diciembre 28, 2014

Te pienso y después te beso

Tan franco, como el filo de la daga
o aquel de la cuchilla de afeitar
presionando apasionadamente
sobre las venas, de un cadaver rígido
y mortalmente agusanado bajo la sal
que elucubra los labios de la muerte.
Me da entonces por cantar a lo perdido,
a lo borracho, como hacen los solitarios
cuando se les encrispa a media noche
el deseo posado bajo el vientre; sin embargo,
esta voz también hubo de ser muerta alguna vez
bajo la hoz de la utopía de para mi tenerte,
rondando junto mí los acordes del después.
Extraño tanto, y no han de ser los años
la censura de mi franqueza ni mi verso
mayor signo de flaqueza, cuando a solas,
entre navajas finas, te pienso y después te beso.

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