En mis puños
cabe un trampa de mar
arrojada desde mis ojos,
un timbre de embriagada voz
y un latido cruzando la calle
sin importar el semaforo en rojo.
En mis puños
las hormigas libremente deambulan
hasta mutar en terribles poemas,
los cuevos graznan baladas azules
y los gatos siempre metidos en la noche
maulllan ante la inmensidad inmunes.
En mis puños
el corazón sobrevive o se me pudre
deshojando versos de las margaritas,
en mis puños te extraño entre arrabales
y solitarios tragos de ron casi siempre blanco
afirmando cuanto a estas horas te necesitan.
En mis puños de detestable hombre
cabe mi abrazo bordeando tu nombre.
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