abril 29, 2010

Ensueño (Fragmento #9)

De entre tus sombras, algún día
sin saber si fue al principio
emergió la luz,
esa que aunque escasa
siempre ha sido nacarada
y de la cual no se,
si alguna tarde de lluvia
tendrá su propio final.
Surgió también tu beso,
y con él, el mismo Diablo vuelto deseo
recorriendo tu espina dorsal,
tus paredes acuosas,
el fino bello que envuelve tu cuerpo.
Tus palabras ahogadas en el silencio,
en ese mito sepulcral
tan ajeno al bien y al mal
y tus ojos que no miraban,
más allá de los míos;
estrecho canal,
tan cercano, tan íntimo
en amoral albedrío.
Extraña y bella simiente,
salida penumbra nostálgica
de un pecho caliente,
de banderas atávicas
de vida y tonos verdes,
de ese despertar inclemente
atado al clamor de la Muerte,
cuando más quema la ausencia,
cuando no es más que presente...

abril 22, 2010

Fragmento Autobiográfico #5

Mientras tanto espero, como siempre, como nunca antes lo había hecho. Esta eterna de manía que adoptan los astros para resurgir cada día por el levante, sin prisa alguna, sin contratiempos, me parece irrelevante. Miro alrededor, con estos ojos tan gastados ya por las letras, por los textos que nunca han de verse acabados, por las fúnebres prosas, por su manufactura, afanosa... tan amarillos por el tabaco. ¡Qué maldita manía, entonces la mía; la de hacerme el loco cuando la propia locura no es más que la vida, embriagada por tanta carestía!
Esta maraña de pensamientos me acompaña, y algunas veces como infante, ríe y me enseña que aun tiene todos los dientes, el corazón a flor de piel y que nunca miente. Esta maraña de sentimientos me acompaña, y algunas veces después de la agonía, muere y me condena al suave clamor de la hoguera, y que por las noches duele.

abril 15, 2010

Ensueño (Fragmento #8)

Situado en las planicies del hartazgo fríamente me hallé, deslizando sobre la punta atroz de mis dedos el papel, que algunas veces crea, y las demás consume, magnetizado en el punto crucial que jala todo hacia el centro, hacia el oscuro pozo donde concentrados, he encontrado ambos polos. El blanco cegador, el negro abrazador... La luz fundida en cuerpo y alma con las penumbras logrando así la calma, aunque pasajera, aunque del mismo modo siniestra.
Una colina al fondo, rebozando sus prados verdes, ahí lejanos y más aún de mis manos impregnadas de Muerte, de ese cáncer amordazado que a veces grita y siempre duele, como cuchillas enclavadas bajo las uñas, al final del día con la Luna sigilosa, silente. Un millar de ataúdes revestidos de roca, bajo la tierra fértil, sin cruces, sin plegarias infundadas. Carbón que regresa a las entrañas, que dibujó de vida cada paso para después, simplemente verse desdibujado.
La tinta regada haciendo camino, mis pies entre la nada enraizados, el papel a cada lado, partido, sin árbol ni su cobijo, sin "D"ios satanizado, sin Demonios idolatrados. La tinta regada haciendo camino, las letras causando estragos, desahuciadas, perdidas, sombrías, carentes de malos tratos. La tinta regada haciendo camino, la misma tinta regada deshaciendo su camino...

abril 10, 2010

Fragmento Autobiográfico #4

Y mientras tanto, al llegar a casa, bebo. Un poco de elixir cubano no me hace mal, cambio mis zapatos, desabotono la camisa, aflojo el cinturón y me refugio en la informalidad. Los cigarrillos sobre el escritorio padecen de angustia, de cierta ansiedad y me pregunto cuando revuelvo levemente mi cabello, si aquello de la felicidad será simple y llana vanidad.
Enciendo un cigarrillo, después de tomar el mejor asiento que he encontrado al pie de la escalera; busco la Luna en lo alto, escucho el acelerador de los carros y tarareo alguna canción que me recuerda lo que soy. Una maraña debatida entre una razón amarillista y un corazón con el norte situado en el dolor. Un victimario cruel y tirano, una víctima con lastre en lo arcano.
¡Y qué placer me otorga el humo una vez instalado efímeramente en mis adentros! ¡Qué deleite imaginarlo libremente transitando por veredas sombrías buscando con el alma un encuentro! Sí, de esa alma que regurgita del cuerpo cuando éste cae rendido por el sueño y maleta al hombro, tan sólo se va a la búsqueda del lugar más desierto, para decantar su esencia carente de dueño.
Debe ser la noche y el sereno de la misma, debe ser el día ya extinto y su completa sofisma. No me hagas mucho caso corazón, que esta vez esta de luto la razón...

