junio 17, 2014

Baile de sombras

Y entonces un remolino
de sombras reverdece y el frío
amaina los costados donde la lanza,
me hubo hace tantas noches
perforado; voy hacia el río
a beber agua y multiplicar
los esqueletos tristes de mis peces.

He ahí la espiral de los grises
y la cimiente de la voz de caracolas,
los nudos que se desnudan a solas
a mitad de un grito cualquiera
atorado en la garganta, en los ojos
cuando nada miran, en la mano
y la caricia ardiente de quimeras.

Recuerdo todo esto y lo anoto
en la libreta de mis últimos días
aunque no lo sean y a menudo
lo parezcan, o acaso lo sepan,
lo presientan como lo hace el metal
que vibra pronosticando el tranvía.

El mundo gira,
y es un hermoso
baile de sombras.

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