febrero 21, 2013

Retazos IV

XXXIV

El catalejo ha quedado
ensimismado en las auroras
que revisten de sal el levante,
sin nada que mirar advierte
un par de sombras danzando
entre sus llamas quemantes.

Nada sabe la luz
de los secretos
de nuestra cruz. 

XXXV

Sobre la línea imaginaria
que divide nuestros cuerpos,
apuesto lo poco que tengo:
mis demonios y mi suerte;
los primeros, insomnes a la muerte
te buscan los pechos,
la segunda así, a quemarropa
desnuda y certera te pretende,
una noche triste y cualquiera,
con el corazón en salmuera.

XXXVI

Desde la misma silla
en la que espero el bostezo
empedernido el amanecer
con sus naranjas y sus rojos,
te escribo un par de versos
al pie del candor de las vísceras
que embriagadas palpitan
cuando no me miran tus ojos.

XXXVII

Y así, imperfectos y grisáceos
traspasamos los burdos espacios
en los que se estaciona la Muerte
para mirarnos a los pies de la Luna
tendidos, con el pecho esperanzado
de que algún dios de su sueño despierte.

XXXVIII

De sobra tengo estas ganas
a estas horas inciviles
en las que soy un alma pagana,
de más está esta voz
que ha de cantar sin guitarra
y este pecho perpetrado
en tu rotunda desgana.

XXXIX

Como el fantasma que recorre
de noche los pasillos oscuros
de las oficinas y los hospitales,
como el cuervo que resiste la sed
a pesar del sol inclemente del desierto.

He de buscar ser entre tus males
prioridad y un beso por demás cruento
cuando arrojo todo mi mal y su red
sobre tus pies anunciando mi beso.

XL

A través de la espesa marea
de los días en los que a mi pesar soy
aquel tipo de corbata carmesí
y traje siempre oscuro y planchado,
puedo esbozar que sin duda estoy
desbaratando una flor en frenesí
a costa de sobrevivir emancipado
del brillo de cualquier presea.

XLI

Después de tomar mi mano,
la noche al mismo vicio conmigo
recostada, al diablo ha enamorado;
y entre las rodillas y el ombligo
palpitaciones nacaradas
me han venido destrozando.

Encántame un halo de estrellas,
noche despiadada,
y con él un genio en mi botella.

 XLII

Pero mi necesidad de seducción
no radica en la intervención del falo,
me basta con tener pendientes tus ojos
y algunas veces, sin más, tu abrazo.

XLIII

Pudiera yo, con la etiqueta en la frente
de aquellos llamados poetastros
anclarte a mi pecho y a la cama de un hotel
en el que lo efímero no traiga trastos
que lavar sujeta al frío del amanecer;
pudiera yo, en mi espesa simiente
arrastrarte al sendero de la sal
donde los pétalos marchitan disidentes
del amor y su eterna amoralidad.

Pero me duele el saber,
que a pesar de tus formas
tan finas y acordes a tu mirada,
contigo, lascivamente nada haré.

1 comentario:

Arya dijo...

Un brindis por la Luna..
y por este chico enamorado a retazos!

Dicen que al final del puzzle, siempre se ve la imagen...


Hoy, dejo un beso. Salud! :)