enero 08, 2015

Entre tus pies y siempre contigo

Estoy dispuesto
a acabar conmigo mismo
en pro de la sapiencia extraña
que me he forjado en torno
a lo que llaman poesía,
a beberme barricas enteras de ron
o a calentarme las tripas
con un buen mezcal de Oaxaca;
estoy dispuesto a morir
entre la letra que sin más me ronda
por saberme desde hace años
hecho trizas;
desde que no busco la verdad
por ser una mala quimera
sino a solas declararme un perseguidor
del rastro enclaustrado de la belleza.

Estoy borracho ya
y las luces artificiales
me muestran un mundo que me embauca
a beber un poco más
mientras me espera con los brazos abiertos
la más cruenta de las desesperanzas,
en la que mi alma enamorada brilla
y a la luz de las farolas
canta su pasión y su sangre
entre las alcantarillas que la vida
con dientes de roedor la vida arrebata.

Y de pronto me salta la guitarra
y no puedo menos que tomarla en mis brazos como te tomaría a ti,
sólo que sin el beso
que cada noche te brindo
enajenado en mis sueños
y directamente a ambos pares de tus labios,
a tu frente, a tu pecho
que me dicta a lo lejos tristes acordes
que no hacen más, que resonar en las paredes
en las que soy el hombre
que perdidamente que te sueña despierto.

Estoy dispuesto
a acabar conmigo mismo,
sin mayor dejo de cinisno,
si alguna vez
entre las posibilidades infinitas de la vida,
ella recula en despertar
cada día y cada noche a tu lado
entre tus pies y siempre contigo.

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