Al medio día y sobriamente escribiendo,
desayunado ya del demonio y las quimeras
que de noche te maquillan de sombras,
cuando te nombro y en tu nombre sonrío
un tanto azul y otras veces cristalino,
como tu pecho si abraza mi letra y mis formas.
Al medio día y sobriamente,
si te pienso,
sonrío.
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