diciembre 14, 2014

Cuando hablo del amor

Qué bien me sabe esta noche
el trago de ron que bebo
recostado en el sofá mientras te pienso.

El amor es la única causa perdida
por la que vale la pena perder la razón.

No te miento mujer cuando te digo,
que soy la larva que espera el nacimiento
de sus alas metido en una pila de mierda
acontecida en la escuela sin sustento
de mi verso y de mi extasiada nada;
pero qué te cuento, mujer, si me miras
y sé bastante bien que no me entiendes
una palabra, pero me miras, mujer,
y en tu mirada recae la apología
sin explicación de mis noches y mis días.

Me preguntaste si creía en el amor
y contesté dada mi vocación natural
a la verdad, con una perorata que terminaba
diciendo algo así, como que "el amor es un mal,
de los más terribles y de los más necesarios";
y tú me sonreíste, y yo sin reservas te sonreí.

Fue ahí mismo cuando supe que estabas loca,
y que tus labios, bien valían afilados la pena
y comencé por enredar mi verso en tu cadera
anteponiendo contra ella mi beso con la boca rota.

Qué bien me saben esta noche
los tragos de blanco ron que bebo
mientras miro embriagado el pañuelo
que carga sublime el brillo de tus labios
y el recuerdo esperanzador y torpe
que me embriaga cuando hablo del amor.

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