febrero 18, 2015

Muy a menudo y siempre de noche

No puedo esconder que muy a menudo
y siendo siempre de noche, me derumbo
después de los andares diurnos
disfrazado de aquel hombre de bien
que manchado de alcohol y alquitrán
pretendo enajenar de mí lo malo del ser.

Voy y vengo casi siempre de la sombra
hallada sin quererlo en un terrible tejado
y en el maullar de un gato sin forma
de gato, en un cascabel sin siquiera cuello
donde hacer amarras de brillante acero.

Pero soy hombre y soy de los necesitados,
de aquellos que cavan con las manos
por no ser diestro con la pala y el rastrillo
que deshollan los andares y el camino
recorrido y en el que la noche me embalsama.

Y entonces necesito el brillo de tus labios
tatuando el lóbulo derecho de mi oreja
para callar las olas de la gris caracola
y el veneno que deja entre mis penosas manos
si te intentan tocarte y volverte para m í eterna.

Hay noches que te extraño demasiado,
y hoy que me asomo febril a las estrellas
el cielo cruel parece carecer de ellas.

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