La chica que hace la limpieza
en este rojo y solitario edificio
tiene loa pulgares regordetes
y descomunalmente chatos
se pinta las uñas en tonos pastel
y cada noche apoyada en la escalera
fuma un blanco y delgado cigarrillo
sin tragarse jamás el gris del humo
pero pensando la vida entre el trabajo
y el nácar de una su desconocida espera.
Cada domingo se muere pacientemente
por no tener que hacer cuando el parque
se llena de amantes sin miedo a la muerte.
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