febrero 14, 2015

No sin tenerte

Nunca he sido capaz de entender
en demasía aquello del amor,
simplemente me he dedicado a sentirlo,
a tirarme de cabeza a los barrancos carmesí
en los que la razón sencillamente sale sobrando.

Sabes, yo soy sólo un imbécil
que a menudo entrega el pecho
a pesar de traerlo visiblemente enlutado
por las sombras que se empeñan
en darme cobijo a diario.

Y entonces he sutilmente aprendido
a ser terrible desde el espesor del fango
que me grita a la cara el estar perdido.

Yo sin embargo
y sin caretas
sonrío si estoy contigo,
si mis manos
te buscan enamoradas
mientras jalan del destino
su implacable carreta.

Más de una vez
te he hallado en mis sueños
desnuda del alma
mientras yo,
taciturno siempre
me me desnudo del verso
recien llegada el alba
para dilatar mi azul corazón.

Soy un imbécil mi amor,
por que me bebo la vida enajenado
ante las posibilidades de la razón
de un corazón a todas luces gangrenado
que a tus pies y a tu pecho pide perdón,
cuando la gloria pretendida por siempre
se situa junto a mí en tu vientre.

Y entonces por la ley de causa y efecto,
sencilla y guturalmente me jodo a mi mismo
siguiendo la ruta  de los poetas abyectos
que redundan tristemente en el cinismo.

Pero tu eres mi musa y eres bella
como una luz encendida a mitad de la noche
mientras me hago el solitario
que te tiene navegando entre su pecho.

Se muy poco del todo
y sin embargo
tengo un doctorado
en la espina dorsal de la nada,
se del aguante de mis visceras
ante tanto y tanto embate
de la vida a pesar de saberme
malherido y tristemente inerme
y aunque a ciegas
dando pelea como me enseñaron,
a lo malsano poeta
y a lo arrabalezco del borracho.

Mi cáscara tan llena de grietas
resiste para no romperse
ante los albores nacarados de muerte,
pero no sin tenerte.

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