En el vagón del subterráneo
una chica descalza sus zapatos
y me muestra un par de pies pálidos.
Yo los veo
detenidamente
con sus uñas pintadas de negro.
Huelen feo -ella pregunta-
No -enseguida le digo-
es sólo que son sumamente bellos
y tú también.
Ella sonrió apenada
y en la siguiente estación
aún sonriente a solas se marchó.
Eso fue ayer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario