octubre 19, 2013

Extra

"Entre las dunas de arena rueda, silente
una bola de nieve iniciada en los ovillos
de mis manos, entre mis trazos malsanos
y la media noche que no sabe más
que venir a susurrarme inquieta a la muerte..."

Gabriel Salinas.

 

Nada por aquí parece distinto, luces,
artificios cegadores, putas en las esquinas,
lluvia repentina, paradas de autobuses
en las que los viajantes, que no miran
las ventanillas ni sus miles de colores;
y de las caracolas ha escapado la mar.

Los mismos perros se han cansado
de ladrarme, cuando a ninguna parte
llego recubriendo las paredes de humo,
de viejos ardores, de brevajes sumisos
que nunca han sabido del todo curarme.
 
Aquí la gente se sigue rompiendo la boca
por un pedazo de nada, se sigue la línea
de los que hallaron el fin del mundo,
aquí la muerte da cobijo y marcha enamorada
entre los coches, entre los rojos albores
en los que besa la frente de los moribundos.

La penumbra que copula con la ausencia
en cada banca de los parques olvidados,
el amor desmembrado, la lengua sedienta,
los brazos buscando del sol un abrazo,
la catedral que a diario corrompe, cruenta,
un par de tragos mientras se cae a pedazos.

Y es esta silla nocturna, el ordenador
que nada ordena, el vaso siempre pugnando
por mis labios, el cigarrillo mis pulmones
enlutando y esta pasión que me cercena,
la noche que me llama entre sus piernas,
una plegaria que resuena en el pecado
de planear con antelación mi última cena.

La sangre bajo el vientre estancada,
la mirada tan llena de cáncer y atardeceres
en los que ni siquiera mi recuerdo ha estado,
el paso de las lunas, una lanza letal clavada
en la carne más blanda de aquellos ayeres
que anidaron golondrinas en mis costados.

Aquí los demonios vienen y van libres
uno a uno, de la mano, y han conjugado
mi triste poesía con un penoso ayuno
en el que dios es un ente que ha abdicado
del levante en el que busco sin demora
raíces de paz, un retazo tenue del otrora
con memoria siquiera del signo de más.

Nada por aquí parece distinto, versos,
soledades, las mismas punzadas trianguladas
entre el latido y ambas manos, mis anclajes
tocando el fondo, una noche especulada
entre tus labios y este delirio del arcano.

No hay comentarios: