Sabes,
tengo una certera necesidad
que reaparece cada penoso día
entre los valles de la muerte
transitados por mi pecho y sus pies,
en la creciente y febril plusvalía
de un forajido y tierno después
en el que seas del todo y siempre mía.
Y entonces,
encapsulado en el nítido recuerdo
del brillo y de tu beso en mis labios,
sonrío mientras muero de frío
y de encontrar tu mano en mi mano.
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