febrero 16, 2016

Sobre la cabecera

Sobre la cabecera de mi cama
inevitablemente ato mis demonios
les sangran el pecho desde las muñecas
y a mí me sangra cual manantial el alma
puesta entre los versos que escribo
que ante la ausencia no me hacen muecas.

Yo siempre he sido de los tipos que sonríen
de los que acusan en su alma el verde
y de los que entretenidamente ríen
nocturnos con los chistes de la muerte.

Sin embargo mi cama pregunta ahora
por la abertura celestial donde tus piernas
detengan los minutos que dan las horas.

Pienso entonces que el verbo amar
resulta totalmente proporcionalmente
irrefutable a las ganas de bien follar.

Sobre la cabecera de mi cama
cuelga la ilusión de tus bragas.

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