agosto 30, 2010

Insomne II

Y yo que ni duermo
pensando que el sueño
más reparador, es
el que se tiene despierto,
con los ojos bien abiertos
y los latidos inquietos.

¿Qué me dirías tú,
si al dormitar te contemplo
como radiante dejavú
navegando en mi cabeza,
toda tú, en entereza
robándole arena al tiempo?

Y yo que ni despierto
por no descubrirme infecto
entre recuerdos almidonados,
rugosos y malgastados
sin rastro alguno de intelecto;
presente continuo imperfecto.

¿Qué gesto encontraría en tu rostro
si al cabo, después de un tórrido encuentro
mi pesar y mis demonios te muestro,
como tales, sin mayores cuentos
amordazados por la narrativa
y con un beso como tentativa?

Y yo que ni me muero
de las ganas en pleno aguacero,
salpicado de una tristeza
que hace sima en la certeza
de un panorama altanero,
y sin lumbre en el brasero.

¿Qué candores recibidos
prodigaría tu divino regazo,
sin temores ni alaridos
si nunca, dejando bagazo
de su goce empedernido
prodiga en mí su terrenal abrazo?

agosto 28, 2010

Y Nada Más

¿Cuántas Lunas han quedado varadas
en la noche más negra, desgarrada
de piel y huesos, siempre desdentada,
muerta, célibe y desencantada?

Un trago, dos, las entrañas calientan
y tus ojos pardos se me presentan,
imagen desterrada, ¡vil utopía
del ciego sobre el mástil, so vigía!

Pirata con ambos pies, sin leyenda
que contar sobre él, sin la menor senda
de gloria ni cruz en su viejo mapa,
pendiente de su brillo que se escapa .

¿Cuántas Lunas mudas ya han quedado,
sin tonada en su lóbrego trayecto
taciturno, tirano y abyecto,
dejando al escucha desamparado?

Bailando las sombras sin ritmo, compás
de mil demonios, acalorado vals
de pies corruptos y manipulados,
bailoteando sin gracia, condenados.

El viejo un, dos, tres, sin calmo chasquido
de un par de dedos rancios, retorcidos
por el tiempo en mediocre letanía;
las manos en terrible afonía.

¿Cuántas Lunas marchitaron sin fruto,
sin almíbares ni polen en sus flores;
tierra infértil, pétalos impolutos?
Muerte verde, tus labios arreboles.

Rojos que mueren en rosa, la vida
lléndose a través de ellos, salvaje,
terrestre, inhumana; Muerte vivida
aún con sus raíces, sin anclaje.

Carmín en tu boca, como la sangre
que te recorre y exhorta, sin más
a mirar mis letras, después mi carne,
todo eso y nada más... y nada más.

agosto 22, 2010

Te vas

Te me vas muy a mi pesar
de pronto, sin complicaciones
sin mayores contemplaciones
y yo no dejo de divagar.

No te lleves tu sonrisa
ni tus ojos de ensueño,
déjame una nimia caricia
y al despertar tu beso.

agosto 21, 2010

Insomne

Pronto va a amanecer, aquí, en la ciudad que no sabe de silencios ni de límpidos cielos. Lo se y sin remedio me pesa; no es hora para entretenerme con la pluma y el papel y sin embargo heme aquí, en la escalera de siempre sentado esperando un arrebato que me de más para escribir que un simple alegato. El lecho me ha arrojado de sus entrañas y con la idea de fumar he salido de casa con mi escasa dignidad y mi farsa bajo el brazo; tal vez queriendo el sabor de la ambrosía recordar. Estoy inquieto, hay un ratón en casa y no logro hacer de esta prosa un verso, y pienso en el Mar que he desde tiempo atrás de mis ojos he desterrado y aunque algunas veces me amaga, en demasía se que no pretende regresar. Y esta noche con sus luces que a lo lejos pululan y parecen bailar, mi propia imagen trastocada con cierto tono de mendicidad; en lontananza no hay estrellas que me arrojen su moneda para el hambre apagar.
Siento frío y es normal, mi carne entumecida se tensa y en ciertos rincones la sangre se estanca y no corre, se amotina y sin poder hacer más de mis ansias dispone. Volveré a la cama, a esperar el estallido del alba al entrar por mi ventana, después de un cigarrillo fumar, después de acabada esta prosa que no ha dado para más.

