cada vez
que escucha la palabra razón,
racional o razonable, ultimamente
empiezo a sentir serios síntomas
de un razonable deseo
de perder la razón...?

Han sido tiempos duros, de mares que estallan después de estar dormidos por tantos años y estas manos mías que en la letra tanto se empeñan y nunca callan. Sin embargo, bien lo sabes, no podré irme. La luz de mis faros siempre apunta a aquel lugar donde mi verso se bebe en confradía un trago con la noche en desamparo.

Gracias Arya... Te dejo mi abrazo.