noviembre 30, 2011

Esta es la vida

Este es el gran lío,
el problema en el que nos hemos
metido sin saber el cómo ni el cuándo,
sin la salvación del botón de reinicio.

Conviene para estos aires fríos
el trago empuñado en la mano,
un cobertor de versos desaliñados
por el gusto que tanto duele
y por el mismo dolor que parece
a media noche tan degustado.

Esta es la gran mentira
ante los ojos de un mundo
que sin mirar gira
y retorna, a los orígenes animales
donde Darwin se equivoca
y los hombres, acaparan las copas
de los árboles y bananas comen.

He de buscar mi alma en el fondo
de un vaso que luce empañado,
en las volutas del humo que juega
después de anidado en mis pulmones
y no puedo encontrar esos verdes
con el corazón entre tinta hecho jirones.

Esta es la estafa innata,
el precio del ayer ante el mañana
que sin temor afila sus garras
sobre la piedra de un Sísifo desvalido
de fuerzas, de razones vagas
sobre la Muerte y el valor
puesto en ideales perdidos.


Hace unos días vi estrellarse
a un ave contra un opaco cristal
que hace las veces de ventanal
y hoy me pregunto si el suicidio
estará llegando al mundo animal.

Esta es la vida, el ajetreo de alas
de un Ícaro que a la Luna le teme tanto
por que derrite más que un sol en lo alto.

noviembre 27, 2011

Postdata

Muchos somos los imbéciles,
y más aún los que te nombran
entre callejones infértiles,
entre elixires de centeno,
de cebada o de dulce caña,
elucubrando la propia calaña;
pero soy yo quien sin sombra
ha de buscar tus caderas
una noche de Luna cualquiera.

noviembre 26, 2011

Si me carcome la niebla

Si me carcome la niebla entre albores
envueltos en tonos y letras rojas,
entre tinteros con muertos colores
aferrándose a la luz de las hojas.

Si se me trepa la Parca cantando
al vagón pestilente donde viajo,
si se me acaban las monedas, cuando
a media noche me visto en andrajos.

Si se me escapa el verso de las manos
a sabiendas de licores y copas,
de la humareda en los grises malsanos
de mis enfermos pulmones sin tropas
a pesar de las suspiros de diario,
desvanecidos, tristemente aislados
de miradas ajenas, en calvario,
en agónico trance mutilado.

Si se me apaga la voz en pleno mar
de cristalino oleaje entre las rocas
y las caracolas se cansan de andar
malviviendo secas de boca en boca.

Si la Luna no basta guiando el paso
que me enmarca serenamente atado,
enardecido ante el eterno ocaso,
a mis propias deidades maniatado.

Si es que te digo que por dentro muero
y de pronto te hallo en pechos ajenos,
no es mi lascivia encomendada al fuero,
ni estas ganas donde fiel te almaceno
la que habla, no es mi talante sombrío,
ni esta mermada condición de hombre;
es el vendaval que arrastra con fríos
hasta mis labios temblados tu nombre.


noviembre 25, 2011

De lo que puede ser

Puede ser este Noviembre y sus vientos fríos
entrecortando la piel y rompiendo los huesos,
este soplo de arena del desierto sombrío
donde los labios se resecan siempre confesos,
partidarios de las sombras que jamás besarán
los despojos palpitantes de los pechos muertos,
ni la hojarasca vuelta cuerpo. ¡No, no abrazarán
jamás mi latido tan anclado en este puerto
de barcas sin remos, de esta brújula sin norte,
de este sentir que ha buscado firmar su renuncia
cada mañana al afeitarse como deporte,
de esta luz artificial que desesperanza anuncia!

Puede ser mi coraza de tristeza endiablada,
enraizada, febril, sin saber si apenas vienes 
o es que apenas te vas a endulzar la fiera nada
en la que no he de tenerte y de pronto devienes.

Puede ser mi vientre clamando sin más tenerte
una noche de soles radiantes calentando
la hoguera incivil de miles de manos inertes,
y de esta soledad por mis recuerdos reptando.

Puede ser que también no soy el mismo de antaño,
sino esta ceniza que te recuerda en hogaño.

noviembre 22, 2011

Seis veces

Seis veces he visto morir
a ese niño que dejé de ser
cuando me apuñaló la vida
con la irremediable realidad
ante mi inocencia tendida;
seis veces antes de ser hombre
mutado en gato de noche,
estando a punto de perecer.

Me entretengo en la alameda sombría
ya entrada la penumbra que carcome
de a poquito la sonrisa a dentelladas,
como el arriero esperando la cosecha
después de la más cruel helada
ya muertos sus bueyes, ya seca la semilla
a fuerza de un rayo de sol desencantado
y con el alma que tirita, infecta y podrida.