agosto 18, 2010

Monólogo

Se me acaba la vista ya a estas horas cubiertas por el polvo, que momentáneamente el sacudidor desterró por la mañana. Se me acaban los ojos entre el ordenador y el vistazo que le proveo a mi interior, entre los libros de paciencia infinita han sido dotados y que no les molesta ser llevados de un lado a otro bajo el brazo sin ser nunca, en su lectura acabados. "Al menos ellos poseen un punto irremisiblemente final", pienso y me vanaglorio al encontrar una razón que de certeza a lo que todo en mi cabeza es vaguedad, como siluetas esbozadas tras la cancelería que reviste el baño haciendo el amor mientras yo solo miro desde su opaca pared de cristal, movimientos sincronizados francamente arcaicos y de cierto tono inhumano. ¿Será que mi mirada está cansada, ó que al cabo después de lo ocularmente durante el día ingerido, no pretende más ver? Para ello no tengo respuesta, si a caso me surgen más dudas. De esas de espíritu aventurero con la gallardía vil del que se pone frente al astado y se dice torero. Dudas que son su espeso ramaje no hacen más que impedir que se filtre por mi ventana cierto rayo de luz matinal, que caliente mis huesos y logre darme un poco de aliento. "Tal vez todo esto se trate de vivir la vida recostado en el sillón, comprarse unos buenos lentes, mirar el televisor y echar el ancla una vez encontradas las mansas aguas de la trivialidad", para mí mascullo a sabiendas de que tal cavilación llega al límite de lo ridículo y de lo propiamente sardónico, de lo enteramente estúpido y aún así recaigo en la elucubración, que ligada al escepticismo le da cuerda a tal idea para proseguir disparatada en la imaginación. "No, no es posible que aquel que ha nacido bajo el astro de viajero, permanezca recostado todo el tiempo a la sombra del árbol, esperando que los mares lleguen hasta él edificando una memoria, de sales y sudores que a su espalda nunca se han aferrado", y busco entonces entre las fotografías añejas algún signo de ese cuerpo celeste que me ha provisto de dogmas insumisos y de hurañas pasiones, aunque de encontrarlas de nada servirán por que mis ojos, esta noche de fatiga tan cargados, no pretenden ya mirar. "Debe tratarse entonces de la moción que tantas voces en mis adentros, una vez la Luna puesta en lo alto del cielo, con los ojos bien abiertos logra mantenerme despierto, esos demonios infames siempre dispuestos a trasnocharse conmigo, comiendo pacientemente de las entrañas de donde han sido noctúrnamente paridos y que altivamente esbozan su sonrisa al balancearse felices sobre mis anhelos, al saberse más que nunca vivos después de tantos años reprimidos". Pero de pronto, doy un salto a la primordial razón de mi lamentación mientras en la diestra mano, llevo el tabaco que se va quemando; se me acaba la vista entre los ires y venires, entre el humo que en su trayecto figurillas va formando, entre los vientos que rebotan de montaña en montaña y que a su gusto por esta ciudad corren sin lograr desenmarañar nada. Se me acaba la vista entre un par de lagrimales desprovistos de su principal función por estar atrofiada.

Cuando Vengas Por Mí

No me llores, cuando al cabo vengas por mí resuelta
a libar mis labios, tuyos desde siempre como nunca
un día de sombra, en cada gota de alcohol disuelta
y tómame sin reservas, sin el llanto que te enluta.

Llévame sin pausas ni prisas al lugar menos pensado
por mis manos, al abismo en el que sólo tú des refugio,
a los valles sin laderas, a los caminos infestados
de letras, donde la vida ha de carecer de de artilugios.

A dónde quieras, al frío inhumano de tu eterna morada,
a los más profundos infiernos sin puerta que otorgue salvación
ni manual de plegarias al cielo con espaldas laceradas
esperando, con cierto recelo una falsa redención.

Pero a mí no me importa, mientras la oscuridad
de a poco se cierre y sin piedad en ella me encierre
y me prive de fulgores, con su manto de deidad
amorfa, con su inercia de calamidad perenne.

