febrero 22, 2015

Dijeron que no podría

Dijeron que no podría,
que mirará
los diplomas empotrados en las paredes
de las habitaciones elegantes
de la gente que cursó años y años
en la estúpida escuela,
que mirará togas y birretes
en las fotografías en sepia
de los que se ensancharon el culo
en la madera de un pupitre
sin sentir entre los pies
la ola certeranente nacarada
de un distinto mar al suyo.

Dijeron que mis noches
bebiendo ante las letras
de mis penosos sabios
no eran más que una horda
de insensatas estupideces,
que esta nada
que a todos lados cargo
como referente natural
de lo que creo como dios no era,
sino un signo inequívoco
de querer tapar
con mi delgado dedo medio
el sol y tacharon de blasfémica oración
cuando les hable a medias tintas
sobre mi pecho en eterna salmuera.

Dijeron de mí,
ser un apologista de los sueños
que nunca duermen
y sin morir sobre mi cadáver
escupieron su bilis con creces.

Dijeron que no podría
y renegaron de la idea
de morir a cada instante
con la intención de nacer
cada vez a ellos más distinto
y cada vez más viciado
y cada vez más insumiso
ante la idea preconcebida del ser.

Dijeron que no podría,
sin embargo ahora me leen
cuando embriagado escribo
y mis flores fielmete amarillas
les achacan en las narices
que puedo y que a pesar de todo,
soñando y febril, aún vivo

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