Cada vez que voy sin esperar el regreso
han de abordarse en mis ojos estas ganas
de sales marinas, estas dolencias de huesos,
estas manías de entrañas embriagadas
cobijadas bajo el peso de los sueños
que no han de germinar para dar paso
a los verdes que le dan razón al cielo
y enamoran a Poetas de letras blancas
y hermosos versos siempre cristalinos,
por no tener el corazón el triste y funesto
ni entender la pluma como fiera espada
como el arma que defiende los tiempos.

Seis veces a golpe de afilados machetes,
de balas sin rozar al dios omnipresente
mientras un mundo en soledad se masturba
sin saber que el futuro será igual que el presente.

noviembre 19, 2011

Y no miento

¿Y qué sería de las horas desiertas
sin el suspiro que tan voraz ronda
perdido, bajo el pecho que despierta
sublevado a sus pasiones más hondas?

Escucho mi propia voz
diciendo: "Mata al Gato
de una pedrada veloz,
sin piedad ni recato".

¿Y qué sería del alba enlutada
con su primer rayo anunciando luces
ajenas, entre las tejas marcadas
sin mi poesía cayendo de bruces?

Otra voz vuela afable
y me abraza, nocturna
como la sombra amable,
por igual taciturna,
con su dulce sonrisa
de abriles nacarados,
con su amiga la brisa
y sus pasos no dados
en la espesura mortal
del tibio desencanto,
con su pasión visceral
alentando mi canto.

¿Y qué sería de lo poco que soy
y de aquello en lo que tanto he creído,
de mis manos entintadas donde estoy,
si me pierdo sin saberme perdido?

Mi letra sin más clama
envuelta en adicciones,
tocando timbres llama
y se anida en cajones
donde quepa un corazón
hecho trizas, un trago
a solas, una canción
hecha recuerdos vagos.

Yo, que no he de buscar más que belleza

en la elucubrada flor, en el trinar
de las aves que vuelan con presteza
donde la sal no besa nunca la mar.

Yo, siempre ensimismado
en las grises penumbras,
siempre vil, enajenado
ante el sol que no alumbra.


Siendo el loco que no cree en la locura
justificada, me detengo mirar
el cielo de la noche en espesura,
mi fiera razón a punto de expirar,
mis manos temblando ante el sol de diario
que no calienta, sino la piel quema
como la hoguera, como este poemario
que desde sus orígenes blasfema.


Y no miento, estoy jodido por ser mi elemento,
por ser la Muerte a quien miro detrás del espejo
que nunca sonríe brindando acompañamiento,
por ser talante pardo sin mayores reflejos.


Yo, siendo el gato esperando el zapatazo
que su maullar la brisa haga silencio,
me declaro sumiso al breve abrazo
de mis ganas, de mi dogma aún sin precio.

Gracias Laura (me dieron ganas de llamarte así), por la charla
y el consejo, por las peroratas y tu oído,
por todo el café expresso.

noviembre 16, 2011

Entre dos mitades

Es mi vaso casi vacío, mi cielo
oscurecido, mi tabaco ardiendo
en el cenicero, mi letra en celo,
mis gusanos que me van carcomiendo,
mi comunión con la Muerte, mi pasión
que no deja ni ha de dejarme nada,
mis feroces demonios en procesión
sujetos a mis luces apagadas,
mi tinta negra, mi caligrafía
más precisa, mi sangre derramada
ante la Luna que llega tardía,
mis ojos pardos en cruel hondonada
que buscan y buscan perdidas glorias
entre las tumbas que yacen sin flores;
mi poesía siendo cruel e irrisoria,
mi aliento extasiado en dulces licores.

Es mi deber, tan anclado a la noche
cuando no soy seguidor de la estrella
que más brilla, mi razón sin derroche
de rotunda certeza haciendo mella
en mi cabeza, mi latido a salvo
de la etiqueta que ha de poner precio
al espíritu que no ha nacido albo
entre las fauces de este animal recio,
de este buitre gigante tan ávido
que se enardece devorando pechos
y sueños tenues -jamás ingrávidos-,
que se enaltece ante el hombre deshecho
que vacila asomado al precipicio,
tentado a la promesa del reflejo
sugiriendo el final del sacrificio
entre el verde que engaña al ser bermejo.

Es mi canto resonando sin eco
en las paredes de la noche lenta,
mi guitarra, mis acordes, mis huecos,
mi sombra esperando la luz sedienta,
mi despertar odiando las mañanas
si la resaca ha de volverme presa
macilenta, mis flechas de obsidiana
sin filo, mis lágrimas siempre espesas
que no han de estallar contra el pavimento,
mi melancolía tallada a mano,
mis pies tan atados al sentimiento
que me condenan a este ser malsano
envuelto en flores marchitas, mi vicio
elucubrado en crueles soledades,
mi pensar huyendo por un resquicio
de vida, perdida entre dos mitades.

noviembre 13, 2011

La noche vuelta gris

La noche vuelta gris, el grito ahogado
bajo el impacto de un puñal de palo,
lastímero, como pecho empalado
al latir que muriendo va sin halo
ni estela, sin esa hoguera siquiera
donde bailan desnudas sus quimeras.

