febrero 28, 2011

V

Viene siendo la fecha, la hora, el momento
de volver mi presencia a la ventana,
mis bocanadas necias y paganas
extrañan la sal y su alojamiento
alrededor de una noche sin techo,
de la sujeción a la nada, al perro
que le ladra con fiereza al destierro
después de traer el hocico maltrecho.

Viene siendo la hora de cargar flores
secas entre los libros, de doblarme
el alma en cuatro para cobijarme
de estos versos míos, azotadores
y sombríos, como parques manchados
de pobredumbre, entre burda maleza
que impide a toda costa, esa grandeza
de los años que perdí en los prados.

Me duele la nube que solo pasa
sin mirarme, y nunca se detiene
ni pregunta, a esta hora que se me viene
encima, si yo que la quiero rasa
para en mis dedos, feliz entrelazarla
pudiera esbozar la última sonrisa,
inmersa en esa humareda imprecisa
de mi pecho que no logra abrazarla.

febrero 25, 2011

Paisaje

Dos cipreses, altos y robustos coronando
la noche, la Luna mordida y con su mismo
talante inquisidor, mis dos ojos y su abismo
que se pierde y se revuelve, todo inundando.

Cables eléctricos pendiendo, cuatro bombillas
dando luz y lumbre, las aves diurnas que duermen
y su trinar que calla, deja en la calle el germen
del silencio y el resplandor de una cuchilla.

El suelo asfaltado, también grita y palpita
necedades, dos cruces de muertos olvidados
vomitando flores secas, recuerdos cortados
con la hoz de esta Muerte, empeñada en ser eremita.

febrero 21, 2011

IV

Sólo una serie de versos,
donde pueda hallar el cobijo
del mar y su punto final,
tan necesario que hoy lo pido.

febrero 19, 2011

Y me imagino (Para Ío)

Y me imagino tus ojos abiertos
en plena noche, mirando por doquier,
buscando los fértiles valles, cualquier
signo inequívoco; agua en el desierto.

A ti, los sabios dioses te han brindado
el poder de esa belleza autónoma,
que no es más que una señal astrónoma
de un verso fiel y autoembelesado.

Si habrás nacido en un bello rosal
me pregunto, entre dos suaves espinas
blandiendo el tiempo; el agua cristalina
alrededor de tu mano en manantial.

Por que la luna, siempre me lo dice
cuando a todo su rigor ha de embrigarme,
con su blanca luz y empeña a darme
tus letras y el sueño que predicen.

Y me imagino tus trazos, sutiles
navegando por el blanco del papel,
mostrados sin el acuse de arancel
ni cartucheras, cargando fusiles.

...

(A manera de reconocimiento
y humilde agradeciemiento)

febrero 18, 2011

Me parece que escondes

Me parece que escondes algo más
que una estrella disuelta en tu boca,
más que un ardor de verano quizás,
pues tu palabra anida las rocas
despeñadas, que caen como frutos
y a su paso, la tierra cimbran
con afán precioso, absoluto.


Y no pretendo a caso descifrar
tu voz, ni laureles de tu frente
una noche en su frescura, alcanzar
con mi verso insano y silente,
con mis manos rodear el dorado
brillo, de tu pecho y tu vientre,
pues en ti hay sendero escampado
esperando que sin luz le encuentre.

febrero 16, 2011

Allá se juntan

Allá se juntan dos Lunas, tuya la primera
y mía la segunda, rozan pronto el deseo
y se vuelven una sóla, en vibrante apogeo
de diablos y querubes, de mares y riberas.

El agua corre a tus pies, feliz y presurosa
por filtrarse entre tu piel, de cada poro asirse
pues en ti nada se seca, ni puede partirse
de tajo, ni la espina puede herir a la rosa.

El vicio a mi derecha se tiende, se enmaraña
y mientras te contempla, sus raíces fortalece
cuando el viento sopla y los huesos adolece,
y todo en mi marchita, entre mis letras y mañas.

Pero allá se juntan y copulan, como dioses
ahogados entre la polvareda del olvido
y los sueños en harapos, nunca sostenidos
ni sujetos, de alguna manera a malas poses.

febrero 14, 2011

Por que es tu sombra

Por que es tu sombra
la que no da tregua,
la que se mezcla en mi vaso
y danza entre el humo del cigarro.

Y apago la luz a prisa
y sólo así te extingues
un momento, de a poquito.

Y es entonces -después de un trago-
cuando te ansío y más te extraño.

febrero 08, 2011

Entre tus labios

Entre tus labios, tenues y certeros
me adentro, pétalos busco sediento
de aromas, de su sabor y sustento
en plena noche, de vientos ligeros.

febrero 07, 2011

III

Que tu pecho azaroso, me de incluso la razón
anhelante y de lo mundano desprendida,
que de su néctar -una basta miel comprendida-
arda una llama que me lleve a la incineración.

Vuelvo al lugar donde, entre las brisas y las trizas
mi pecho feliz, late y combate dolores
que al cabo y sin querer, volveran con las flores
entre el aroma de tinta, sin calma ni prisas.

