Son las once veinte en el reloj
y la noche
me trae unas ganas endemoniadas
frente a una caja de cigarrillos
y al dorado tenue de una botella de ron.
Hay cosas inexplicables para el hombre
sin embargo
loa ciencia nunca han tratado de explicar
el embrollo de la noche y de sus ganas
-jamás-
ni mucho menos de estudiar a los poetas
antes de arrojarse de noche al mar
anteponiendo su corazón a la cabeza.
Son las once veintinueve en el reloj
y en cada estrofa una escopeta me cargo
sin que la ciencia descubra aún la razón
del poeta ni del vicio ni del sin embargo.
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