octubre 09, 2012

Mi ramillete de flores marchitas

Con este ramillete de flores
marchitas entre las manos,
me siento al pie de la escalera encalada
y contemplo sin mayor pretensión,
el nácar impoluto de la Luna.
Es octubre y hace frío por las noches
en que a lo lejos rugen los coches
y del letargo han de sacar
al hombre por las sombras
malditamente empedernido.
Siento algunas veces
como ésta, la respiración
de una Muerte queriendo morirse
entre el candor de incivil
de su franca guadaña
y el vaivén desangrado
que tristemente acuna mi pecho.
Y siento cada pétalo entre los dedos
vuelto humareda y fuego y cenizas
escapando a toda costa de mis manos,
tratando de llegar al cielo.

Y tengo entre los labios un beso
al arrullo de los ojos que me miran
sin mayor brillo, que el de andar por ahí
entre mi verdad y mi mentira,
sujetos a la hondonada que acuna
cajones de recuerdos llenos,
canciones que en la mente perduran
por que fueron concebidas como dagas,
poemas que no llegan a ninguna parte
por no tener piernas,
de una voz que hace mutis cuando canta.
Y no soy nada, sino una pétrea figura
con los brazos abiertos,
un verso transfigurado
del que nada saben los mares
que te traen cuando me encuentras
con este ramillete de flores marchitas
entre las manos,
sentado al pie de la escalera
con el ser macilento.

1 comentario:

Ío dijo...

Ya ves que yo no te encuentro con flores marchitas, sino con pétalos vivos, y eres, no la piedra, no la nada, ni tan siquiera macilento.
Ya lo ves
Mi abrazo bajo la escalera

Ío