enero 05, 2015

A una pequeña lectora

Ella me miraba
dulce, tiernamente
mientras que yo,
ensimismado y febril
leía a Hemingway
y de cuando en cuando
levantaba la mirada
solo para toparme
con sus delicados ojos.

Ella leía, también
y entre sus manos el libro,
y adoptaba un semblante
extravagante parecido al mío.
¿No ves que soy un loco,
un extraño y un solitario?
-pensé-.

Pero no pude atinar
a decirle una palabra
sino a esbozarle una sonrisa
y ella sonrío, también.

Dios me perdone por ello...

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