Apología de la Locura (Fragmento #2)

Ahí estaba, frente al mármol frío que conformaba un busto de reales proporciones. Una mano posada sobre el pie de la escultura y la otra, con movimientos tenues, rozando su mejilla; las nubes en lo alto pasaban ajenas a lo meramente mundano. El sol, aún tímido, sólo aspiró un poco el soplo del matinal viento y volvió a sumergirse entre el cielo nebuloso. Bien podría decirse que la misma naturaleza envolvía la vida entre verdes, que al fin y al cabo matizaban la prematura hojarasca, aquella inmersa en dulce melancolía.
Volví de pronto a la página que me aguardaba para la lectura. Era un libro de fábulas que de memoria sabía, y sin embargo gustaba en recordar, en volver a vivir. Un ejemplar de pasta gruesa y corrugada, desgarbado en su interior, y con ese olor envejecido que da el polvo y el olvido. Mis manos, tomándolo por el lomo y la portada un tanto ennegrecida, me hacían pensar de pronto en esas noches, en que despierto, aún en plenitud de sentidos, reconfortaba a la Luna, con mis palabras desiertas acerca de lo efímera que resultaría el alba. Regresé a la vieja banca, en el viejo parque, en el viejo mundo y en ese mismo viejo instante.
Pensaba en esas cosas importantes que del vivir han de tratar, en los años transcurridos por las paredes de la habitación siempre en blanco, en las ventanas sujetas al oxidado metal, en mis manos (otra vez mis manos), calientes y hurañas, en mis más puros deseos manchados de rojo, en mi propia indiferencia... en toda esa maraña.
Aquel ejemplar me veía, el busto a lo lejos me sonreía, la Mujer de la esquina me divertía. Sí, me divertía, con su silueta y ese palpitar en las venas; despertaba mis ganas de acechar, de acecharla a ella, de prodigarla de caricias justo bajo su escote, de atarla a la cama. Sí, de atarla a ella con sus propias entrañas, en esa alcoba suya y ensoñada, con sus cortinas en terciopelo moradas, tal vez lilas, y de ninguna manera enrejadas.
Años tendría ya mi boca sin esbozar una sonrisa, centenares de alegrías sin prescindir de la risa y mis manos (mis manos, mis manos, mis manos) ahora longevas, sin tomar siquiera levemente a una Mujer por sus caderas. Y qué decir del sudor frío, corriendo por la espalda, después de catar el sabor de unos labios en lubricidad extasiados, hasta llegar a la esencia, al miedo que reemplaza al escalofrío y que da paso, a la respiración agitada, a los gritos alcanzando el punto más alto de la octava, a los gritos vueltos melodía en mis oídos.
Pero la Mujer ya no me miraba, el busto en gesto pudoroso en fina lama recubría sus atributos, el sol ya no imprimía su marca del medio día y aquel libro de fábulas, después de correrse una y otra vez bajo mis manos (esas manos que se convertían en puños, golpeando mi cabeza), me mostraba esa insignia dorada tan despreciada otrora por los romanos, ese libro "sacro", divido en salmos. Y después de todo, al limpiar de sueños mi mirada, me reencontré en ese cuarto de paredes blancas y acojinadas, y con esas mismas ventanas, como siempre, enrejadas.

abril 06, 2010

Pienso...

Hoy me encuentro aquí, empolvado y en el mismo aire melancólico y ensimismado. Quizás esté un poco más sobrio que lo que por las noches es mi costumbre, quizás esté más entretenido jugando con mi cigarrillo y en la punta su lumbre. ¡Bah! Hace días que no logro mirar Luna después del duelo caótico que me produce mi cabeza al llegar a casa. Y por si fuera menos, no me importa.
Pienso entonces en las ideas que por mi propia mano han sido truncadas, en mis viejos relatos, en los cuentos que he inventado y que por su propia naturaleza, nunca he contado, en la vieja guitarra que yace sin la cuarta cuerda, ahí tumbada, sin alma y con la boca reseca, en el obsoleto ideal de llamarle puta a la puta, en mi ya sanada perforación que algún buen día, adorno con metal mi ceja.
Y viene el nuevo día, el reloj me sorprende con esa constancia que solo es suya, con la pasividad del estruendo resonando sólo en mis arterias, y ese lento taladrar tan característico de las sombras cuando aparecen entre mentales dunas.
Pero al final del día, la puta no es puta, ni cualquier gato se torna pardo, ni el camino más seguro será seguir siempre la misma ruta, ni los mismos finales siempre serán gratos.

abril 03, 2010

Anda

Estalla Mujer, estalla
conmigo dentro, muy dentro
que mi bálsamo dador de vida
emane y recubra tus heridas.
Anda, anida otra vez entre mis manos,
entre mi pecho y su palpitar inhumano,
desarma a las brujas, de su escoba
y que miren jamás el futuro en su bola.
Y bésame Mujer, bésame
para que en tus labios se borre el pecado,
para que el vino y el pan
no me dejen en tu cruz ataviado.
Anda, anida otra vez bajo mi vientre,
desliza tus caderas insumisas
entre miles de enredaderas,
y termina ocupando mi mente.
Pero tócame Mujer, tócame
así en la noche silente
sin luna, y decadente,
y después del amor, bórrame.
Anda, anida otra vez entre mis sueños
por naturaleza, callejeros,
embriagados aunque certeros
y estúpidamente cenceños.
Pero bórrame del todo
sin complacencias,
debáteme en el lodo,
sin alguna querencia,
sin reparar en pasados efímeros,
sin tomarnos en cuenta como dímeros,
y pensar sólo en concupiscencia.
Anda, Mujer, tan sólo anda
con pies desnudos y descalzos,
y con el levante de tus caderas
muéstrame la felicidad del cadalso...