Me salta una sombra a los ojos
si apenas duermo
o una luz cual bengala,
un resplandor brillante
como el brillo de tus labios
otorgándome su beso
y la estrella naufragada en mi cama,
que pretende diariamente y en ella quererte.
Nada resulta fácil y en los montes
las aves sin amor son las que cantan,
esperando ensangrentadas el alba
y en ella un caballo a tierno trote.
Me embauca el trago y la escafandra
con la que a menudo me abandono
a lo más terrible del mar y de los lagos,
si me declaro a pesar de poeta un loco
andando desierto vilmente taciturno
pretendiendo alojarse por siempre
en el filo indivisible de tus labios.
Y entonces soy cruel
en el latido y en lo que sangra
cuando te espero sedienta
cada noche bordeando cama.
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