noviembre 09, 2011

El segundo trago

Bebo el segundo trago encasillado
al equilibrio de mis grises pasos,
a la salinidad del turbio ocaso
de este pecho que ha de andar endiablado.

El cielo me refiere a la utopía
esta noche de negras densidades,
de vuelos trastocados de ebriedades
que se desvelan esperando el día
en que las flores, dejen de ser pardas
y su fragancia, elucubre esperanza
versada en esa fría lontananza,
alejada del filo de alabardas.

Ando sediento de un mejor mañana,
hambriento de multiplicados peces,
de panes cosechados en cipreses,
de pasiones en color de la grana.

Y yo que no he de tener más que diablos
vestidos de dios y en las manos clavos
que me han de dictar el verso esclavo,
las ganas marchitas siendo vocablos
de necedad, de éstas, mis letras crueles
y marchitas y sin embargo ciertas
cómo llaga punzante, herida abierta
en torrente en la frente sin laureles.

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