Dos cipreses, altos y robustos coronando
la noche, la Luna mordida y con su mismo
talante inquisidor, mis dos ojos y su abismo
que se pierde y se revuelve, todo inundando.
Cables eléctricos pendiendo, cuatro bombillas
dando luz y lumbre, las aves diurnas que duermen
y su trinar que calla, deja en la calle el germen
del silencio y el resplandor de una cuchilla.
El suelo asfaltado, también grita y palpita
necedades, dos cruces de muertos olvidados
vomitando flores secas, recuerdos cortados
con la hoz de esta Muerte, empeñada en ser eremita.
4 comentarios:
Paisaje tétrico, amigo. Como la vida misma.
Un abrazo.
Tan imaginable! que podria dibujarlo!!!...
Hermoso paisaje tètrico!!
un abrazo!
death to death
beso
Terrible, sabe a cementerio tu poema, pero no por ello dejo de saborearlo.
Un beso, Gabriel
Ío
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