febrero 05, 2013

Retazos

I

No miento, a leguas se me nota
esta incomprensible vocación
de andar cantando en un rincón
con la boca rota...

II

Con la nada entre las manos
me hago de lleno a la noche,
para comerme a puñados
los retazos invernales
del más soez de los silencios.

 III

Siempre he estado dispuesto
al amor y a las cosas gratas,
y he puesto la boca también,
si me quieres echar de tu pecho
a fuerza de trompadas.

IV

Algunas veces conviene
darle la razón al imbécil,
otras tantas más conviene,
así, a secas, serlo.

V

Se regocijan mis ganas
mirando la letra que me refleja
intacto al pie del lodazal,
en el que del fondo emerge
latiendo entre ombligo y caderas,
el cielo buscando a la mar.

VI

Puedo ser totalmente franco
con la imagen incivil
que me muestra el espejo,
puedo ser lo que quieras
que sea, pero no puedo
dejar de sentirme en juventud
etiquetado como añejo.

VII

La cofradía del artista
es la razón de la sangre,
la lucha entre el alma y la carne,
una brillante corona de aristas.

VIII

Y cuando miro la botella vacía
he de pensar: ¡Diablos, que corta
y que exquisita es lo que llaman vida!

IX

Podría mirar el horizonte
con un tono aún tibio e inocente
si recostará mi cabeza
un momento entre tus montes;
pero tan sólo en la mejilla te beso
mientras con calma me alejo.

X

Te imagino los pies desnudos
en una habitación blanca y acolchada,
lo ojos mascarados de una belleza
y en las venas mi alma aún escarlata;
te imagino guardada en un después
a sabiendas de la imposibilidad del ser.

XI

Usted tiene unos grandes ojos
y los muestra al mundo con arrojo,
tiene ese extraño don del talento
ajeno a cualquier razonamiento,
y sin embargo siquiera me mira
cuando borracho ardo en la pira.

XII

La hormiga del rincón se empeña
en dilucidar el punto más próximo
al puerto de la sonrisa que desdeña,
llevando a cuestas el rojo del óxido;
y yo le brindo mi mirar cual abrazo
envuelto entre en tragos de ron y tabaco.

XIII

Alicia se ha cortado el cabello
y ha dejado intactos sus sueños,
ha tenido el cuidado de no hablar
con los gatos en las crueles noches
en los que mueren los ojos risueños;
y con ello, me doy por satisfecho.

XIV

Si alguna vez se posa sobre tu boca
el ingenuo aleteo de una mariposa,
no le marques el alto, por que ambiciona
aquel beso que en ebriedad no traiciona;
los gatos sabemos en soledad de ello,
como sabemos a la Muerte como algo bello.

XV

Mi borrachera no es más
que el canto de un loco
que se reviste de sal,
mientras se muere poco a poco;
es la forma en la que el pecho
insiste en tu puerta al golpear.

XVI

Es esta resequedad fálica
la que a menudo atenta
contra la retórica cefálica,
es esta soledad entre tus pechos
la que logra abrirme cuenta
en el bar que me tiene deshecho;
mientras tú duermes tranquila
son mis ganas las que palpitan.

XVII

Pero no pido mucho,
un abrazo, una sonrisa,
un "te quiero" con prisa,
una soga en el cuello, un serrucho... 

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