febrero 11, 2016

En mi eterno cinismo

Mi vida ha sido siempre en etapas
creo que lo sabes como yo lo sé
me conociste siendo apenas un cachorro
despuntado gris ante el rojo del alba
me conociste brillando en un ayer
y sin saberme del todo un loco.

He aprendido desde entonces
a ser un hijo de puta con quien lo merece
y a ser la voz de la caracola en los oídos
de la estela que al alba siempre precede.

Tu eres la calma y eres blanquísima estela
un mensaje de mar dando vaivenes
metida en una transparente botella
que no contiene ron blanquecino
sino el azul del mar de tu corazón.

Yo estoy escribiendo desde lo podrido
desde el sueño del arrabal emancipado
en el que el amor dejó de ser juego de niños
cuando supo la opción del embriagado.

Y sin embargo estoy radiante y hormonal
cómo ha serlo el contemporáneo hombre
que no resulta poeta ni obtuso criminal
y con la agudeza oriental del calvo monje.

Mi razón es cuestión que no sabe de norte
ni de brújula latiendo sin dirección
cuando lo cierto late sin que lo note
en el rincón inexplorado de mi corazón.

Y ahí mismo
es donde he venido a encontrarte
siempre de noche
y en mi eterno cinismo.

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