octubre 24, 2013

Bajo la sombra de un árbol

Existe un lugar y una canción tarareada
bajo la sombra de un árbol oscuro e imantado
de estrellas, un resquemor que sabe a gloria,
la misma mirada de un retrato de hace años
que sigue buscando perdidas huellas
y un abrazo adherido a mi franca memoria.

Mis brazos, tiritando a lado de la hoguera
escuchan el chirriar entre este vicio y sus virtudes
cada vez más extintas, mi pecho tan lleno de trazos
espera en agonía siempre el levante y mansas latidudes,
cubiertos de plata sobre la mesa, la dulzura de la espera
y el saber que llegas nocturna disuelta entre la tinta.

Existe un cielo y el lugar en el que nada valgo
si me sujeto con la fe que aún y a medias conservo
al filo de un vaso, un infierno que sin más me acuna,
esta necesidad de copular mi bien con todo el mal
que llevo sobre la espalda como un peso manso
y estas ganas de ti en las que a solas me hiervo.

Mis poemas, gangrenados de la fiereza de la nada
regurgitan el alma en espera de la aurora ahumada
a razón de un beso, mi caligrafía precisa y tajante
de los puntos y las comas y de esta tilde enajenada,
busca un recodo donde el mar no esgrima mi cara
cuando un te quiero embriagado de noche confieso.

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