Un rayo de sol asoma en la cortina
de la noche más que nunca estrellada,
se sujeta a la caricia de la luna
y entonces,
reconoce cálidos albores y sonríe
cuando las sombras se detienen.
Se han ido poco a poco los muertos
y la espesura gris de las necias nubes
ha empacado las maletas con el pico
aún graznante de los altivos cuervos.
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