Según la ordenanza de las manos
y el pecho
soy,
cuando acumulan sangre
ferozmente y acanalan el vientre
y en tus manos estoy.
Soy un poeta de los malos,
de los viciados por la calle,
de los más terribles
que buscan vivir en lo intagible,
mientras rudamente sostienen
el amor y la copa incivil del talle.
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