Una utopía cruel, que a diario se me realiza
con letras por doquier y una melancolía
que no entiende de libertad ni del día a día,
y atrapada en humo y alcohol se agudiza.

Sépase que, con ahínco he buscado la manera
de perderme en el sopor de arbolados caminos,
a la orilla de un lago, de un oceano mezquino
que no lleve a mi verso a flotar con la madera.

No hay nada que hacer, uno no es capaz del destino
eligir a sus anchas, la vida sortea vicios
y tiempos, sus dificultades y beneficios
en espirales, en llantos, en ahogados trinos.

No me queda nada más, de aquel rapaz cínico
que fui, de aquel tunante de petulantes noches
cantando al alba, haciendo de la Luna derroche
por saberla mía, en su estado más lumínico.

¿Dónde he quedado, donde mi ironía ha sido
relegada a la desazón del embadurnado
presente, que convoca a un sentimiento enlutado
de corazones rotos y un vicio rendido?

Y no me encuentro; viviendo un lunes con resaca
a primera hora de la mañana, enardecido
por el sol que me levanta entre el frío crujido,
de ese deber que tan notoriamente me achaca.

febrero 05, 2011

Existe una diferencia

Existe una diferencia radical
y no lo había notado: yo muero
cada noche en medio del cenicero,
aturdido entre tragos y su espiral.

Tú bebes agua, comes vegetales
y entre tus sueños, yaces tan leve
que así te fundes, en la brisa breve
de una Luna y un Sol inmortales.

febrero 03, 2011

Dejé un poco de lado

Dejé un poco de lado el ron, su magnífica
caña que de gurú, me dio un semblante añejado
y me adentré entre el espeso licor anisado,
en la cerveza, buscando letra mirífica.

No he encontrado nada, ni resignación ni euforia
que me lleve de la mano al sendero deseado,
donde las Musas sean cordiales, sin rostro atado
a la pena de vagar solitarias sin gloria.

Aún no tengo red que distinga entre la alegría
del nuevo día y la caída irremediable
de la noche, que nunca resulta confortable
cuando el alma se encapsula en la melancolía.

Ahora mismo, estoy tirado en mi pequeña barca
afilando mi anzuelo, mientras recobro el sueño
que la Luna ausente, ha provisto de un raro ensueño
donde una feroz sombra poco a poco me abarca.

Mañana mismo, iré corriendo al supermercado
cuando despierte con estas ganas tan menguadas
haciendo estragos, en mi canasta estrangulada
a comprar -ya sea a crédito-, un amor enlatado.

No es por ti, por quien me encuentro tan sólo bebiendo
a oscuras, sin vela ni creciente apología
con etiqueta tirana; es sólo el muerto día
que me ha descubierto vacío y escribiendo.

febrero 01, 2011

No voy a echarte en cara

No voy a echarte en cara todo lo que he perdido,
mi necedad no expresa tardías reclamaciones
de un ayer, que ahora no es real ni sus tristes canciones
de soledad ahogada en cantos empedernidos.


No quemaré tus cartas una noche cualquiera
en espera, de un dragón alado que me lleve
sin escalas al edén donde nunca más llueve
y reposa sin temor, la brasa en la madera.


No reprocho estas fieras ganas de hacer el amor
cuando mi mano, la diestra, me ha mirado huraña
y despectiva, por que ella misma ahora te extraña
a media noche, cuando más requiere tu candor,
para de verdad vivir o al menos, para morir
eclipsado en estos versos, que nunca -lo juro-
quise escribir, sin mayor sentido del futuro
que el de tus caderas y mi derecho a redimir.


Pues sangro incluso de día, por doquier emano
sales y ayeres que fueron -que sólo han sido-
tiza en un millón de papeles ahora abatidos,
maltrechos, con el peso de un silencio inhumano.

Pues ando despierto de noche, cual malherido
pelmazo y no logran comerme los gusanos,*
ni el cuervo ronda siquiera, mis ojos arcanos
que un día de tus pechos se quedaron prendidos.


Duro es despertar, enmarañado y sediento,
sin la imagen que uno más requiere en el espejo,
ni en los lagos de tus ojos mi hallar mi reflejo;
duro será, contemplar el pan para el hambriento
que estira la mano ennegrecida y en harapos,
volviendo la vista al cielo, esperando un chubasco
que decante después el cielo, de tanto chasco
anclado sin mesura en su alma, también de trapo.

No puedo ya ser mejor, soy lo que sin remedio
inmediato soy, un insumiso trasnochador
con la memoria de aquel que fue, un calmo soñador
que jamás encontró entre las nubes el tedio.


No puedo ser más de lo que ahora cargo conmigo,
por que en la oscuridad, el mundo se desbarata
sin medias tintas, sin salvadora fe de erratas
cuando se que aquí estás, pero no estás conmigo.

No puedo ya, Mujer,
lo sabes y lo se.

*De "Los amorosos" de Jaime Sabines.