A Bukowski lo conocí demasiado tarde,
pues ya estaba yo triste, tan viejo y viciado
ante la noche y su ronda, ante el demacrado
fuego donde la letra me consume y arde.
Y yo, que imbécil siempre sin excusa lo he sido
preferí el fuete propio, la lengua lasciva
que nacida en mi boca, de diablos abortiva
busca luz en el cielo recién anochecido.
Recaen sobre mi, siglos de maldición, de muerte
a cuentagotas, de un cuerpo carente de boca
que besar, de brazos de Sísifo y su roca
cayendo una y otra vez, sin la menor suerte.
Siendo todo penumbras, invoco a mi locura
de huesos rotos, de labios tenues, ennegrecidos
por el vicio más letal y más empedernido,
del que nunca, lo se, se hallará bendita cura.
3 comentarios:
eres brutal gato
un besico enorme
Nunca es tarde para beberse a Bukowski, ni para despertar en camas ajenas. Me gustó.
Saludos
Por Bukowski mi bar tiene muchas botellas, tantas botellas, demasiadas botellas, pero eso sí, poca poesía, muy poca poesía.
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