Y aunque hoy no te busco siquiera bajo mi ropas
ni espero de ti algo más que la nada,
hoy te recuerdo tal cual entre lágrimas y copas
a mi pecho por siempre encadenada.

agosto 16, 2010

Ensueño (Fragmento #11)

Te tengo bien sujeta en la mente, lo se, y al cerrar los ojos no desapareces. Me recuesto en el sofá que de aromas incendiados hace gala, alcanzo el vaso a la mitad y de él sorbo un trago, mientras los astros en el cielo siguen pasando sin respingar de la hora, sea de noche o sea de día; pero yo en todo ello te veo, te siento, te respiro y me propongo a catar tu aliento, licor de edénicos frutos, almíbar escarlata de tu sangre con etanol exquisítamente coronada. Ensueño, tan sólo ensueño despierto cuando aquí no estás, derrocando mis murallas por las que se entreteje un viento fresco que me perfuma con sus notas empapadas de tu ausencia, de éste exceso de caos que arremete con fulgores contra mi codiciada mentira, cuando en tu vientre mis pretensiones palpitan y que desesperadamente, cuando no te tengo sin más remedio recuerdo, para sentir ese efecto calmante y soporífero, el estupor de la paz. Vuelvo a alcanzar el vaso, pero esta vez su elixir se ha terminado...

agosto 12, 2010

Revoloteo

"Caigo en cuenta, de lo tedioso que me resulta aquello de bajo la almohada esconder la cabeza para esperar, la cuenta regresiva de los cuatro mil borregos. Normalmente siempre hay alguno dispuesto a charlar un rato conmigo y me sorprende dormido antes de saberme muerto..."
Debe ser por eso que tan a menudo despierto con el revolotear de aves negras graznando sobre mi cabeza. Ya me lo habían advertido, reconozco que una tarde de lluvia un viejo olmo del más desgastado parque me lo dijo, cuando sentado sobre una banca coronada por el óxido de antaño, me incitaba a amordazar mis pasiones exhibiéndolas en el papel empuñando la pluma en diestra mano, con la única condición de volver a mirarlos nunca más y si alguna vez los recordara, no enfrascarme en el cuando. No hice caso y me alejé, como infante que descubre en el aire su cometa, surcando porvenires inmaculados, rozando los límites de lo extraordinario, feliz como sólo se puede ser cuando uno no comprende de preocupaciones ni desencantos. Y yo no sabía de nada, el mundo era tan estrecho para mí, que podía abarcarlo extendiendo mis brazos, el horizonte no era más que el punto donde se metía lentamente el sol y bien podía llegar a él sin necesidad reprochar la caída intempestiva de la noche. Era yo entonces, una hoja que arrastrada por un noble vendaval se mecía entre el ir y venir de unos ojos llenos de ensueño, un claro manantial que solo fluía sin recelo hasta desembocar en el calmo mar, aún sin corrosión ni la astringencia de la sal. Pero hube de crecer, siempre por la Luna orientado, llegó el primer cigarrillo a mis labios, sin escuchar razones empecé a retirarme a mi habitación cada vez más temprano, me ensimismé, dejé de comer y adquirí el hábito de beber para reconocer como fauces de lobo mis propios adentros y se me fue la vida por doquier regando tinta, atiborrando mi escritorio de clamores, archivando la misma idea que sujeta se ha quedado, indefinidamente anclada a malos pensamientos, como el mismo olmo que se ha aferrado por tantos años a la tierra para transmitirle a algún infame su menospreciada sapiencia. Debe ser por eso que tan a menudo despierto con el revolotear de negras aves graznando sobre mi cabeza.

agosto 11, 2010

Ella

Ella me conoce bien, me lo han dicho sus ojos que por momentos desconozco. Sabe de mis noches, de mis días enterrados bajo una superflua imagen humana, de mis devaneos con alguna muchacha, de mis gestos cuando aún en sobriedad me mantienen indispuesto. Ella es el tipo de Mujer que no me dice nada, que me deja ser y después se marcha para vivir mis sueños en una imagen lejana, digeridos de manera diurna mientras sus bragas se empapan. Asexual no es, y sin embargo una inmaculada e incierta divinidad sobre sus hombros carga, sobre sus palpitaciones lejanas encarna. Ella es el tipo de Mujer por el que yo daría la vida sin pedirle nada, es el todo que conforma una bandada de demonios que a la luz del sol se tornan rojos y al viento agitan de un lado a otro su cola, es el Mar sin la sal y la voz tan celestial de la caracola. Ella me canta cuando despeja su mirada al alba y entre suspiros su acurruca en mis versos con la firme intención de degustar mi beso. Ella es el tipo de Mujer que representa a la Luna en su más profundo nácar, es el Ron que por costumbre bebo, es mi puedo y es mi debo. Es la estela en la que sin remedio alguno se enredan mis cabellos, el manantial nocturno en el que hundo mis jadeos. Ella misma es de quien mi Mujer tiene celos, de mi preciada melancolía que me llena de anhelos...

