junio 04, 2014

Un par de tibias serpientes

No se bien, estoy cansado.
A mi costado reposa sereno
el primero y nunca el último
de mis tragos; en mis manos
no hay más que un tufo
de tabaco impregnado.
Todo ha venido girando al revés como siempre, sólo que esta vez no es el demonio quien me carcome,
sino un par de tibias serpientes. No tengo mucho que decir
y sin embargo es mi boca
y son mis manos las que inquietas, cuando en tu cuerpo vuelto encantador espectro piensan;
tal vez, no sé, aún te recuerdan.
Y es verdad todo aquello
que antes dije.
Hoy lo confieso, desnudo
frente al espejo ambarino que refleja
mi ceño que amordazado
busca anclar un pedacito de cielo. Tienes los años que yo ya tuve
y seguramente una mejor suerte, pero alguna vez tendrás los años que ahora tengo y todo girará, para bien o para mal
esperando el giro siguiente.
Y estoy cansado
y creo que la ya lo dije antes también y empecé a escribir
de los giros y los años,
los años que ahora tienes
y que yo ya tuve y demás inquietudes concebidas
en el fondo del pozo.
Ojalá pudieras verme ahora
que bebo a solas, tan tétrico
y enmohecido mientras la luz
de esta vela tambalea y llora
por la voz de las caracolas.
En realidad no ha cambiado nada sino que poco a poco
ha ido aumentando en mí
la fatalidad, aunque sonrío enfrascado en el disfraz de diario
y maullo una terrible elegía
ya sin corbata y vuelto un gato.
Es eso lo que me cansa
y estoy cansado,
no obstante algunas noches cuando las masas duermen,
soy feliz y miro al cielo,
por que en él
han de hallarse siempre tus ojos,
y no en los míos
mirando a cada paso el suelo. Ciertamente, sigo siendo
sin serlo completamente,
el bardo que pone a tus pies
su cantar que nadie conoce
y la invitación para que mires
mi cuerpo devorado por gusanos. He venido siendo desde hace años, mi propia y más incivil perdición
y el despertar de una mañana
sin dios y con una violenta resaca, de la incógnita en la piedra
de la verdad que nada dice cuando espero saber si aún te tengo
o si alguna vez a quemarropa te tuve.
Y no es nada, si no la sombra dibujada en la pared de este gato en hondonadas y de este hombre en calidad de flaco. Y te confieso, amor, estoy cansado.

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