enero 25, 2015

Al cabo de mis años

Al cabo de mis años transitados
por ambarinos páramos
cubiertos de sal y tanto vicio,
vuelvo la vista atrás,
hacia el ayer
y hacia los montes
en donde cada amanecer
renacía entre colores verdes.

Hoy
las palomas del parque gruñen
y las sombras los pasos me muerden,
cuando entre tumbos camino
queriendo no querer quererte
a través del recuerdo estancado
en la necedad de seguir a pie firme
sin posibilidad de mejor suerte.

Es cierto
que algunas chicas se disfrazan
de musas y me vienen besar
media boca queriendo verse plasmadas
en el verso que brindo terriblemente,
a costa de desnudar ante mí
sus caderas con la torpe ilusión
de que mi letra las hará por un instante,
más bellas y más seductoramente radiantes.

Pero ellas no intuyen siquiera
un poco mis propias y terribles carencias
cuando a media noche
y frente a un espeso trago,
me resuelvo a escribir
intentando por casualidad 
hallar una mota de certeza
y no la vanalidad
que concurre en la idea
colectivamente cruel
que define aquello llamado belleza.

Sin embargo
y estando ya sobrado de tragos
y silencios que entre ambos ocurren,
busco abrazar la belleza
en las intermitencias de las chicas
que pretenden brindarme la hoz afilada
que redunda en sus ilusionadas caderas.

Yo sólo soy un perdedor
que a menudo miente
con su verdad
y un eterno recolector
de las sales del mar
que sin querer te quieren.

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