octubre 08, 2012

Sigo el camino

Sigo el camino de las calaveras,
el rizo de la cola del demonio,
el crujir del fuego ante la madera,
las huellas perdidas de un unicornio.

Por que el mundo no es sino la creación
de uno mismo transitando la vida,
el arrastre de menor a mayor
de una noche cada vez más sentida
al pie de la hoguera en la que no ardemos
cuando más merecemos ser y arder,
lentamente, como infieles blasfemos
de la profecía de perecer.

Sigo el camino del pecho encalado,
la escalera que no conduce al cielo,
el costado audazmente lacerado,
las golondrinas con su adios en vuelo.

Por que el llanto es más que un pedazo de uno,
es la piel dejada como la escama
que perdura entre la lengua y la cama,
entre el deseo cruel e inoportuno,
es la sinrazón de aquella razón
que nos mantiene a medias luces vivos
cuando no es sino espejo en esteror
la Musa que dicta mientras escribo.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y por qué no cambiar de camino Gabriel?

Un camino para los que desean vivir y no continuar sobreviviendo.

Gracias por volver a mi pequeño lugar donde tu siempre serás BIENVENIDO!

Besitos

Gato Pardowski dijo...

Aquello del cambio, me llevaría a la locura, a esa del hombre que busca con estandarte de pretensión para la sed de sus bolsillos la cura.

Prefiero el camino de la escaza luz anuncida en la ventana, mis letras de demonios plagadas y los comentarios de españolas radiantes
vacunadas contra la nada.

Un abrazo, para ti!!