Habito el tiempo de la querencia insumisa,
de rascacielos que no hallan jamás el cielo
y de albores cruentos llenos de lunas promiscuas.
Habito el tiempo de la letra que sangra
metida a martillazos en un rústico pecho
pretendiente de la pasividad del alma.
Y sin embargo solo de noche y borracho habito
los andares de la certeza en la belleza
si me encuentro reflejado en tus ojos contigo.
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