En mis cajones guardo
desordenadas ausencias
-todo es ausencia- me digo
letras desde hace más de quince años
poemas que me dan cierta pena
y la creciente constante bajo el ombligo.
En mis cajones hay sabores a cereza
un par de senos cálidos y enormes
un callejón utópico no estando a solas
una mujer que me volteó de cabeza
la belleza inmaculada de Caliope
y la senda llena de dormidas rosas.
En mis cajones hay estrellas azules
coqueteos con la chica del autobús
un abrazo con cabellera negra y china
sueños que aún no cargan con cruces
una bombilla antigua aún con luz
y un amor queriendo estar en cinta.
En mis cajones guardo
también un poco de ebriedad
y el azul en espiral de mi tabaco.
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