agosto 09, 2010

Me cautiva

Me cautiva el olor del tabaco quemado
cobrando vida entre los labios,
el fuego que florece en su punta
lanzando al viento hermosas volutas
que algunas veces van y otras vienen,
pero que esta noche me entretienen
con su forma entre penumbras,
buscando en el cielo la abertura
suficiente, para ligar la mortalidad
al enigma impoluto de la divinidad.

Me cautiva mi mirar entre humareda
al cabo efímera, que ya después se aleja
y se dispersa, por que me deja el tono gris
de la conciencia que muy a mi pesar adquirí
postrado siempre en aquella ventana
atizando pasiones a esa edad tan temprana,
envuelto hasta los huesos de silencio
recurriendo al alquitrán como analgésico,
con su efecto presto y somnífero
que al final, lo se, será mortífero.

Y más me cautiva por que el Mar
nunca habrá de apagar su fuego,
ni el candor que se asemeja al ruego,
de mis noches podrá alejar.

agosto 08, 2010

Hoy (Fragmento #4)

De ganas me muero por beber un trago y después de no mucho meditar, lo hago. Los números rojos que de mi billetera penden no logran darme la fatalidad del condenado a Muerte. Me entretengo husmeando entre mis sueños, entre aquellos que sin remedio se fueron, los que aún en ésta noche resaltan y pretenden ser venideros.
Hoy soy la hoja más seca de la hojarasca, movida por doquier por el sabio viento que refresca y la lleva siempre en direcciones abstractas. Soy el asceta de barbas blancas, al que no le importa el mañana ni lo que puede suceder con su calma, el trovador que hace mucho perdió la voz y la guitarra, el truhán que ha visto descubiertas por la multitud que expecta todas sus artimañas. Soy la última gota que provee el aguacero, el cielo gris que no hace más que aguardar al primer lucero. Soy la sombra que, bien lo sabe, al alba será aniquilada, el torbellino sin fuerza que no destrozará ningún cometa, el alma enardecida que habrá de salir sin titubeos de estas míseras letras.
Soy yo, al que no le importa la Gloria ni el final que pueda tener su mismo nombre, el gato que a la primera luz en el horizonte se volverá hombre. El mismo de siempre de figura enlutada, aquel rapaz al que a todo le da importancia y al que al final de cuentas no le importa nada.
Eso mismo, esta noche soy.

agosto 05, 2010

Me se (patéticamente) perfecto

Desde tus cumbres me se perfecto
aún cuando encallado en la desdicha
bajo la sombra de un árbol, me recuesto
a pensar en mi última pasión adscrita,
en lo que esconden tras de sí mis manos,
en lo que calla mi boca buscando otros labios.

Desde tus ojos me se perfecto
cuando a la luz de la vela recuerdo
lo que otrora pude ser y no soy,
aferrado a ellos sin saber donde estoy.
Ni me importa a caso el efecto
ni la causa que me dicta el corazón.

Desde tus piernas me se perfecto
como nunca antes nadie, lo ha sido,
por más que me encuentre deshecho
sin sopesar en la balanza lo vivido,
aunque seduzca a la Musa, de un hilo
pendiendo, oscilando entre lo prohibido.

Desde tu piel me se perfecto
como torrente puro que arremolina
entre tus muslos y borra tu desierto,
haciendo de sus sales, trizas
para desembocar en un mar disuelto
de conchas nacaradas y agua cristalina.

Desde tu aliento me se perfecto,
desde tu lengua y desde tus dientes,
desde tu verdad que a todas luces miente
fielmente esquiva y condescendiente,
sin evitar el fatídico deceso
de aquel que soy y no desmerezco.

Desde tu mente me se patéticamente perfecto
en tu pensar, en tus incompartidos adentros,
macabros cuando logran hallar mis defectos,
cuando añoran más que el pan el encuentro
de mis labios y mi pecho tan abyecto
que de par en par, para ti, siempre abierto.