La noche vuelta humo que nunca fluye,
botellas vacías en el estante
que otrora albergó los sueños que ahora huyen,
maleta en mano, del fiero levante
donde los huesos se rompen inmersos
en la afonía enlutada de versos.

La noche vuelta lápida sin muerto
a quien rezarle una estéril novena,
los puños de tierra, la fe del tuerto
puesta en el negro cuervo que cercena;
corona de flores tristes y secas
enmarcando una agonía reseca.

La noche vuelta otoño inmaculado,
dorada hojarasca crujiendo al paso
del pie que ha de andar ridiculizado
por sus cortos años ya en triste ocaso,
ya en agónica voz enarbolada
a esta penumbra vil empecinada.

La noche vuelta cuerpo desmembrado,
crimen repetido, sangre vertida
a la luz del farol desangelado
de aquellos días carentes de vida,
donde la Muerte es pan de cada día
cargada de temor y carestía.

La noche vuelta vuelta un funesto tejado,
el maullar de un gato mientras la Luna
pasa febril, conociendo el pasado
regurgitado de arenas y dunas,
que sin más han de ser la triste ausencia
de andar malherido sin tu presencia.

noviembre 09, 2011

A María Alvarado

Soneto corregido por el Poeta Perfecto Herrera.
(Mi total agradecimiento también es para Usted, maestro).

Puesto que son y no lo son tus ojos
un par de faros anunciando el norte,
profunda levedad del primer corte
cuando sólo reviste, el ser, de arrojos

temblando el pulso en óleos tan nocturnos
y lienzos, de acuarelas y de pechos
latiendo solapados y deshechos,
entre el verso cruel, ya taciturnos.

Por que eres la Habana a la mexicana,
ese sadismo tierno en las muñecas
puesta sin soga ni flecha en la diana;

por que eres Penélope sin rueca
hilando estrellas y pasiones granas
cuando Ulises, no es más que una vil mueca.

El segundo trago

Bebo el segundo trago encasillado
al equilibrio de mis grises pasos,
a la salinidad del turbio ocaso
de este pecho que ha de andar endiablado.

El cielo me refiere a la utopía
esta noche de negras densidades,
de vuelos trastocados de ebriedades
que se desvelan esperando el día
en que las flores, dejen de ser pardas
y su fragancia, elucubre esperanza
versada en esa fría lontananza,
alejada del filo de alabardas.

Ando sediento de un mejor mañana,
hambriento de multiplicados peces,
de panes cosechados en cipreses,
de pasiones en color de la grana.

Y yo que no he de tener más que diablos
vestidos de dios y en las manos clavos
que me han de dictar el verso esclavo,
las ganas marchitas siendo vocablos
de necedad, de éstas, mis letras crueles
y marchitas y sin embargo ciertas
cómo llaga punzante, herida abierta
en torrente en la frente sin laureles.

noviembre 05, 2011

Y la Luna en lo alto

Y la Luna en lo alto en su mitad más oscura
tragando vidrios rotos y coronas de espinas,
fumado anocheceres, curvando las esquinas
donde el latido muere sin receta ni cura.

¿Dónde encontrar mis alas y tus muslos abiertos
recibiendo el deseo de mis ganas manchadas
de este verso entintado, de esta boca enlutada
cuando preciso lluvia bajo el vientre desierto?

Y la Luna en lo alto, como fiero arrebato
me dicta el sueño febril, las pasiones de antaño
vueltas lumbre en la hoguera, catástrofes de hogaño
metidas en las manos muriendo en alegato.


noviembre 02, 2011

Me disculpo

Me disculpo esta noche, por mi pecho
que en harapos anda, tan trastocado
y revestido de versos deshechos,
tan gris, como un beso desencantado
colgado del reloj a horas tardías
entre el cristal de una copa sombría.

Me disculpo por el mar que ha anidado
sin lustre en mis ojos desde hace tanto,
por su aroma, por su humor encrespado,
por su tristeza, por su desencanto
empedernido sin mayores luces
que un triste faro alumbrando sus cruces.

Me disculpo por mis manos desiertas
que tiemblan y sufren por el verano
cuando entre hojarasca se saben yertas,
entumecidas por vicios arcanos
donde los demonios conmigo brindan
y mis temores de letras se blindan.

Me disculpo por la ausencia adquirida
antes de abordar el tren, por los días
en que intimé con la Muerte enlucida
en soledad y malva fullería;
por esa estadía sin siquiera estar
embriagado en la cuchilla de afeitar.

Me disculpo por estos ojos que urden
tan ciegos siempre y tan displicentes,
por mi mirar cuando al alba se funde
con esa realidad indiferente
ahogada hasta los huesos de resaca,
de recuerdos saliendo por las cloacas.

Me disculpo por la grisácea sombra
que me atrapa entre los besos no dados
y la leña del verso que te nombra
cuando más ando descorazonado.