Sentado frente a frente con la ausencia,
escuchando este canto, que brota de las manos
perdido, cobardemente inhumano,
mirando en el vaso remolinos de demencia.
El viento corre a través de mis sueños,
disipa la humareda,
envuelve las sombras con luz y seda
y su aliento es trasueño.
Pero el espejo es cruel y pronto muere,
las volutas crecen temibles, la noche surcan
predispuestas, entre el siempre y el nunca,
en la agudeza de la hoja de un poema que hiere.
Sentado frente a frente con la ausencia,
en mis papeles te pienso invivible,
junto a mi, inequívoca, irreprochable
como el viento, rozando la vehemencia.
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