Ella siempre me espera sonriente
busca mis manos, escucha mi voz
a pesar de lo quedo de ella
para que no me escuche cantar la muerte.
Ella, con su piel más que morena
me mira y atraviesa el cristal de mi vaso
y no respinga ante el humo del cigarro.
Ella sabe de mí lo cantor y lo borracho
y el azul que espero de una infinita estrella.
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