Pudiera dejar ron y el trasnochar
metido en mi burbuja de latidos
fielmente instruídos por la ola del mar,
pudiera yo hallar un distinto sentido
a la vida dignificada entre mis calaveras
que sobre mi cama a diario te esperan,
junto a mis ganas de tiernamente besar
tus ambos pares de lubricados labios
sin importar lo que diga el vulgo y la sal.
Pudiera yo renunciar al espesor de la letra,
a la cama individual en la que apenas duermo
y desconoce tu pecho moreno y sin aristas
que me conduce a la guerra sin yelmo.
Sin embargo ahora mismo tan sólo puedo
esbozar un tibio y certero te amo
sin aquella mala copa que brinda el cinismo
que no me toca si estas tú entre mis brazos.
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